Como la Ley del Butifarréndum no existe, no vale la pena hablar de ella, pese a que, al escribir que no existe, acepte que puede que exista.
Antes de entrar sobre esa cuestión inicial, sí que me interesa hacer alguna mención a la frustración detectada entre el separatismo publicado (en especial, contra los Comunes; sin que falten las clásicas apelaciones los «traidores»), a consecuencia de la reacción entre displicente, de falta de adhesión, indiferente y de rechifla generada por la «presentación» de la Ley-Inexistente Con-la-Que-Se-Dice-Querer-Celebrar-un-Referéndum. Buena parte del separatismo no lo quiere entender (o no lo entiende), pero si no has logrado un consenso «interno« (es decir, en Cataluña; y resalto las comillas de «interno» para destacar el repelús de la etiqueta), cómo demonios vas a obtener el beneplácito «externo». Que José Antonio Zarzalejos sea capaz de entenderlo, captarlo y explicarlo mucho mejor que la mayoría de los separatistas adoctrinados (ahora entro sobre esto) es una buena muestra de la ignorancia que gobierna en ese separatismo al que me refiero.
Sobre el adoctrinamiento, leía esta mañana a Josep Ramoneda, quien afirma en EL PAIS que: «L’independentisme és un projecte d’ampli espectre social, lluny del mite del nacionalisme com a recurs ideològic de la burgesia…» [El independentismo es un proyecto de amplio espectro social, lejos del mito del nacionalismo como recurso ideológico de la burguesía…]. Interesante apreciación, si no fuera porque Vilaweb (y otros medios) publica que: «L’ANC i Òmnium despleguen l’estelada més gran del món a Sant Cugat«. Nada de nacionalismo; nada de recursos ideológicos. Risas aseguradas. Y eso que, según Ramoneda, no me entero.
Con todo, este no era el motivo de citar a Ramoneda, sino esta otra frase: «…una expressió de la impotència dels partits espanyols que es consolen construint mites com el de l’adoctrinament massiu dels catalans… » […una expresión de la impotencia de los partidos españoles que se consuelan construyendo mitos como el del adoctrinamiento masivo de los catalanes…]. Después lees esta otra noticia firmada por Gemma Aguilera (Elmon.cat) titulada «Com es fan els referèndums d’independència al món» y concluyes que una de dos: o es adoctrinamiento, o es ignorancia.
Dice Aguilera que la norma general en los referéndums de secesión de mayor relevancia ha sido el pacto con el Estado. Literalmente, leo: «Però el caràcter unilateral del referèndum català el converteix en un cas molt particular en el panorama internacional, on els referèndums d’independència més rellevants s’han produït de forma pactada amb l’Estat al qual pertanyia la nació. Des del Quebec (primer referèndum, 1980) fins a Escòcia, passant per Eslovènia, Croàcia, Macedònia, Ucraïna, Bòsnia i Hercegovina, Timor Oriental o Montenegro.«. La negritra y el colorín de Eslovenia y Croacia son míos, que se me han salido los ojos de órbitas, porque si en 1990-91 teníais ya cumplidos por lo menos 17-18 años y vivíais en este mundo, recordaréis que la desintegración de Yugoslavia nos puso los pelos de punta. Y que ahora salga Aguilera con su posverdad, fruto de intención adoctrinadora o de ignorancia, diciendo que el referéndum de Eslovenia (por centrarnos en uno) fue «pactado», como que me deja congelado. Igual soy yo el que me lo invento, pero en Eslovenia tuvo lugar una Guerra de Diez Días después de la declaración de independencia, y con Croacia el asunto duró cuatro años. Vaya forma de pactar más rara un referéndum: para que condujera a la guerra.
Yo no recuerdo que ese referéndum fuera muy pactado. La memoria me puede fallar, pero el New York Times no falla: «Though Yugoslavia’s collective presidency has called the plebiscite on independence unconstitutional…» [Aunque la presidencia colectiva de Yugoslavia ha declarado inconstitucional el plebiscito sobre la independencia …] JoXXX, qué forma tan extraña de pactar tenían en la antigua Yugoslavia… En fin: o eso es adoctrinamiento, o es ignorancia. Así se forma una opinión pública, libre e informJAJAJAJAJAJA. [Si no habéis reído suficiente: «Parliament asks federal government to prevent Slovenian vote«. JoXXX, qué raros pactando. Y al cabo de seis meses, se lían a tiros. En fin, dejémoslo, porque hacer bromas con los Balcanes no tiene ninguna gracia. Claro que -y esta es la reflexión- probablemente contarle esta posverdad -o sea, mentira- a un joven de 20-25-30 años sale gratis. Y mucha gente habrá olvidado los detalles, pasados más de 25 años].
Total, que en esas estaba con ese despropósito de artículo, que se cree todo lo que le dicen los ¿líderes? separatistas («El preàmbul de la Llei del Referèndum d’autodeterminació (…) invoca la legislació internacional (…) recordant que els tractats rubricats per l’Estat espanyol (…) com els pactes sobre Drets Civils i Polítics i sobre Drets Econòmics, Socials i Culturals de l’ONU, reconeixen el dret dels pobles a l’autodeterminació com el primer dels drets humans«; JAJAJAJAJAJAJA de nuevo. Cómo puedes confundir la Declaración Universal de Derechos Humanos con el Pacto sobre Derechos Civiles y Políticos si no eres víctima del adoctrinamiento) cuando me he topado con un artículo, casi insuperable, de Manuel Arias Maldonado, de título «Ley de Claridad«. Trata sobre la Ley Inexistente y los debates que ha traído consigo.
Para disfrutar línea a línea. Si en lugar de un breve artículo, le dejan publicar a doble página, da la vuelta al mundo. Destaco lo siguiente:
- «El primero de sus efectos ha sido introducirse en la conversación pública como si se tratara de una norma legítima: hemos llegado a leer que la independencia se proclamará en octubre aunque gane por un solo voto.«
- «Arcadi Espada ha lamentado con razón que se convierta así en discutible una ficción que, con ello, empieza a dejar de serlo.»
- «…quizá no debamos lamentar que una determinada ficción haya saltado por los aires, a saber: aquella que presentaba la secesión catalana como un proyecto democrático.«
- «…cuando el independentista habla de «un solo pueblo» no está describendo una realidad, sino tratando de crearla: se convierte en un performer que diseña la realidad al nombrarla (…) excluyendo a quienes disienten en nombre de la democracia.«
- «…aprobar una ley o proclamar una secesión que no tienen cabida en el ordenamiento constitucional no sirve para nada: son actos nulos de pleno derecho«
- «…no existen secesiones democráticas, sino secesiones de facto: respaldadas por una abrumadora mayoría social que sobrepuja en la práctica cualquier discusión sobre el procedimiento a seguir…«
- «Esa mayoría está muy lejos de existir en la sociedad catalana, a pesar de los esfuerzos nacionalizadores de los sucesivos gobiernos autonómicos«
- «Por eso, el independentismo recurre a un lenguaje decisionista que nada tiene que ver con la democracia que venía usando como coartada: la «soberanía» pasa a residir en el «pueblo catalán» durante la vigencia de un «estado de excepción» que garantice la celebración del referéndum. O sea: un independentismo que carece de toda legitimidad democrática anuncia la ruptura del orden constitucional mediante un acto soberano que nada tiene que ver con la democracia.«
Hay tanto valor conceptual en el artículo de Arias, que desarrollarlo necesitaría, por lo menos, un capítulo extenso de un libro.
Destaco el punto 8. Aquí, Arias está apelando a Carl Schmitt, el brillantísimo jurista alemán que abrazó la causa nazi (de la que luego se separó porque lo defenestraron). ¡Oh!, por supuesto que Arias no está diciendo que el separatismo sea nazi. Lo que Arias dice es que el separatismo está asumiendo (en realidad, hace tiempo que los ha asumido) conceptos que ponen los pelos de punta a cualquiera que haya leído o conozca los postulados de Carl Schmitt: decisionismo, excepcionalidad, el soberano… Os lo resumo (esquemático), para quien no sepa nada de Carl Schmitt, a dónde conducen esos conceptos: la dictadura. Muchos (la mayoría) no lo saben, pero esto es lo que hay dentro de la Ley Inexistente y de los postulados de Schmitt (objeto de polémicas que no vienen al caso; yo os digo que llevo treinta páginas de «El concepto de lo Político» y estoy casi escandalizado). Y han asumido que es «lo democrático». Con deciros que Schmitt escribe noséqué de Estado total…
CONCLUSIÓN. Escribía Joaquín Tornos (Catedrático de Derecho Administrativo) hace unos tres años que las propuestas de Artur Mas estaban diseñadas para ser rechazadas. Leo que Miquel Iceta ha dicho que la Ley Inexistente se hace para ser prohibida. Xavier Sardà (no necesariamente coincido, blablaba) ha escrito una frase que resume alguna de las últimas polémicas del blog: «No votaré en una consulta propuesta por los que confunden malintencionadamente el Gobierno de Rajoy con España«. Por estos y muchos otros motivos (otra vez un aplauso para Manuel Arias), la Ley Inexistente se merece la mayor de las indiferencias: porque no se pretenderá su aplicación, sino su impugnación y suspensión.
Evidentemente, no se puede evitar hablar (o escribir) sobre la Ley Inexistente e ignorarla al cien por cien. Puestos a hablar (o escribir) sobre lo que no existe, no está mal tener como referencia a Carl Schmitt: decisionismo, excepcionalidad, amigo-enemigo, Estado total… Esto es lo que hay cuando se habla (o escribe) de una Ley que no existe. Sin tapujos. Además, conseguiréis fastidiar a vuestro interlocutor, en el caso de que sepa algo de Schmitt (enlace a un interesante artículo de Pablo Símón).
Acabo. Otras cosas sobre las que se puede hablar (o escribir) y no existen: adoctrinamiento (el primer derecho humano es el de autodeterminación), ignorancia (el referéndum de Eslovenia fue pactado) o desarrollo y refutación de argumentos jurídicos en seis tuits (sed valientes y comprobad por vosotros mismos). Abandonad el blog si un día lo hago, por favor. No me concedáis ni el beneficio de la duda.
És difícil, però t’has superat.
Moltes gràcies Javier.
Un placer leerte, como siempre.
Yo agregaría, Javier, que el referéndum de Quebec en 1995 no fue pactado con el gobierno, cosa que Aguilera esconde muy bien. Y que puestos a comparar referéndums, aquellos donde se decidió la independencia fue por márgenes amplísimos y, críticamente, con porcentajes de participación superiores al 80% (ejemplo: en Ucrania votó el 84%, y el 90% votó que sí; en Eslovenia votó el 91%, y el 88% votó que sí). Es decir que esos referéndums, pactados o no, convalidaban situaciones de facto e inequívocas: muy lejos de lo que ocurre en Cataluña.
El caso de Eslovenia demuestra que cuando un pueblo verdaderamente necesita un referéndum, lo quiere sea legal o ilegal. En Cataluña, aun las manipuladas encuestas de que disponemos dicen que sólo un 38% quiere un referéndum a como dé lugar, mientras que el resto del famoso 70% (ex 80%) sólo lo quiere si es pactado.
En fin, que para comparar zanahorias con electrodomésticos mejor que no escriban ningún artículo. Pero nos conviene que sigan demostrando su infinita capacidad para la sandez. Como dice el dicho, dales soga y se ahorcan solos.
Interesante constelación de temas. Y además la rentrée catalizadora de Lliure …
Curiosamente me ha gustado el artículo de Sardá, un tipo bastante devorado por su divismo, que acostumbra al troleo satírico sin mucha gracia, que sin embargo en su ‘contra’ de hoy da una serie de razones, de forma directa y llana, para no querer participar en la juerga, que evidencian lo que ya es de por sí evidentísimo: que básicamente estamos ante un problema interno, con la ciudadanía de Cataluña divida al 50%, que la imposición por pelotas de un referéndum, so pena de que te acusen de traidor o de facha, no tiene pinta de resolver, por más piruetas y malabares con el derecho que haga el profesor Costa…
De hecho, la única transversalidad real del soberanismo (si transversalidad significa algo más serio que sacarse de la chistera un Súmate para dar un toque de exótico a tu nacionalismo… ilustrando de paso irónicamente hasta que punto se trata de nacionalismo) siempre pasó por poder captar el remanente de ‘desafectos del 78’ surgido de la matriz del 15M, para plegar ese mítico 80% que a la hora de la verdad está resultando tan consistente como el Conejito de Pascua o el Ratoncito Pérez. Lo demás, es sectarismo.
Y es que está muy bien ponerle puntos negativos al Estado como pasatiempo o autoconvencerse de que Cataluña, signifique la palabra lo que signifique, y aún siendo parte y llave del mismo, no ha tenido nada que ver con esta zorrera (ahí tenemos el ejemplo del exintelectual Cardús, que parece persuadido de que el ‘Pujolismo’ es un invento español: con un par). Incluso uno puede llegar a depositar su fe mística en un proceso constituyente que, a pesar de alcanzarse por la más dudosa vía carlschmittiana, produciría, vete tú a saber cómo, una catarsis democrática colectiva que nos llevaría en volandas hasta categorías nórdicas (y eso que cuando se filtran esbozos de esas nuevas constituciones no parecen, la verdad, muy distintas a la española; vamos, que cuando le preguntaron a Arrufat que cambiaría, dijo que la ley mordaza. La ley mordaza, tú!… No sé, mucha alforja para tan poco viaje, no?). Lo que me resulta un misterio verdaderamente incomprensible es qué proceso constituyente, qué revolución democrática salvadora se puede llevar a la práctica a la contra del 50% de tu población, como mínimo, y muy en particular sin haber convencido a los más convencidos de la tropa (Podemos, en Común, etc) pero con rebeldes de misa de domingo, como Junqueras, o de paella en Cadaqués, tipo Puigdemont…
No sé, seguro que no se trata de nacionalismo? Porque aquí algo no cuadra…
Qué grande Maldonado. Siempre le leo con interés porque tiene un concepto de la democracia muy «modesto» y se explica con una claridad y honradez deslumbrante. El único autor, junto a Soroa, al que le he leído una obviedad tan grande como el punto 6, un cambio de demos no puede ser ni democrático ni político porque la democracia y la política nacen después. Puede ser pacífica, incluso votando, pero nunca democrática. De ahí la distinción entre fuerza y violencia.
Un comentario sobre la estelada gigante. Lo normal habría sido decir que era una estelada gigante, de tantos metros o bien la bandera más grande del mundo (o la segunda o la tercera…) pero titular la estelada más grande del mundo en Cataluña es otra muestra más (sutil si se quiere) de la falta de modestia y humildad que es el sello de identidad del procés. Al menos para los que lo vivimos desde fuera de Cataluña. Vamos que no lo aguanto. Todo es «contundente», «lo mejor», «la primera vez», «más grande de Europa» y bla bla.
Una pregunta al margen, porque me llama mucho la atención.
Está bien que los indepes están declarando traidores a media Cataluña, pero ¿existe algún motivo por el cual se ensañan tan particularmente con Joan Coscubiela? En las tertulias parecen competir por ver quién es el primero que se cargue a Coscu.
Em sorgeix un dutbe: aquest nacionalisme etnicista supremacista que dieu… És racista? O com va?
I un link, va 😛
És una mcia off-topic, però aquí parlem tant de justícia i tenim professionals, així que podeu trobar-ho interessant:
https://www.samuelparra.com/2017/07/10/ni-hacienda-ni-justicia-saben-que-se-ha-hecho-con-el-dinero-recaudado-por-las-tasas-judiciales/
A mi quan la meva sogra que quasi sempre ha treballat en negre i cobra un complement a mínims en la seva pensión em va dir que s’havia fer independentista perquè ella era mola d’esquerres i Espanya ens roba vaig descobrir el nivell del personal… Ella que (pràcticament) mai ha cotitzat ni tributat i que viu dels meus impostos i de les meves cotitzacions (mės algun euro que discretament li passa la nueva dona) convençuda de ser robada per la malvada Espanya. Manda huevos.
Això sí, cal reconèixer l’eficàcia del marketing prusesista per convèncer a la gent de l’espoli… Marketing només comparable al de Nespresso (la meva sogra tambė s’ha comprat una cafetera d’aquestes)