He leído estos días que puede ser que en el mes de junio se haga pública la fecha del referéndum unilateral secesionista y la pregunta. Resulta extraño que estos sencillos datos sean tan difíciles de anunciar si Marta Rovira asegura que la Ley del Golpe de Estado será inimpugnable. Misterios que no están a mi alcance.
Más extraño y misterioso resulta que no se anuncie, como mínimo, de manera informal. Dicho de otro modo: pones al idolatrado y caído en desgracia temporal Santiago Vidal en una conferencia para que diga «la pregunta es esta y la fecha esta otra» y eso es imparable.
Bueno, sea como sea, incluso con requerimientos del TC por en medio, es posible concretar fecha y pregunta. En junio, en abril, en enero y hasta en octubre del año pasado. Sin embargo, a cinco meses y medio de la supuesta fecha del referéndum más importante de la Historia Universal, no tenemos ni fecha ni pregunta.
Veamos la cuestión de hoy, que es divertida. Como el otro día, voy a aceptar los postulados secesionistas. Incluso, sin compartir el ideal separatista. Acabo de convertirme en partidario del referéndum (obviamente, se trata de una «conversión» a puros, exclusivos y únicos efectos dialécticos) y he firmado el Manifiesto ese tan flojito. Me dispongo a ejecutar los designios inherentes a tan magno objetivo, pero… me asaltan muchas cuestiones. Tantas, que creo que esto es como firmarle a alguien un contrato con los datos esenciales en blanco para que rellene lo que le parezca.
PRIMERA CUESTIÓN. Estoy a favor del referéndum. Bravo. Quiero hacer campaña. ¿Cómo? ¿Que no está convocado el referéndum? Entonces, ¿cómo sé yo qué día se celebra el referéndum? ¿Me tengo que creer que el referéndum es en septiembre? ¿Y qué día? ¿Cómo organizo mis actos de campaña? ¿Y mi acto central y fundamental? ¿Cómo lo programo? Me dicen que hay partidos y organizaciones que han empezado a hacer campaña. Pero ¿campaña de qué? ¿De algo que no está siquiera convocado? Perdón, yo no me puedo gastar el dinero sin la autorización del interventor, que me dirá que si no hay algo tangible y real convocado, ni un céntimo para campañas.
SEGUNDA CUESTIÓN. También que alguna organización o algún partido dice que ha comenzado, incluso, la campaña del “SÍ”. El “SÍ” ¿a qué? ¿Pero no dijo el otro día Puigdemont que el SÍ podía ser la pregunta «¿Quiere que Cataluña continúe formando parte de España?«? Menudo lío. Entonces, ¿en qué sentido hago campaña? ¿SÍ o NO? ¿Qué clase de chapas encargo? Perdón, pero a ver si voy a difundir el NO y luego tengo que hacer campaña por el SÍ.
TERCERA CUESTIÓN. ¿Quién gana? ¿Cómo se gana? ¿Cuáles son las reglas de la votación? ¡Ah, sí! No sé qué de Venecia que tampoco han aclarado.
Contraargumentos a mis cuestiones: “si lo dicen, el Gobierno lo impugnará”. Por favor, qué poca confianza en Marta Rovira. Casi hasta me indigno.
CONCLUSIÓN. Quiero hacer campaña y quiero captar adeptos. No puedo, porque ni siquiera de manera informal o disimulada me explican cómo puedo hacerlo. Y no voy a malfurriar mi dinero si no hay nada serio convocado.
O sea, quieren que me apunte a un referéndum en blanco: “tú apúntate al referéndum, que las condiciones te las pondré después, por sorpresa y en dos horas. Tú fíate de mí”.
Como cualquiera con un mínimo de perspicacia habrá advertido, las tres cuestiones que planteo –y habría muchas más- son perfectamente planteables por cauces informales o alegales. Y ni siquiera eso se sabe. O sea, que estamos ante un referéndum vacío de contenido, cuya formulación en términos de deseo es, hasta la fecha, puramente instrumental. Los adheridos al referéndum lo serán muy de buena fe, pero no son más que meros peones.
Me esfuerzo en armarme intelectualmente para «aceptar» el resultado de un referéndum de secesión (la secesión gana una de diez y ya es para siempre), para «adherirme» al referéndum en sí, y no hay manera. No me formulo más que preguntas que nadie responde, pese a la inimpugnabilidad de Marta Rovira. Dicho de otro modo: ni siquiera desde una perspectiva intelectual favorable al referéndum los postulados secesionistas resultan honestos. Muchas preguntas y ninguna respuesta. Y cuando hay respuestas, son de una más que débil consistencia.
Por cierto, ¿he dicho instrumental? Como el prusés™ sigue carente de contenido intelectual para discutir, me ha parecido oportuna la siguiente cita (intento limitar las citas, porque su exceso me parece un innecesario instrumento de exhibición intelectual, también conocido como pedantería; por otra parte, no es extraño que cites a alguien porque «te favorece» y cuatro líneas más abajo «te perjudique», así que más vale crear un discurso propio) de un artículo del constitucionalista Alberto López Basaguren (comentado en otras ocasiones, no siempre de acuerdo con él) sobre el uso instrumental del referéndum:
«…hay que preguntarse si la realización de un referéndum sobre una cuestión tan trascendental como la independencia de un territorio es idónea democráticamente cuando el apoyo a la independencia no es cualitativamente mayoritario, y de forma estable y consolidada, y es el instrumento de consolidación y desarrollo de una determinada opción política; es decir, cuando el referéndum se convierte en instrumental para el reforzamiento de una determinada opción política, en lugar de instrumento de confirmación democrática de una situación sobre cuya sólida consolidación existen indicios incontrovertibles. Y, al mismo tiempo, si la expresión de una posición de desarrollo reciente, sin garantía de representar una posición consolidada del electorado, puede ser tomada como una decisión incontrovertible sobre la voluntad de independencia de un territorio.«
No sé a qué me recuerda.