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Un relato perdedor

Este era el titular del Ara en fecha 18 de marzo de 2014

Y este es el titular que destaca hoy, 30 de marzo de 2017, el ARA y la mayor parte (o la totalidad) de la prensa separatista.

Para encontrar el porcentaje de catalanes a favor o en contra de la secesión hay que irse un poco abajo de la noticia. En algunos casos, como aquí en Vilaweb, ni siquiera sale el dato. Lo que se llama informar. Después están los que han montado complicadas teorías sobre el butifarréndum unilateral, que con esos ya ni me meto.

El dato a priori más importante, y más silenciado por la caverna subvencionada, evidentemente sería el porcentaje de la población que es partidaria o no de la secesión. Más que nada por saber cómo se percibe el asunto en la sociedad. Y ello con la advertencia de que en Cita Falsa no nos tomamos demasiado en serio las encuestas. Ahora afirman, según leo en EL PAÍS, que el 48,5% es contrario a la secesión y el 44,3% sería partidario.

CONCLUSIÓN. Hace años escribí que la mayoría social de la que falsamente presumía el separatismo no existía: «…uno piensa que la confianza en la existencia de una mayoría social, término usado por el secesionismo, es poca y se prefiere rebajar al máximo los requisitos exigibles para alcanzar una hipotética independencia«.

Una simple encuesta y el separatismo periodístico, que presumía de un 60% de apoyo social tres años atrás, se calla datos que están al alcance de cualquiera. Bueno, es que incluso sin prestar atención a las noticias te enteras de los porcentajes.

El titular de Nacho Martín Blanco «¿Nos toman por tontos a todos o solo a los independentistas?«, que se refería a Puigdemont y Junqueras, probablemente se pueda extender a la caverna apesebrada. 

Así que quizás los tontos son los que escriben creyendo que su audiencia se tragará su relato, ahora perdedor. Tan perdedor que tienen que fijarse en la posesión de la pelota la supuesta participación en un supuesto butifarréndum, en el que ni siquiera con los datos de la encuesta se acercarían al 50% de la población. Una minoría social y, sean cuales sean los porcentajes, un relato perdedor.

Un referéndum vinculante, ¿a quién vincula?

El soporífero asunto del BUI (Butifarréndum Unilateral de Independencia) está consumiendo buena parte de las energías del procesismo, a la vez que manifiesta sus numerosas contradicciones.

Tenemos a Jordi Sànchez de gira por los medios de comunicación explicando las supuestas virtudes del BUI. Como ya sabe el lector habitual de Cita Falsa, la defensa del BUI por parte de Sànchez no aguanta la primera página de resultados de Google. Si recordamos lo que decía el separatismo y el mismo Sànchez hace un año, estábamos en unas plebiscitarias: «Hem entrat en una lògica plebiscitària, ahir ho va reconèixer Mariano Rajoy. El que estarem votant és una llista favorable al sí o una llista favorable al no.». Y como el resultado de su autoplebiscito no les fue favorable, la solución es inventar el BUI.

Mi mayor crítica al separatismo no es que cambie de opinión, sino en la velocidad con la que lo hace y cómo se contradice de un año para otro, hasta olvidarse de sus propias reglas. La deshonestidad de la estrategia seguida es impresionante. Y luego dicen que esto va de abajo a arriba. En fin, sigamos con Sànchez.

Entre las inconsistencias de Sànchez de un día para otro, me llama poderosamente la atención que, a finales de 2016, el separatismo sea totalmente incapaz de articular un discurso coherente con el referéndum. Probablemente sea a causa de la aplicación de uno de los principios fundamentales del separatismo: «lo tenemos todo previsto, pero no vamos a enseñar las cartas»  (en esta entrevista en Gara, de julio del año pasado, Sànchez, fiel a los principios del movimiento, dijo: «Hay todo un trabajo y una estrategia encima de la mesa, está perfilada, pero no es necesario explicar todos los detalles«).

Algo que repite Sànchez en sus entrevistas es que el referéndum sea vinculante. Huelga decir que afirmar que un referéndum es vinculante no le da esa cualidad, como han llegado a reconocer algunos ilustres defensores de la secesión, así que la cuestión de esta entrada es el alcance que tendría esa vinculación en caso de que el hipotético referéndum se llevase a cabo.

Es decir: ¿a qué vincularía el referéndum separatista? (Nota: al contrario de la cortísima memoria del separatismo, yo sí recuerdo haber escrito algo sobre irreversibilidad de la secesión y otras minucias de un referéndum).

Si ganase la opción favorable a la secesión, parece que, según Sànchez, el resultado vincularía de tal modo que la secesión sería obligatoria. Y, como bien sabemos, la secesión es irreversible.

Si ganase la opción contraria a la secesión, ¿a qué se vincula Sànchez? Si la vinculación es a que Cataluña continúe integrada en España, no está mal pero es insuficiente. Insuficiente porque es la situación actual. Haría falta algún incentivo, ¿no? Yo qué sé: vinculación para que que nunca más se pueda celebrar otro referéndum. Venga, para que no se diga que exagero: como mínimo, no se podrá votar otra vez hasta que fallezca el último de los votantes en el referéndum de secesión. Eso es vinculación. Ahora, si la vinculación es la misma que la generada por su autoplebiscito (poco más de tres meses), casi mejor lo dejamos para otra era.

Conclusión. En primera instancia, la palabrería del separatismo hasta resulta efectista. ¡Un referéndum vinculante! ¡Decisivo! Es aplicarle un mínimo juicio crítico -y recordar alguna entrevista en que se dijo lo contrario a lo que ahora se defiende- y el efecto se desvanece.

No me extrañaría nada que el próximo 11-S, en alguna de las manifestaciones, se diga que el BUI es de verdad, como en este vídeo, que los más jóvenes quizás no acabaréis de situar (lo siento; por cierto, los vídeos dan pereza de ver, pero sólo son unos segundos y seguro que estaréis de acuerdo con su contenido)…