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Una extraña forma de conseguir apoyos

Si a alguien le faltan argumentos -que no creo- para ignorar el Misterio de la Ley de las Cajitas, Antoni Bassas proporciona un párrafo entero en el diari ARA en su editorial: «La gent que no vol que es voti«.

Yo no es que haga demasiado caso a Bassas, y menos desde que, cuando los disturbios de Can Vies, dijo esto en TV3:

El vídeo (de hace tres años; cómo pasa el tiempo) es para ponerse en antecedentes del nivel del periodista, que dice que no tiene pruebas, pero por si acaso lanza la piedra.

Bien, volvamos a la pieza de Bassas, que es un incunable para el Museo de los Horrores del Prusés™.

El párrafo de Bassas, que contiene una de las mayores concentraciones de insultos  por letra cuadrada jamás leídas:

«En efecte, a Catalunya hi ha molta gent que no és que vulgui votar que ‘no’, sinó que no vol votar. Que només votaria ‘no’ si l’estat espanyol li digués “Pots votar ‘no’ perquè jo, Estat, autoritzo el referèndum”. Persones que necessiten allò que deien abans del bons del Tresor: “Con la garantía del Estado”. Persones que per por de l’Estat, per por de quedar-se en minoria en la Catalunya independent, per convenciment, per segles de supeditació mental no conceben cap altra font de legitimitat que el que digui el govern espanyol, encara que des de fa 40 anys els hagin dit que la sobirania nacional els correspon a elles, com a part del poble espanyol. Gent que no vol votar. Que té un bloqueig a acceptar que el 48% dels seus veïns vulguin la independència. Els del ‘sí’ esperen el referèndum amb alegria, gairebé com un alliberament (amb por de perdre, només, però amb l’alegria de celebrar-lo), i donat el cas, molts del ‘no’ l’esperen amb aprensió, amb angúnia. D’això va tota la política comunicativa del govern espanyol i els partits que li fan costat: de convertir l’1-O en un assumpte brut i delictiu, de deslegitimar-lo.«

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Hablar de lo que no existe

Como la Ley del Butifarréndum no existe, no vale la pena hablar de ella, pese a que, al escribir que no existe, acepte que puede que exista.

Antes de entrar sobre esa cuestión inicial, sí que me interesa hacer alguna mención a la frustración detectada entre el separatismo publicado (en especial, contra los Comunes; sin que falten las clásicas apelaciones los «traidores»), a consecuencia de la reacción entre displicente, de falta de adhesión, indiferente y de rechifla generada por la «presentación» de la Ley-Inexistente Con-la-Que-Se-Dice-Querer-Celebrar-un-Referéndum. Buena parte del separatismo no lo quiere entender (o no lo entiende), pero si no has logrado un consenso «interno« (es decir, en Cataluña; y resalto las comillas de «interno» para destacar el repelús de la etiqueta), cómo demonios vas a obtener el beneplácito «externo». Que José Antonio Zarzalejos sea capaz de entenderlo, captarlo y explicarlo mucho mejor que la mayoría de los separatistas adoctrinados (ahora entro sobre esto) es una buena muestra de la ignorancia que gobierna en ese separatismo al que me refiero.

Sobre el adoctrinamiento, leía esta mañana a Josep Ramoneda, quien afirma en EL PAIS que: «L’independentisme és un projecte d’ampli espectre social, lluny del mite del nacionalisme com a recurs ideològic de la burgesia…» [El independentismo es un proyecto de amplio espectro social, lejos del mito del nacionalismo como recurso ideológico de la burguesía…]. Interesante apreciación, si no fuera porque Vilaweb (y otros medios) publica que: «L’ANC i Òmnium despleguen l’estelada més gran del món a Sant Cugat«. Nada  de nacionalismo; nada de recursos ideológicos. Risas aseguradas. Y eso que, según Ramoneda, no me entero.

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Lo que no existe

Dice un latinajo de esos cuyas palabras no recuerdo que «lo que no está en los autos, no está en el mundo«. Quiere decir que, si una prueba (un documento, el testimonio de una persona determinada) no está dentro del procedimiento, es lo mismo que si no existiera. O sea, que si te guardas el documento clave en tu carpeta y no lo aportas al proceso, no vale para nada.

Es lo que sucede con la Ley del Fraude, digo, del Referéndum, que unos señores dicen que la tienen elaborada, pero no la presentan en el lugar competente, que sería el Registro General del Parlamento de Cataluña. Pues si no está allí, no existe. Si no existe, lo de hoy ha sido lo mismo que dar largas para ganar tiempo, técnica que a veces uno tiene que usar cuando se le ha retrasado algún trabajo.

El que opine igual que yo, bien, y el que no, pues también; cada uno se engaña en esta vida como quiere. Unos, a base de alcohol (causa y solución de todos los problemas); otros, a base de Prusés™.

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Frases que se repiten

Es probable que lo más destacado de hoy, entre la retahíla de memeces frases sin sentido que han recogido los medios de comunicación, haya sido el requerimiento de Puigdemont al Presidente del Gobierno, que figura en este titular del ARA: «Puigdemont desafia Rajoy a aclarir si està disposat a «utilitzar la força» per impedir el referèndum«.

El requerimiento, al parecer, se ha formulado tal como refleja esta imagen que otras veces ya se ha usado en el blog.

Que se ponga El Prusés

Lo que pasa es que, en esto del Prusés™, la falta de memoria del secesionismo con las frases que pronuncian es compensada por mi legendaria memoria, capaz de recordar esto de Oriol Junqueras, vía ERC, nada menos que del 24 de octubre de 2012: «Junqueras demana al Govern espanyol que es comprometi públicament a no utilitzar les forces armades«.

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Puigdemont confirma las teorías del blog

A estas alturas, creo que entre artículos y comentarios tenemos bastante agotado el tema del Prusés™, porque le hemos dado la vuelta y el revés sobre multitud de cuestiones, así que no desarrollaré demasiado el asunto. Está ya escrito a lo largo de tres años y medio.

El tema es este:

  1. Soraya Sáenz de Santamaría ofrece a Carles Puigdemont que vaya al Congreso de los Diputados a explicar su propuesta secesionista. La Vicepresidenta ha dicho: «Todo puede plantearse pero siguiendo las reglas, la Constitución y el reglamento de las Cortes«.
  2. La respuesta de Carles Puigdemont está en la línea de lo que en el blog se ha mantenido durante tres años y medio que haría el secesionismo: no acepta.

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Conexiones internacionales del Procés

Algo de lo que le gusta presumir al secesionismo es de sus conexiones internacionales, que son más bien escasas. Eso ha provocado que se junte con el primero que pasa, lo cual ha dado motivos para fáciles críticas, como el divertido episodio de Romeva en Finlandia. Que tus amigos no sean ejemplares al cien por cien o no se ajusten exactamente al canon ideal, no debería escandalizar a nadie en política: siempre podemos encontrar algo que no nos guste, decisiones dudosas, equivocadas, un paso en falso del que luego uno se arrepiente o, habiendo intentado arreglarlo, no ha podido, etc. El error, la equivocación, hasta inclinaciones políticas que nos pueden parecer censurables, siempre tienen un margen de apreciación.

El problema para el secesionismo es que se jacta de ejemplaridad, de ser distinto, de cumplir los más exigentes requisitos democráticos… y luego se junta con los Verdaderos Finlandeses, entre muchos otros grupos o personajes peculiares. Esto es algo que parte del secesionismo no ha entendido: la crítica es muy fácil si dices que eres el mejor entre los mejores. Cualquier falta te la van a reprochar. En cambio, si aceptas que, aun intentando ser ejemplar, te vas a equivocar o que no puedes asegurar que todo será ideal, tienes un margen mucho mayor. Como el secesionismo es ejemplar, pues vamos a verlo.

Entre los personajes peculiares que blande el Prusés, tenemos al Congresista republicano Dana Rohrabacher, en referencia al cual el Presidente Puigdemont habría llegado a decir: «congressistes dels EUA ens diuen que sempre tenim la porta del seu despatx oberta«. El Congresista Rohrabacher, a decir por lo que se encuentra en Google, parece peculiar. Como siempre, nada a decir: yo también puedo ser considerado peculiar.

Claro que en el Washington Post no hablan de mí y sí de Rohrabacher (la noticia principal es Trump), como explica hoy EL PAÍS.

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Los nuevos aires del blog

Ahora que sabemos que nos leen, el blog cambia un poco, para adaptarse a los nuevos aires de expresión necesarios ante tamaña responsabilidad. Es decir, que a la hora de efectuar valoraciones o juicios de opinión, el comedimiento y la mesura pasan a ser la nueva norma (léase esta última frase con cierta suficiencia, como quien habla con la espalda recta cual palo de escoba).

Propongo, a fin de comprobar estos nuevos aires del blog, examinar, con espíritu constructivo, el último artículo en el Ara de Salvador Cardús, intelectual prestigioso, cuya consistencia argumental era puesta en duda por quien suscribe y algunos de los más doctos y agudos comentaristas del blog.

El título es prometedor: «Un dret permanent a decidir«. En un alarde de sutileza, Cardús relaciona los escándalos del Castor y del Canal de Isabel II con la imperiosa necesidad de la secesión, con fragmentos tan redondos como:

«…aquests dos casos (…) són un indicador  d’un sistema generalitzat de corrupció política, de la feblesa dels controls democràtics per impedir-la i, en definitiva, de la submissió de l’estat espanyol a alguns putrefactes poders econòmics

(…)

Tot i la brutalitat dels casos esmentats, els responsables d’aquests crims polítics semblen ser-hi immunes. (…)  I als espanyols ni se’ls acut que puguin escapar d’aquest femer!«

Es una pena que, aun teniendo parte de razón, el artículo de hoy de Cardús haya coincidido con las revelaciones de la supuesta existencia de una Madre Superiora en Cataluña, de la que nadie se apercibió en 23 años, al igual que ese Misterio llamado 3-4%. Digo supuesta porque, presunción de inocencia (y prescripción) aparte, bien sabemos que con el tema de la religión siempre existe la duda y la eterna discusión sobre las pruebas de la existencia de Dios. Imaginad, un pueblo elegido que durante décadas vivió (presuntamente) con una Madre Superiora (presuntamente) a la cabeza y nunca nadie se enteró. En el que presuntamente existió una práctica generalizada a un nivel del 3-4%. Si eso fuera verdad, ¿sería indicador de un sistema generalizado de corrupción política?, ¿de la inexistencia (no debilidad, como dice Cardús) de controles democráticos?, ¿de la sumisión del sistema completo a putrefactos poderes de no sé qué tipo? Como digo, todo esto es supuesto y es presunto. Y nunca nadie supo ni vio nada en Cataluña. ¡Y a nadie en Cataluña se le ocurre escapar de este supuesto lodazal en que ni los sapos vivirían!

Ahí subyace (nuevos aires, nuevo lenguaje) mi énfasis en el juicio negativo al argumento nuclear de Cardús, quien recurre -en contra de su brillante trayectoria- al habitual, manido y repetido argumento de que somos los mejores y que se trata «de confiar profundament que els catalans, en cada elecció futura, decidiran el millor en cada moment«, que es una frase, por supuesto, obtenida de los mejores manuales eclesiásticos, como los que (presuntamente) debía manejar la supuesta Madre Superiora.

CONCLUSIONES. Cardús, en definitiva, nos propone huir del resto de España ante escándalos como los que ha indicado en su artículo, pese a que existe un sistema judicial que abre procesos sin cesar y enjuicia y condena por doquier. La lástima del artículo de Cardús -de quien una vez se escribió por aquí que sus argumentos eran contrarios a la verdad y la rectitud en el proceso intelectivo- es que opta por preterir y obviar lo que sucede delante de su patio: la Virgen estaba ahí, y aun existiendo pruebas fehacientes de su existencia, dice que no la ve. Misterios de la Fe nacionalista que la razón no puede resolver.

Nota final: sé que este tipo de redacción resulta pedante y fatuo. Sin embargo, la nueva dimensión comunicativa obliga a ello y Cardús bien que lo merece.

Un referéndum vacío de contenido

He leído estos días que puede ser que en el mes de junio se haga pública la fecha del referéndum unilateral secesionista y la pregunta. Resulta extraño que estos sencillos datos sean tan difíciles de anunciar si Marta Rovira asegura que la Ley del Golpe de Estado será inimpugnable. Misterios que no están a mi alcance.

Más extraño y misterioso resulta que no se anuncie, como mínimo, de manera informal. Dicho de otro modo: pones al idolatrado y caído en desgracia temporal Santiago Vidal en una conferencia para que diga «la pregunta es esta y la fecha esta otra» y eso es imparable.

Bueno, sea como sea, incluso con requerimientos del TC por en medio, es posible concretar fecha y pregunta. En junio, en abril, en enero y hasta en octubre del año pasado. Sin embargo, a cinco meses y medio de la supuesta fecha del referéndum más importante de la Historia Universal, no tenemos ni fecha ni pregunta.

Veamos la cuestión de hoy, que es divertida. Como el otro día, voy a aceptar los postulados secesionistas. Incluso, sin compartir el ideal separatista. Acabo de convertirme en partidario del referéndum (obviamente, se trata de una «conversión» a puros, exclusivos y únicos efectos dialécticos) y he firmado el Manifiesto ese tan flojito. Me dispongo a ejecutar los designios inherentes a tan magno objetivo, pero… me asaltan muchas cuestiones. Tantas, que creo que esto es como firmarle a alguien un contrato con los datos esenciales en blanco para que rellene lo que le parezca.

PRIMERA CUESTIÓN. Estoy a favor del referéndum. Bravo. Quiero hacer campaña. ¿Cómo? ¿Que no está convocado el referéndum? Entonces, ¿cómo sé yo qué día se celebra el referéndum? ¿Me tengo que creer que el referéndum es en septiembre? ¿Y qué día? ¿Cómo organizo mis actos de campaña? ¿Y mi acto central y fundamental? ¿Cómo lo programo? Me dicen que hay partidos y organizaciones que han empezado a hacer campaña. Pero ¿campaña de qué? ¿De algo que no está siquiera convocado? Perdón, yo no me puedo gastar el dinero sin la autorización del interventor, que me dirá que si no hay algo tangible y real convocado, ni un céntimo para campañas.

SEGUNDA CUESTIÓN. También que alguna organización o algún partido dice que ha comenzado, incluso, la campaña del “SÍ”. El “SÍ” ¿a qué? ¿Pero no dijo el otro día Puigdemont que el SÍ podía ser la pregunta «¿Quiere que Cataluña continúe formando parte de España?«? Menudo lío. Entonces, ¿en qué sentido hago campaña? ¿SÍ o NO? ¿Qué clase de chapas encargo? Perdón, pero a ver si voy a difundir el NO y luego tengo que hacer campaña por el SÍ.

TERCERA CUESTIÓN. ¿Quién gana? ¿Cómo se gana? ¿Cuáles son las reglas de la votación? ¡Ah, sí! No sé qué de Venecia que tampoco han aclarado.

Contraargumentos a mis cuestiones: “si lo dicen, el Gobierno lo impugnará”. Por favor, qué poca confianza en Marta Rovira. Casi hasta me indigno.

CONCLUSIÓN. Quiero hacer campaña y quiero captar adeptos. No puedo, porque ni siquiera de manera informal o disimulada me explican cómo puedo hacerlo. Y no voy a malfurriar mi dinero si no hay nada serio convocado.

O sea, quieren que me apunte a un referéndum en blanco: “tú apúntate al referéndum, que las condiciones te las pondré después, por sorpresa y en dos horas. Tú fíate de mí”.

Como cualquiera con un mínimo de perspicacia habrá advertido, las tres cuestiones que planteo –y habría muchas más- son perfectamente planteables por cauces informales o alegales. Y ni siquiera eso se sabe. O sea, que estamos ante un referéndum vacío de contenido, cuya formulación en términos de deseo es, hasta la fecha, puramente instrumental. Los adheridos al referéndum lo serán muy de buena fe, pero no son más que meros peones.

Me esfuerzo en armarme intelectualmente para «aceptar» el resultado de un referéndum de secesión (la secesión gana una de diez y ya es para siempre), para «adherirme» al referéndum en sí, y no hay manera. No me formulo más que preguntas que nadie responde, pese a la inimpugnabilidad de Marta Rovira. Dicho de otro modo: ni siquiera desde una perspectiva intelectual favorable al referéndum los postulados secesionistas resultan honestos. Muchas preguntas y ninguna respuesta. Y cuando hay respuestas, son de una más que débil consistencia.

Por cierto, ¿he dicho instrumental? Como el prusés™ sigue carente de contenido intelectual para discutir, me ha parecido oportuna la siguiente cita (intento limitar las citas, porque su exceso me parece un innecesario instrumento de exhibición intelectual, también conocido como pedantería; por otra parte, no es extraño que cites a alguien porque «te favorece» y cuatro líneas más abajo «te perjudique», así que más vale crear un discurso propio) de un artículo del constitucionalista Alberto López Basaguren (comentado en otras ocasiones, no siempre de acuerdo con él) sobre el uso instrumental del referéndum:

«…hay que preguntarse si la realización de un referéndum sobre una cuestión tan trascendental como la independencia de un territorio es idónea democráticamente cuando el apoyo a la independencia no es cualitativamente mayoritario, y de forma estable y consolidada, y es el instrumento de consolidación y desarrollo de una determinada opción política; es decir, cuando el referéndum se convierte en instrumental para el reforzamiento de una determinada opción política, en lugar de instrumento de confirmación democrática de una situación sobre cuya sólida consolidación existen indicios incontrovertibles. Y, al mismo tiempo, si la expresión de una posición de desarrollo reciente, sin garantía de representar una posición consolidada del electorado, puede ser tomada como una decisión incontrovertible sobre la voluntad de independencia de un territorio.«

No sé a qué me recuerda.

La foto de un día

La entrada de hoy juega en campo contrario: la hipótesis del referéndum. Al límite de la inconsciencia, voy a aceptar como criterio la mayoría simple. O sea, quien más votos tenga gana. Y sin mínimos de participación.

Claro que pongo condiciones: seriedad. No hacer trampas ni cambiar los términos previamente fijados (por ejemplo: 18 meses «a partir de las elecciones plebiscitarias», reinterpretados como «18 meses a partir de la formación de gobierno» o, mejor aún, «no lo decía ningún programa»).

Un punto más de inconsciencia: voy a dar por buenos los datos de las encuestas del CEO sobre la secesión. En concreto, la pregunta: ¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente? 

Veamos qué pasaría en esta hipótesis de referéndum secesionista, planteado de la manera más favorable posible al separatismo. Nos servirá de referencia el gráfico elaborado por El Periódico, que es mucho más legible y visible que el del CEO. Estos son los resultados desde diciembre de 2014 hasta marzo de 2017.

En el gráfico se registran DIEZ resultados. En NUEVE de ellos, se impone el NO a la secesión, mientras que el a la secesión se impone UNA SOLA VEZ, en concreto en julio de 2016, por una diferencia de 5,3 puntos. Hasta en seis ocasiones consecutivas ganaría el NO, a la séptima va la vencida y gana el SÍ, mientras que en las tres siguientes vuelve a vencer el NO.

Hace unos días, el jurista digital de cabecera separatista decía en Twitter algo como que, dado que legalmente se decía que el referéndum no era posible, habría que plantearse el asunto desde la perspectiva de la Filosofía del Derecho. Filosofemos un poco (sin pasarse).

Cualquiera que examine el gráfico y sus potenciales consecuencias, con seriedad y sin trampas, habrá advertido que constituye un claro ejemplo de uno de los muchos motivos que se aducen contra un referéndum de secesión como el que pretende el separatismo: en una hipotética sucesión de referendos, la separación habría sido derrotada hasta seis veces, logrando repetir una séptima, en que se habría impuesto por un margen de cinco puntos. ¿Estaría justificado, en esa hipótesis, iniciar una secesión que, por definición, tiene carácter irreversible? Es más: en tres posteriores referendos, volvería a imponerse el NO a la secesión. En ese caso, ¿qué habría que hacer? ¿Continuar con la secesión, pese a saber y conocer que la población no la apoya? ¿Retrotraer y anular los efectos de la secesión y solicitar que se inicien los trámites de reunificación?

Cuando se dice que el separatismo busca la «foto de un día«, las encuestas del CEO (y eso, dándolas por buenas, lo cual tiene su aquel) confirman esta tesis. Diez referéndums, el separatismo «gana» uno por un margen poco significativo y resulta que el único que tendría verdadero carácter decisivo, vinculante y definitivo sería el favorable a la secesión. Esto es lo que plantea el separatismo: probar, probar y probar a ver si un día, por casualidad, las circunstancias operan de tal modo que se consiga un resultado favorable. Lo que se llama una «voluntat popular expressada a les urnes de forma sostinguda en el temps» (voluntad popular expresada en las urnas de forma sostenida en el tiempo; véase último párrafo del artículo citado. Aviso que es de Nació Digital, por si tenéis un tiempo limitado en vuestras vidas).

CONCLUSIÓN.  Tras este breve experimento, he recordado las palabras de Elie Kedouire en «Nacionalismo» (p.187; Alianza Editorial): «En realidad, no hay nada concluyente respecto de los plebiscitos excepto que una cierta población sometida a propaganda, presiones o estímulos opuestos votó en un día determinado de una y no de otra manera. El resultado, si es aceptado de una vez para siempre, tiene el mismo componente de arbitrariedad que cualquier otro que pueda resultar por razón de conquista o de negociación«.

¿No querían Filosofía? Ahora que leo que son tan aficionados a las cábalas (vía CEO) del referéndum unilateral, sería de agradecer que reflexionasen sobre cuestiones como la tratada en este artículo. No se preocupen: no hay peligro. Demasiada exigencia para todos esos intelectuales de los que Ignacio Vidal-Folch (autor del inolvidable y antológico «Trenes llenos de psiquiatras«; no viene a cuento, pero me gusta recordarlo) se acordaba ayer en su artículo «La responsabilidad de los intelectuales«. Soluciones y reflexiones, seguro que las puede haber de diversas clases, con distintos márgenes de apreciación. Todo lo que no suele afrontar el separatismo.

Edito: para añadir que la idea de la entrada surge a raíz de ver un tuit de Ignasi Guardans, en el que escribe lo de «foto de un día» con relación al gráfico objeto del artículo.

Puigdemont confirma en Aljazeera el «discurs de la por»

Como es habitual, el asunto se explica solo. Un fragmento de la entrevista en Aljazeera a Carles Puigdemont. Dice que el día después de la secesión, los 7,5 millones de catalanes seguiríamos siendo ciudadanos europeos gracias a nuestro pasaporte español (él dice europeo, pero sería pasaporte español). No obstante, a continuación, explica cuál es la única posibilidad para que ello no sea así. La explicación NO OS SORPRENDERÁ.

A ver:

  1. Es de suponer que una fantasiosa hipotética Cataluña independiente pretendería el reconocimiento mundial, incluido el de España. De hecho, si la secesión se llegara a imponer, tarde o temprano llegaría el reconocimiento. Otra cosa es si eso tarda un año, dos o los que sean y lo que sucede en ese tiempo de incertidumbre. No me interesa lo que sucedería en el periodo provisional. Me interesa lo que sucedería con carácter DEFINITIVO (dicho sea de paso: el separatismo sueña con una provisionalidad infinita, lo que le permite jugar siempre en el campo de la ambigüedad).
  2. Reconocimiento = fuera de la Unión Europea. No es difícil de entender. Si Cataluña, de hecho y de derecho, dejase de ser España, ya no formaría parte de la Unión Europea. Puigdemont lo confirma. [por cierto, mención aparte merece el lenguaje no verbal y el retintín con que dice que esa posibilidad pasa por que España «reconociera» la secesión; muestra adicional de la frivolidad e irresponsabilidad con que el separatismo afronta todo el Prusés™]
  3. La nacionalidad. Obviemos tecnicismos. Puigdemont admite que, para ostentar la doble nacionalidad de forma automática, se requeriría un Tratado internacional (la hipótesis de doble nacionalidad automática NUNCA se ha dado en el Derecho Internacional). Aquí se ha explicado en múltiples ocasiones lo remoto de una doble nacionalidad automática. Puigdemont lo confirma.

CONCLUSIÓN. No hay más preguntas. Una secesión real y efectiva comporta la salida de la Unión Europea y la pérdida de la nacionalidad española. A Puigdemont casi le da la risa porque sueña con que España nunca reconozca una hipotética (y fantasiosa) secesión, que es una forma muy adulta y madura de afrontar un proceso separatista. Me pregunto si también desea que Francia o Alemania no reconozcan nunca esa hipotética (y fantasiosa) secesión.

Frivolidades aparte, Puigdemont confirma el «discurs de la por»: si Cataluña dejase de formar parte de España, quedaría fuera de la Unión Europea y no habría doble nacionalidad automática. Gracias por la confirmación, President, pero eso se sabe desde hace años.