Acabo de leer en EL PAIS el artículo firmado por Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, bajo el título: «Que gane el diálogo, que las urnas decidan» .
Una falsa oda a las supuestas bondades de un referéndum pactado, con frases como:
«(…)
En consecuencia, el escenario del referéndum acordado es el que desearíamos en Catalunya. (…)
Así las cosas, parece bastante indiscutible que la actitud del Gobierno catalán y del Parlament de Catalunya se asemeja a la posición escocesa (dialogar y acordar un referéndum), pero que la actitud del Gobierno español y las Cortes Generales no se parece en lo más mínimo a la del Gobierno y el Parlamento británicos (…)
Si se mantiene el rechazo frontal no es ninguna sorpresa que reiteremos que no vamos a renunciar a ejercer ese derecho. Vamos a hacer lo indecible para que los ciudadanos de Catalunya puedan votar en 2017, en un referéndum de autodeterminación. Estamos en esto por convicción y compromiso, rindiendo cuentas ante los electores«
¿Y por qué es una falsa oda al referéndum pactado? Pues por esto (gracias Juanmari, te me has adelantado) que se publicaba, también en EL PAÍS, el día 6 de septiembre de 2015, con el título «A los españoles«, firmado, entre otros, por Artur Mas, Oriol Junqueras, Raül Romeva o Carme Forcadell, con frases de este tipo:
«Catalunya es y va a seguir siendo una sociedad democrática, que respeta la voluntad de sus ciudadanos.
(…)
Pero que nadie se lleve a engaño. No hay vuelta atrás, ni Tribunal Constitucional que coarte la democracia, ni Gobiernos que soslayen la voluntad de los catalanes. Ellos van a decidir sin ningún género de dudas. Y tan democrático es volver a las andadas como recorrer un nuevo camino. Ante eso sólo cabe emplazar a todos los demócratas a ser consecuentes y asumir el mandato popular. De eso va el 27 de setiembre, de decidir si queremos forjar una Catalunya que se asemeje a Holanda o Suecia, que rija su destino con plena capacidad, o seguir por los mismos derroteros.
Se trata de decidir nuestra relación con el conjunto de España (…)«
El 27 de septiembre de 2015 votaron su autoplebiscito. El 6 de septiembre decían que ese día se votaría para decidir si se forjaba una Cataluña como Holanda (se supone que, como mínimo, tipo Wilders). Como todos sabemos, ese autoplebiscito lo perdieron. Y no aceptaron su autoderrota en su autoplebiscito. La marmota del Neveréndum no recuerda lo escrito en septiembre de 2015 y nos glosa los beneficios del referéndum, cuando hace año y medio el autoplebiscito era lo más cool.
Conclusión. Venga, circulen, que aquí no hay nada que ver. Bueno, sí: ¿dicen Puigdemont y Junqueras que el artículo de 6 de septiembre de 2015 era un engaño? Qué sorpresa. Si es que me lo ponen hasta por escrito, nada menos que en EL PAÍS, que el «voto de su vida» fue un engaño. Un voto para decidir la secesión si los partidos separatistas ganaban el autoplebiscito de normas desconocidas y por nadie aceptadas; un voto para un referéndum si no se imponían en ese autoplebiscito. Después se sorprenden de que esté en contra de la secesión y de un referéndum trucado.