Algo de lo que le gusta presumir al secesionismo es de sus conexiones internacionales, que son más bien escasas. Eso ha provocado que se junte con el primero que pasa, lo cual ha dado motivos para fáciles críticas, como el divertido episodio de Romeva en Finlandia. Que tus amigos no sean ejemplares al cien por cien o no se ajusten exactamente al canon ideal, no debería escandalizar a nadie en política: siempre podemos encontrar algo que no nos guste, decisiones dudosas, equivocadas, un paso en falso del que luego uno se arrepiente o, habiendo intentado arreglarlo, no ha podido, etc. El error, la equivocación, hasta inclinaciones políticas que nos pueden parecer censurables, siempre tienen un margen de apreciación.
El problema para el secesionismo es que se jacta de ejemplaridad, de ser distinto, de cumplir los más exigentes requisitos democráticos… y luego se junta con los Verdaderos Finlandeses, entre muchos otros grupos o personajes peculiares. Esto es algo que parte del secesionismo no ha entendido: la crítica es muy fácil si dices que eres el mejor entre los mejores. Cualquier falta te la van a reprochar. En cambio, si aceptas que, aun intentando ser ejemplar, te vas a equivocar o que no puedes asegurar que todo será ideal, tienes un margen mucho mayor. Como el secesionismo es ejemplar, pues vamos a verlo.
Entre los personajes peculiares que blande el Prusés, tenemos al Congresista republicano Dana Rohrabacher, en referencia al cual el Presidente Puigdemont habría llegado a decir: «congressistes dels EUA ens diuen que sempre tenim la porta del seu despatx oberta«. El Congresista Rohrabacher, a decir por lo que se encuentra en Google, parece peculiar. Como siempre, nada a decir: yo también puedo ser considerado peculiar.
Claro que en el Washington Post no hablan de mí y sí de Rohrabacher (la noticia principal es Trump), como explica hoy EL PAÍS.