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Una nulidad de Parlament

Que hoy se ha asistido a un Golpe de Estado televisado en el Parlament de Catalunya, creo que queda fuera de toda duda. No hace falta añadir más comentarios sobre el golpe perpetrado y tendría poco sentido que yo aquí empezara a relatar o pontificar.

Ni siquiera hace falta explicar cuestiones jurídicas porque están a la vista de todos y ya las habréis leído o las sabréis por vosotros mismos, que no es difícil ante la grosería de las infracciones cometidas. Muy especialmente, la deliberada omisión de la Llei 2/2009, del Consell de Garanties Estatutàries, requisito sin cuyo cumplimiento la Ley aprobada es NULA. O sea, que la propia «legalidad catalana«, a la que tan a menudo hace referencia el separatismo, será motivo de nulidad de la Ley.

Una ley nula. Una nulidad de Parlament. Aquí, el acuerdo del CGE.

¿Democracia? Por suerte, lo ha podido ver todo el mundo. No hace falta explicar nada más porque, como me decía en Twitter un seguidor habitual del blog, todo lo que he escrito estos años se ha cumplido.

Incluso, diría que me he quedado corto, gracias al gran favor que, al final, ha supuesto el nombramiento como Presidenta del Parlament de Catalunya a una persona que no cumple con las capacidades y méritos necesarios para tan alta dignidad.

El debate secesionista de la ¿participación?

A la espera de ver si se tramita o no por los cauces normales la Ley del Referéndum secesionista, pocas cosas hay para comentar sobre el proceso separatista.

Entre lo poco que hay, sí que existe un goteo constante de artículos publicados en medios y canales secesionistas sobre los mínimos de participación supuestamente exigibles a su referéndum, que se solapa, también desde el secesionismo, con una paradójica promoción de la participación dirigida a los contrarios a su antidemocrático, inmaduro e ilegal proceso separatista, que no son necesariamente los mismos que los «contrarios a la secesión«.

El asunto carece de excesiva importancia, ya que se trata de crear un argumentario de autoayuda entre su público, puesto que es bien sabido y conocido que, de forma abrumadora, solo se sienten concernidos por el supuesto referéndum separatista los partidarios de la causa separatista. Este hecho, nada difícil de percibir, pretende ser revertido por el secesionismo con argumentos poco elaborados, del tipo “no hace falta establecer un mínimo de participación, con lo que si no vienes a votar, será tu problema” o “si los contrarios a la secesión sois más, lo tenéis muy sencillo: venid a votar y demostradlo”.

A partir de aquí, la proliferación de artículos, algunos más elaborados, otros menos, con los que se quiere inocular a los más entregados a la causa el argumentario de autojustificación: la participación no es elemento a tener en cuenta en un referéndum de secesión.

Empecemos por mi argumento principal: y a mí qué más me da si se fija o no un mínimo de participación en un referéndum ilegal y antidemocrático. Y también inmaduro, porque si, desde el mismo secesionismo, alguien se plantea todavía a estas horas la necesidad o no de fijar mínimos de participación significa que no han pensado suficiente sobre la cuestión. Que la tienen un poco verde. Porque si tú has pensado y debatido en profundidad, esto sería una cuestión resuelta que no pasaría de lo marginal. Se conoce, sin embargo, que no se ha pensado ni debatido. Ni mucho ni poco. Nada.

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Puigdemont confirma las teorías del blog

A estas alturas, creo que entre artículos y comentarios tenemos bastante agotado el tema del Prusés™, porque le hemos dado la vuelta y el revés sobre multitud de cuestiones, así que no desarrollaré demasiado el asunto. Está ya escrito a lo largo de tres años y medio.

El tema es este:

  1. Soraya Sáenz de Santamaría ofrece a Carles Puigdemont que vaya al Congreso de los Diputados a explicar su propuesta secesionista. La Vicepresidenta ha dicho: «Todo puede plantearse pero siguiendo las reglas, la Constitución y el reglamento de las Cortes«.
  2. La respuesta de Carles Puigdemont está en la línea de lo que en el blog se ha mantenido durante tres años y medio que haría el secesionismo: no acepta.

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Los referendos, la Comisión de Venecia y noticias que no olvido

Esta mañana, Quirze apuntaba en los comentarios el cristalino artículo de Josep Maria Castellà Andreu: «Los referendos y la Comisión de Venecia«, a cuya lectura remito a cualquier interesado. Huelga decir -y de ahí, entre otros motivos, la relativa baja actividad del blog- que los puntos descritos por Castellà han sido estudiados, comentados, analizados y recomentados de nuevo hasta la reiteración más absoluta. Es innecesario volver sobre el asunto. Incluso, casi sobran los comentarios porque suscribo el artículo, entre otras razones porque Castellà sabe del asunto unas cuantas toneladas más que yo.

Si acaso, destaco este párrafo: «Así, en un referéndum se secesión se exigiría un elevado nivel de transparencia e inclusión en su organización; la negociación y el acuerdo entre los diversos partidos, incluyendo los de la oposición; y un quórum de participación y/o de votos favorables, lo que excepciona la regla general de no exigirlos para los referendos ordinarios. Según la Comisión, resulta apropiado exigir una mayoría clara en un referéndum de independencia, tal y como reclamó la Corte Suprema de Canadá en 1998, porque en un orden constitucional la democracia significa más que la regla de la mayoría.«.

Una de las «polémicas» que ha rodeado alguna de mis últimas entradas ha sido, justamente, sobre el asunto de las mayorías, que parece que me invento o que me lo saco de la manga, como argumento típicamente «unionista» (de paso, aprovecho para reírme de la etiqueta, conceptualmente pobre y, con relación al blog en su conjunto, pobrísima). Una vez más, y al artículo de Castellà me remito, parece que no me lo invento. Y no porque sea más listo que los demás, sino porque, si uno se documenta, llega a la conclusión de que la mayoría de quienes escriben sobre el asunto de la secesión se decantan por exigir un indiscutible elemento cualitativo. Si eres partidario de la mayoría simple, perfecto, bravo; pero, a continuación, deberás meter a la Corte canadiense o a la Comisión de Venecia entre los «unionistas». Supongo que, así, se entiende mejor la pobreza de la etiqueta «unionista».

Ahora, la noticia que no olvido. La que documenta, una vez más, cómo se construye la fantasía secesionista. Es de hace un año y fue objeto de una breve entrada del blog (tan breve que, cosa extraña, sólo tiene tres comentarios), titulada «Jordi Domingo y la Comisión de Venecia«. En la entrevista, publicada originalmente en Elmon.cat, se leía el siguiente titular:

La cuestión es: a la vista del artículo de Josep Maria Castellà, ¿alguien puede creerse de verdad que la «Constitución» catalana pudo interesar alguna vez a la Comisión de Venecia?

Pero, como siempre en el blog, VAMOS MÁS ALLÁ. Lo que explicaré, una vez más, es pura casualidad. Un enlace roto a Elmon me ha «obligado» a buscar. Y, como siempre, encuentro cosas raras, producto de que tantos años de trabajo le dan al blog un contenido que ahora se revela más valioso de lo que uno mismo pueda pensar. Hasta lo más nimio tiene su importancia.

Si os molestáis en comprobar todo lo que escribo, y sé que más de uno lo hace a conciencia, puede que hayáis seguido el siguiente proceso lógico:

  1. Consulta a mi entrada de 29/05/2016 sobre Jordi Domingo y la Comisión de Venecia.
  2. Al leerla, clicáis el enlace a la entrevista en Elmon, que se publicó el 28 de mayo de 2016, firmada por el periodista de ese diario, Bernat Vilaró. Podéis comprobarlo en Twitter. El enlace url es (era):  http://www.mon.cat/cat/notices/2016/05/constituim_163974.php . Este enlace ya no es válido, está roto, y redirige a la página inicial de Elmon (clicando en el enlace del tuit de Elmon, pasa lo mismo y te redirige a la página inicial). He probado con algunos enlaces de elmon, desperdigados por el blog, tanto en entradas como comentarios; ninguno de ellos está roto. No voy a pensar mal… todavía. (edito: después de revisar, creo que tiene que ver con el paso del dominio mon.cat a elmon.cat; aun así, ello no justifica lo que explicaré)
  3. Después de buscar un poco, encuentro la entrevista a Domingo en esta dirección url de Elmon.cat, también fechada a 28 de mayo de 2016http://elmon.cat/noticia/163974/constituim_163974 (bajo dominio elmon.cat)
  4. El titular de esta segunda dirección, es el mismo que el de mi captura: «Constituïm: «La Constitució catalana interessa a la Comissió de Venècia»«
  5. En mi entrada de 29/05/2016, reproduje los siguientes pasajes de la entrevista:“(…) Per exemple, des de la Comissió de Venècia s’han posat en contacte amb Constituïm. Aquesta Comissió supervisa a nivell de la Unió Europea les constitucions europees. No ha sigut la Comissió de Venècia oficialment, però sí que ens ha trucat un membre seu. I viatjarà a Barcelona per reunir-se amb nosaltres entre el 7 i el 10 de juny perquè li entreguem el text. Ens deia que estava molt interessat en discutir-lo amb nosaltres.I ho fa en nom de la Comissió de Venècia?
    És un membre de la Comissió, però potser no ho fa en nom de la Comissió. No es poden pronunciar respecte el procés català fins que els catalans fem l’últim pas. No es mullaran per després quedar-se en evidència, en cas que els catalans no siguem capaços de fer el que hem de fer. Una Comissió com aquesta no es mullarà per ningú.
  6. Bien. Ahora, por favor, BUSCAD ESOS PASAJES en el enlace «actual» de la entrevista. Repito la dirección «actual»:  http://elmon.cat/noticia/163974/constituim_163974
  7. Si tenéis el mismo navegador «enemigo del referéndum» que yo, esos pasajes NO  OS VAN A SALIR.
  8. Si tenéis un navegador ultrademócrata, TAMPOCO OS VAN A SALIR.
  9. Buscad la palabra «Venècia» (en Chrome, CTRL+F), a ver cuántas veces os la repite. A mí, sólo una. Al resto de la humanidad, también sólo una. En el titular. No en el texto de la entrevista.
  10. Dios mío. Dicen que lo digital dura toda la vida y en Elmon pierden unos pasajes (como veremos, más de media entrevista) cuya realidad, en los términos expresados por el entrevistado, es cuestionable.

CONCLUSIÓN. Parece ser que en algún momento indeterminado de la Historia, los pasajes que reproduje en mi entrada de 29/05/2016 (y fue casualidad, porque ya sabéis que a veces reproduzco pasajes, o a veces enlazo directamente a la noticia) se borraron solos de la entrevista, que además cambió de dirección. Qué mala pata tiene el secesionismo: un día, alguien se equivoca al publicar correos electrónicos de contacto o de registro de webs; otro día, a alguien se le caen unos párrafos sobre Venecia que hace un año ya no nos creíamos.

En realidad, a Elmon.cat «se le borra» más de la mitad de la entrevista, que hacía referencia al «Interés mundial» que habría suscitado el borrador de «Constitución» catalana. Si consultáis entera la entrevista en Wayback Machine, aquí sí que leeréis la palabra «Venècia» y quedaréis persuadidos del nivel cósmico al que llegó el asunto.

Es una suerte que no haya olvidado la entrevista a Jordi Domingo, probablemente porque no me creí nada. Si además verifico -reitero: pura casualidad- que más de media entrevista fue eliminada «por accidente» (cosa que no dudo, en absoluto), la pregunta ya no es si alguien se cree que la Comisión de Venecia se interesó por el borrador de un texto que debe estar criando malvas. La pregunta acertada es: ¿existe algo de verdad en el circo secesionista?

Un referéndum vacío de contenido

He leído estos días que puede ser que en el mes de junio se haga pública la fecha del referéndum unilateral secesionista y la pregunta. Resulta extraño que estos sencillos datos sean tan difíciles de anunciar si Marta Rovira asegura que la Ley del Golpe de Estado será inimpugnable. Misterios que no están a mi alcance.

Más extraño y misterioso resulta que no se anuncie, como mínimo, de manera informal. Dicho de otro modo: pones al idolatrado y caído en desgracia temporal Santiago Vidal en una conferencia para que diga «la pregunta es esta y la fecha esta otra» y eso es imparable.

Bueno, sea como sea, incluso con requerimientos del TC por en medio, es posible concretar fecha y pregunta. En junio, en abril, en enero y hasta en octubre del año pasado. Sin embargo, a cinco meses y medio de la supuesta fecha del referéndum más importante de la Historia Universal, no tenemos ni fecha ni pregunta.

Veamos la cuestión de hoy, que es divertida. Como el otro día, voy a aceptar los postulados secesionistas. Incluso, sin compartir el ideal separatista. Acabo de convertirme en partidario del referéndum (obviamente, se trata de una «conversión» a puros, exclusivos y únicos efectos dialécticos) y he firmado el Manifiesto ese tan flojito. Me dispongo a ejecutar los designios inherentes a tan magno objetivo, pero… me asaltan muchas cuestiones. Tantas, que creo que esto es como firmarle a alguien un contrato con los datos esenciales en blanco para que rellene lo que le parezca.

PRIMERA CUESTIÓN. Estoy a favor del referéndum. Bravo. Quiero hacer campaña. ¿Cómo? ¿Que no está convocado el referéndum? Entonces, ¿cómo sé yo qué día se celebra el referéndum? ¿Me tengo que creer que el referéndum es en septiembre? ¿Y qué día? ¿Cómo organizo mis actos de campaña? ¿Y mi acto central y fundamental? ¿Cómo lo programo? Me dicen que hay partidos y organizaciones que han empezado a hacer campaña. Pero ¿campaña de qué? ¿De algo que no está siquiera convocado? Perdón, yo no me puedo gastar el dinero sin la autorización del interventor, que me dirá que si no hay algo tangible y real convocado, ni un céntimo para campañas.

SEGUNDA CUESTIÓN. También que alguna organización o algún partido dice que ha comenzado, incluso, la campaña del “SÍ”. El “SÍ” ¿a qué? ¿Pero no dijo el otro día Puigdemont que el SÍ podía ser la pregunta «¿Quiere que Cataluña continúe formando parte de España?«? Menudo lío. Entonces, ¿en qué sentido hago campaña? ¿SÍ o NO? ¿Qué clase de chapas encargo? Perdón, pero a ver si voy a difundir el NO y luego tengo que hacer campaña por el SÍ.

TERCERA CUESTIÓN. ¿Quién gana? ¿Cómo se gana? ¿Cuáles son las reglas de la votación? ¡Ah, sí! No sé qué de Venecia que tampoco han aclarado.

Contraargumentos a mis cuestiones: “si lo dicen, el Gobierno lo impugnará”. Por favor, qué poca confianza en Marta Rovira. Casi hasta me indigno.

CONCLUSIÓN. Quiero hacer campaña y quiero captar adeptos. No puedo, porque ni siquiera de manera informal o disimulada me explican cómo puedo hacerlo. Y no voy a malfurriar mi dinero si no hay nada serio convocado.

O sea, quieren que me apunte a un referéndum en blanco: “tú apúntate al referéndum, que las condiciones te las pondré después, por sorpresa y en dos horas. Tú fíate de mí”.

Como cualquiera con un mínimo de perspicacia habrá advertido, las tres cuestiones que planteo –y habría muchas más- son perfectamente planteables por cauces informales o alegales. Y ni siquiera eso se sabe. O sea, que estamos ante un referéndum vacío de contenido, cuya formulación en términos de deseo es, hasta la fecha, puramente instrumental. Los adheridos al referéndum lo serán muy de buena fe, pero no son más que meros peones.

Me esfuerzo en armarme intelectualmente para «aceptar» el resultado de un referéndum de secesión (la secesión gana una de diez y ya es para siempre), para «adherirme» al referéndum en sí, y no hay manera. No me formulo más que preguntas que nadie responde, pese a la inimpugnabilidad de Marta Rovira. Dicho de otro modo: ni siquiera desde una perspectiva intelectual favorable al referéndum los postulados secesionistas resultan honestos. Muchas preguntas y ninguna respuesta. Y cuando hay respuestas, son de una más que débil consistencia.

Por cierto, ¿he dicho instrumental? Como el prusés™ sigue carente de contenido intelectual para discutir, me ha parecido oportuna la siguiente cita (intento limitar las citas, porque su exceso me parece un innecesario instrumento de exhibición intelectual, también conocido como pedantería; por otra parte, no es extraño que cites a alguien porque «te favorece» y cuatro líneas más abajo «te perjudique», así que más vale crear un discurso propio) de un artículo del constitucionalista Alberto López Basaguren (comentado en otras ocasiones, no siempre de acuerdo con él) sobre el uso instrumental del referéndum:

«…hay que preguntarse si la realización de un referéndum sobre una cuestión tan trascendental como la independencia de un territorio es idónea democráticamente cuando el apoyo a la independencia no es cualitativamente mayoritario, y de forma estable y consolidada, y es el instrumento de consolidación y desarrollo de una determinada opción política; es decir, cuando el referéndum se convierte en instrumental para el reforzamiento de una determinada opción política, en lugar de instrumento de confirmación democrática de una situación sobre cuya sólida consolidación existen indicios incontrovertibles. Y, al mismo tiempo, si la expresión de una posición de desarrollo reciente, sin garantía de representar una posición consolidada del electorado, puede ser tomada como una decisión incontrovertible sobre la voluntad de independencia de un territorio.«

No sé a qué me recuerda.

La foto de un día

La entrada de hoy juega en campo contrario: la hipótesis del referéndum. Al límite de la inconsciencia, voy a aceptar como criterio la mayoría simple. O sea, quien más votos tenga gana. Y sin mínimos de participación.

Claro que pongo condiciones: seriedad. No hacer trampas ni cambiar los términos previamente fijados (por ejemplo: 18 meses «a partir de las elecciones plebiscitarias», reinterpretados como «18 meses a partir de la formación de gobierno» o, mejor aún, «no lo decía ningún programa»).

Un punto más de inconsciencia: voy a dar por buenos los datos de las encuestas del CEO sobre la secesión. En concreto, la pregunta: ¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente? 

Veamos qué pasaría en esta hipótesis de referéndum secesionista, planteado de la manera más favorable posible al separatismo. Nos servirá de referencia el gráfico elaborado por El Periódico, que es mucho más legible y visible que el del CEO. Estos son los resultados desde diciembre de 2014 hasta marzo de 2017.

En el gráfico se registran DIEZ resultados. En NUEVE de ellos, se impone el NO a la secesión, mientras que el a la secesión se impone UNA SOLA VEZ, en concreto en julio de 2016, por una diferencia de 5,3 puntos. Hasta en seis ocasiones consecutivas ganaría el NO, a la séptima va la vencida y gana el SÍ, mientras que en las tres siguientes vuelve a vencer el NO.

Hace unos días, el jurista digital de cabecera separatista decía en Twitter algo como que, dado que legalmente se decía que el referéndum no era posible, habría que plantearse el asunto desde la perspectiva de la Filosofía del Derecho. Filosofemos un poco (sin pasarse).

Cualquiera que examine el gráfico y sus potenciales consecuencias, con seriedad y sin trampas, habrá advertido que constituye un claro ejemplo de uno de los muchos motivos que se aducen contra un referéndum de secesión como el que pretende el separatismo: en una hipotética sucesión de referendos, la separación habría sido derrotada hasta seis veces, logrando repetir una séptima, en que se habría impuesto por un margen de cinco puntos. ¿Estaría justificado, en esa hipótesis, iniciar una secesión que, por definición, tiene carácter irreversible? Es más: en tres posteriores referendos, volvería a imponerse el NO a la secesión. En ese caso, ¿qué habría que hacer? ¿Continuar con la secesión, pese a saber y conocer que la población no la apoya? ¿Retrotraer y anular los efectos de la secesión y solicitar que se inicien los trámites de reunificación?

Cuando se dice que el separatismo busca la «foto de un día«, las encuestas del CEO (y eso, dándolas por buenas, lo cual tiene su aquel) confirman esta tesis. Diez referéndums, el separatismo «gana» uno por un margen poco significativo y resulta que el único que tendría verdadero carácter decisivo, vinculante y definitivo sería el favorable a la secesión. Esto es lo que plantea el separatismo: probar, probar y probar a ver si un día, por casualidad, las circunstancias operan de tal modo que se consiga un resultado favorable. Lo que se llama una «voluntat popular expressada a les urnes de forma sostinguda en el temps» (voluntad popular expresada en las urnas de forma sostenida en el tiempo; véase último párrafo del artículo citado. Aviso que es de Nació Digital, por si tenéis un tiempo limitado en vuestras vidas).

CONCLUSIÓN.  Tras este breve experimento, he recordado las palabras de Elie Kedouire en «Nacionalismo» (p.187; Alianza Editorial): «En realidad, no hay nada concluyente respecto de los plebiscitos excepto que una cierta población sometida a propaganda, presiones o estímulos opuestos votó en un día determinado de una y no de otra manera. El resultado, si es aceptado de una vez para siempre, tiene el mismo componente de arbitrariedad que cualquier otro que pueda resultar por razón de conquista o de negociación«.

¿No querían Filosofía? Ahora que leo que son tan aficionados a las cábalas (vía CEO) del referéndum unilateral, sería de agradecer que reflexionasen sobre cuestiones como la tratada en este artículo. No se preocupen: no hay peligro. Demasiada exigencia para todos esos intelectuales de los que Ignacio Vidal-Folch (autor del inolvidable y antológico «Trenes llenos de psiquiatras«; no viene a cuento, pero me gusta recordarlo) se acordaba ayer en su artículo «La responsabilidad de los intelectuales«. Soluciones y reflexiones, seguro que las puede haber de diversas clases, con distintos márgenes de apreciación. Todo lo que no suele afrontar el separatismo.

Edito: para añadir que la idea de la entrada surge a raíz de ver un tuit de Ignasi Guardans, en el que escribe lo de «foto de un día» con relación al gráfico objeto del artículo.

Los 18 meses «no lo decía ningún programa»

La Cita Falsa de hoy me llega vía Twitter, a raíz de leer que la exdiputada por ERC, Gemma Calvet, habría dicho en la tertulia de 8aldia que los famosos 18 meses, «no lo decía ningún programa«.

Indiscutiblemente, necesito ir al médico porque las voces en mi cabeza me atormentan todo el día con invenciones como «18 meses«, «pantalla pasada«, «el que no vote sí, vota no» o «España nos roba«, entre muchísimas otras.

Que esta clase de cosas (me refiero a lo de los «18 meses», como ahora se verá; he añadido esta aclaración porque puede parecer que le imputo otras del anterior párrafo, que son del separatismo en general) las diga una persona como Gemma Calvet nos demuestra hasta qué punto el prusés™ acaba con más de un intelecto.

Veamos las dos cosas que dice Calvet. No he visto la tertulia entera, pero los fragmentos, que transcurren alrededor del minuto 19:00 y 19:30 para quien la quiera ver completa, constituyen muestra clara de lo voluble que es la argumentación separatista. Vaya, que cambian de un día para otro.

1. Dice Calvet: «El resultado del 27-S no se ha respetado, porque la gente que fue votada para llevar a cabo un referéndum, ahora no les dejan hacer su programa político«.

Veamos qué decía el «programa político»…

Full de Ruta¡Rayos! ¿Preparan un referéndum para aprobar la Constitución catalana, Gemma? ¿Es ese el referéndum que no les dejan hacer? ¿El que dicen pretender realizar?

2. Segundo punto. «– … el programa de Gobierno decía un Estado en 18 meses…

  • No, perdón, eso no lo decía ningún… no, no, lo dijeron, no, lo …, perdona… no, no estoy de acuerdo, [con] esto… esto no lo decía ningún programa, ¿eh?«

Programa de Junts pel Sí. Páginas 31 y 32. Imaginad que estáis en clase y el profesor dice: «Agafin el quadern. Anem a fer un dictat«. Y lee esto del Programa de Junts Pel Sí:

CONCLUSIÓN. Es un poco aburrido y deprimente repetir que, si se justifica adecuadamente, no hay nada de malo en cambiar de opinión o rectificar. Eso no significa que el cambio o rectificación pueda librarse de críticas. Afirmar, con cara de absoluto convencimiento, lo contrario de lo que consta por escrito por parte de los fervientes defensores del plebiscito, uy, el proceso constituyente, ay, referéndum constitucional, uf, butifarréndum, es lo habitual en la democracia danesa – austriaca – sueca – finlandesa de Massachussets.

Mientras tanto, iré a que me arreglen las vocecillas de la cabeza, que sólo me dicen verdades y me impiden el ingreso en el Paraíso.

Os dejo una foto en la consulta. No revelaré si soy el tipo de la izquierda o el de la derecha.

Créditos y origen de la entrada: Mordus78 en Twitter.

EDITO: Para añadir este interesante artículo de Pau Luque titulado, cómo no, «18 mesos«.

EDITO de nuevo: Para añadir la captura de un exégeta de los 18 meses. Si alguien no sabe qué significa exégeta, lo explico en versión separatista: «Dícese del que ante la realidad literal de un texto se inventa una interpretación que se adapta a sus deseos, si puede ser autoengañándose y disculpando al que le ha propinado el engaño«. (Por cierto, Iceta se corrigió más tarde y aclaró que los 18 meses se cumplían el 27 de marzo).

Un relato perdedor

Este era el titular del Ara en fecha 18 de marzo de 2014

Y este es el titular que destaca hoy, 30 de marzo de 2017, el ARA y la mayor parte (o la totalidad) de la prensa separatista.

Para encontrar el porcentaje de catalanes a favor o en contra de la secesión hay que irse un poco abajo de la noticia. En algunos casos, como aquí en Vilaweb, ni siquiera sale el dato. Lo que se llama informar. Después están los que han montado complicadas teorías sobre el butifarréndum unilateral, que con esos ya ni me meto.

El dato a priori más importante, y más silenciado por la caverna subvencionada, evidentemente sería el porcentaje de la población que es partidaria o no de la secesión. Más que nada por saber cómo se percibe el asunto en la sociedad. Y ello con la advertencia de que en Cita Falsa no nos tomamos demasiado en serio las encuestas. Ahora afirman, según leo en EL PAÍS, que el 48,5% es contrario a la secesión y el 44,3% sería partidario.

CONCLUSIÓN. Hace años escribí que la mayoría social de la que falsamente presumía el separatismo no existía: «…uno piensa que la confianza en la existencia de una mayoría social, término usado por el secesionismo, es poca y se prefiere rebajar al máximo los requisitos exigibles para alcanzar una hipotética independencia«.

Una simple encuesta y el separatismo periodístico, que presumía de un 60% de apoyo social tres años atrás, se calla datos que están al alcance de cualquiera. Bueno, es que incluso sin prestar atención a las noticias te enteras de los porcentajes.

El titular de Nacho Martín Blanco «¿Nos toman por tontos a todos o solo a los independentistas?«, que se refería a Puigdemont y Junqueras, probablemente se pueda extender a la caverna apesebrada. 

Así que quizás los tontos son los que escriben creyendo que su audiencia se tragará su relato, ahora perdedor. Tan perdedor que tienen que fijarse en la posesión de la pelota la supuesta participación en un supuesto butifarréndum, en el que ni siquiera con los datos de la encuesta se acercarían al 50% de la población. Una minoría social y, sean cuales sean los porcentajes, un relato perdedor.

El Manifiesto de los 500

Hace unos días, y en lo que parece una apresurada respuesta al Manifiesto «El Derecho, al servicio de las Libertades«, se ha hecho público un Manifiesto titulado «Manifest de juristes a favor del dret dels ciutadans i ciutadanes de Catalunya a celebrar un referèndum per decidir el futur polític de Catalunya«.

Firmado por juristas de reconocido prestigio, es un manifiesto por la secesión, que desliza muchos de los prejuicios y frases hechas del separatismo. Leeremos hasta la palabra «conflicto«, que sorprende un poco en un Manifiesto de carácter jurídico. Por otra parte, y siendo como es polémica la posibilidad de celebrar un referéndum, también me sorprende la profusión de argumentos autoevidentes que hacen supuesto de la cuestión. Dicho en términos menos jurídicos: dan por incontestable que se puede celebrar el referéndum, cuando eso todavía es objeto de discusión. (Y, por otra parte, ha sido varias veces resuelto por el TC en el sentido de que debe realizarse por la vía de la reforma constitucional. Y si no te gusta, busca otras vías o modos de lograrlo, pero no «porque sí»).

En fin, vamos al comentario del Manifiesto. Como es un poco largo, he intentado que mis comentarios sean relativamente breves si ello es posible. Tampoco se trata de montar una tesis y sí de destacar algunas cuestiones:

Seguir leyendo El Manifiesto de los 500

La permanente desmemoria de la marmota

Acabo de leer en EL PAIS el artículo firmado por Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, bajo el título: «Que gane el diálogo, que las urnas decidan» .

Una falsa oda a las supuestas bondades de un referéndum pactado, con frases como:

«(…)

En consecuencia, el escenario del referéndum acordado es el que desearíamos en Catalunya. (…)

Así las cosas, parece bastante indiscutible que la actitud del Gobierno catalán y del Parlament de Catalunya se asemeja a la posición escocesa (dialogar y acordar un referéndum), pero que la actitud del Gobierno español y las Cortes Generales no se parece en lo más mínimo a la del Gobierno y el Parlamento británicos (…)

Si se mantiene el rechazo frontal no es ninguna sorpresa que reiteremos que no vamos a renunciar a ejercer ese derecho. Vamos a hacer lo indecible para que los ciudadanos de Catalunya puedan votar en 2017, en un referéndum de autodeterminación. Estamos en esto por convicción y compromiso, rindiendo cuentas ante los electores«

¿Y por qué es una falsa oda al referéndum pactado? Pues por esto (gracias Juanmari, te me has adelantado) que se publicaba, también en EL PAÍS, el día 6 de septiembre de 2015, con el título «A los españoles«, firmado, entre otros, por Artur Mas, Oriol Junqueras, Raül Romeva o Carme Forcadell, con frases de este tipo:

«Catalunya es y va a seguir siendo una sociedad democrática, que respeta la voluntad de sus ciudadanos.

(…)

Pero que nadie se lleve a engaño. No hay vuelta atrás, ni Tribunal Constitucional que coarte la democracia, ni Gobiernos que soslayen la voluntad de los catalanes. Ellos van a decidir sin ningún género de dudas. Y tan democrático es volver a las andadas como recorrer un nuevo camino. Ante eso sólo cabe emplazar a todos los demócratas a ser consecuentes y asumir el mandato popular. De eso va el 27 de setiembre, de decidir si queremos forjar una Catalunya que se asemeje a Holanda o Suecia, que rija su destino con plena capacidad, o seguir por los mismos derroteros.

Se trata de decidir nuestra relación con el conjunto de España (…)«

El 27 de septiembre de 2015 votaron su autoplebiscito. El 6 de septiembre decían que ese día se votaría para decidir si se forjaba una Cataluña como Holanda (se supone que, como mínimo, tipo Wilders). Como todos sabemos, ese autoplebiscito lo perdieron. Y no aceptaron su autoderrota en su autoplebiscito. La marmota del Neveréndum no recuerda lo escrito en septiembre de 2015 y nos glosa los beneficios del referéndum, cuando hace año y medio el autoplebiscito era lo más cool.

Conclusión. Venga, circulen, que aquí no hay nada que ver. Bueno, sí: ¿dicen Puigdemont y Junqueras que el artículo de 6 de septiembre de 2015 era un engaño? Qué sorpresa. Si es que me lo ponen hasta por escrito, nada menos que en EL PAÍS, que el «voto de su vida» fue un engaño. Un voto para decidir la secesión si los partidos separatistas ganaban el autoplebiscito de normas desconocidas y por nadie aceptadas; un voto para un referéndum si no se imponían en ese autoplebiscito. Después se sorprenden de que esté en contra de la secesión y de un referéndum trucado.