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Frases que, en este caso, lo dicen todo

Anoche escribía que voy tan ocupado que no tengo tiempo ni de reírme del Prusés™. Algún momento le tengo que sacar, así que hoy destacaré una frase pronunciada, según e-noticies, por Marta Rovira, una de nuestras políticas preferidas.

La frase merece quedar enmarcada en el repertorio de citas que cualquier persona, leída o no, debe tener en su arsenal intelectual. Muy especialmente para el momento en que, si todavía os entretenéis discutiendo del Prusés™, alguien afirme que esto no va de nacionalismo.

La frase, según e-noticies: «tenim el dret a l’autodeterminació de forma innata com a poble [i l’exercirem]”. (Nota: confirmo que la frase en negrita la ha dicho; no tengo tiempo ni ganas de colgar el vídeo. La otra parte, entre corchetes, la ha dicho un poco más adelante).

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El sinsentido intelectual

En el futuro, se estudiará cómo un buen número de intelectuales y estudiosos de elevada talla erudita y profesional olvidaron los más elementales principios de su ciencia o fuente de saber en favor del nacionalismo. Currículos -en algunos casos, impresionantes- y la autoridad del saber al servicio, a menudo torcido, de una ideología.

Hace semanas que detecto esta circunstancia, de manera todavía más exagerada de lo que ha sucedido en todos estos años, en el ámbito más circunscrito del Derecho, que es allí donde puedo evaluar mejor algunos «discursos» intelectuales. Hoy se publica una entrevista a Josep Maria Vilajosana (Catedrático de Filosofía del Derecho y Decano de la Facultad de Derecho de la Pompeu Fabra) en ElMón.cat en que se observa con facilidad lo apuntado antes. Veámoslo:

Sobre las elecciones del 27S

Como todos recordamos, para el separatismo las elecciones del 27-S eran «plebiscitarias» y todo el voto que no fuera para el «Sí» era un «No» (lo dijo Romeva, cabeza de lista). Ese era su punto de partida.

Dice Vilajosana que el 27S se planteó mal. O sea, que las elecciones no valían. Y que por eso, en el supuesto de que no se celebre el referéndum (para «enmendar» lo que se planteó mal) hay que repetir las elecciones y plantearlas «bien».

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López Bofill y el voto de «los nacionales españoles»

La cuestión identitaria suele ocupar un segundo o tercer plano en el blog. Incluso ni siquiera aparece, pese a lo evidente de que en el separatismo esa pulsión ocupa un plano principal, de forma explícita o disimulada.

En la categoría explícita, hoy se destaca Hèctor López Bofill, quien quizás luego diga que se le ha malinterpretado. Yo creo que se lee muy claro el artículo que hoy publica en El Punt, titulado «Superar els complexos«. López critica que se haya asumido que, como en las elecciones del 27S2015 los partidos independentistas no superaron el cincuenta por ciento de los votos, el autoplebiscito se diera por perdido.

Y, entre sus razones que explicarían que no se superase el cincuenta por ciento, estarían las «maniobras» del Estado para impedir el voto exterior, el hecho de que se computase el voto extraparlamentario o el de CSQEP en el «no», o que, atención: «… la base electoral de les eleccions en un parlament autonòmic fos la fixada pel marc constitucional espanyol, a saber, la dels “nacionals espanyols empadronats en un municipi de Catalunya”».

Después vendrán las explicaciones, los «malentendidos», la mala fe de quien lee y todo lo que se quiera. López es manifiestamente explícito: si no hubieran votado los «nacionales españoles» empadronados en Cataluña, el resultado hubiera sido otro. Si sólo votasen los «nacionales catalanes», la mayoría se hubiera alcanzado sin dificultad alguna.

Ya me imagino las típicas excusas: «bueno, uno se refiere a que no vote quien lleve viviendo aquí menos de XX años» o chorradas similares. Como si hubiera ciudadanos de primera y otros de segunda, que no tienen los mismos derechos que los demás.

¡Ahí va! En eso consiste el nacionalismo. En que, según escribe López Bofill, los «nacionales españoles» no deberían tener los mismos derechos que los demás ciudadanos.

Graset, Terra Lliure, terrorisme i opinió pública

Pels records que conservo de la meva infantesa, adolescència i primera joventut, Terra Lliure era un grup terrorista, que tenia el seu origen en el denominat Exèrcit Popular Català. Gent molt perillosa.

L’altre dia, en Xavier Graset va tenir al programa Més324 el sr.Carles Sastre, ex-integrant d’aquelles dues organitzacions. En el perfil de Sastre trobem que va ser condemnat l’any 1985 a 48 anys de presó per l’assassinat de l’empresari José Maria Bultó, i l’any 1987 a 18 anys de presó per pertànyer a banda armada i tinença d’armes.

Graset -que llegia l’entrada de la Wikipèdia relativa a Sastre, aquesta és la qualitat de la feina a la CCMA- va silenciar que els 48 anys de presó ho van ser per un assassinat (ni més ni menys que adherint una bomba al pit de la víctima) i tampoc va explicar els 18 anys addicionals de presó i la seva raó.

En conjunt, la seva introducció era la forma ideal de presentar Sastre com a «pres polític«, «perseguit[s]«, qualificar-lo com «un gran reserva de l’independentisme«, «un valor simbòlic» (referint-se al llistat de «represaliats» que signaven un manifest per tal de que es doni suport a la investidura de Mas) o dient que «la seva mirada forçosament ha de ser diferent… onze anys a la presó» (com si Sastre hagués estat a la presó per defensar democràticament els seus ideals i no per un assassinat i per pertànyer a organització terrorista). Tot això, amanit amb imatges que, per desgràcia, tots tenim presents de l’Audiència Nacional quan es jutgen etarres o d’altres molt semblants quan es produeix la seva sortida de presó (en aquest cas, les imatges eren de la sra.Tarragó).

Ho he escrit en un altre lloc i ho reitero: si Sastre va complir la seva pena i s’adapta a les regles de la societat, mereix ser acceptat. Ara bé, una cosa és que se l’accepti i una altra de molt diferent és que se’l presenti com a pres polític, que quedin silenciats els fets que el van portar a la presó i, en definitiva, que pugui ser tingut en compte com a model («un gran reserva»!!!!!) o que la seva opinió hagi de resultar influent, prescindint d’aquests antecedents. Més encara quan el Manifest del grup de «represaliats» de Terra Lliure coincideix amb la commemoració del 30è aniversari de la mort de Quim Sànchez, qui va morir mentre manipulava un artefacte explosiu, cosa que tampoc explicà Graset.

Crec que queda clar, doncs, de què i qui estem parlant: de persones i formes d’actuar que a Catalunya sempre han repugnat, amb l’única excepció de grupuscles amb un ínfim suport social. Però ara, amb l’excusa del procés secessionista, aquestes accions repugnants es fa veure que no van existir. No només això, es presenta a qui hi va participar com a «pres polític» (fins i tot, el mateix Sastre és més prudent quan s’autoqualifica de «descatalogat»; no serveix de res especular sobre el que vol dir amb aquesta paraula, però és evident la distància amb l’expressió «pres polític». De fet, Sastre arriba a admetre en un moment que en democràcia es pot defensar qualsevol ideologia, deixant la violència de banda, i sorteja les insinuacions de Graset en relació a possibles «reaccions» de l’Estat).

TV3 m’avergonyeix. Xavier Graset m’avergonyeix. Això ja no és ni doble moral. És absència de moral. I així es forma l’opinió pública.

Aquí, el resum a e-noticies. Aquí, el programa sencer a CCMA. I aquí, paga la pena de llegir l’article de Lluís Bassets, amb un penúltim pàrraf sobre Terra Lliure.

La homogeneidad del nacionalismo y sus manipuladas fuentes

El otro día, y tras leer el documento «Razones para pactar, motivos para convivir» (enlace EL MUNDO) me indignó especialmente, como señalé en un comentario, el siguiente pasaje: “Empíricamente, el gasto social como porcentaje del PIB es superior en los países más homogéneos. (…) En países grandes, los gastos administrativos y los derivados de la congestión pueden superar las ventajas sustanciales de sus dimensiones. Cuando los países crecen, aumenta la diversidad de preferencias, cultura, lengua e “identidad” de la población. En este sentido, los estados más pequeños serían más homogéneos y se beneficiarían de un mayor grado de eficiencia.”.

Estos párrafos se basan, o pretenden basarse, en determinadas afirmaciones que contendría la bibliografía que se cita en el documento antes indicado. Como podéis imaginar, se trata de frases o conclusiones que, convenientemente entresacadas, intentan producir exactamente el efecto que literalmente se desprende de las mismas (la «pátina» de prestigio a la que el otro día me refería).

Tras investigar un poco la materia y la bibliografía citada se confirman dos tesis:

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Josep Maria Reniu y los que se marcharán: nacionalismo sin freno

A estas alturas, muchos ya conoceréis la intervención de Josep Maria Reniu en RAC1 en que, refiriéndose a una supuesta nueva legalidad catalana y, especialmente a una Hacienda o Agencia Tributaria, dice lo siguiente: «Serà en aquest, on el ciutadà que resideixi aquí, voluntàriament, només faltaria, podrà decidir si es manté en el territori i per tant està subjecte a un nou ordenament jurídic que es validarà en una Constitució de la república catalana posteriorment, o decideix no fer-ho, i per tant, marxar”.

No me cabe duda de que, el día que a Reniu le afeen esta frase, dirá que se le ha malinterpretado, que él no sugería la expulsión («voluntaria») de quien no se identifique con una hipotética república catalana. Esto es algo a lo que ya estamos acostumbrados: donde dije lo que dije, ahora digo otra cosa. Un claro ejemplo lo constituye Carme Forcadell, a quien ya he escuchado dos versiones distintas de lo que quería expresar cuando dijo que el PP y C’s no eran catalanes.

Por ser fieles a lo que dice Reniu, es cierto que no propone la expulsión, sino lo siguiente: «A quien no le guste, que se j… fastidie y se marche de aquí«.

A Reniu le salió de dentro, como en ocasiones he comentado, el pequeño totalitario embozado que algunos secesionistas llevan dentro, los que bajo el disfraz de la república abierta, tolerante y sonriente en realidad guardan el deseo de una sociedad monolítica y de discurso único, en que la discrepancia se convierte automáticamente en anticatalanismo. Nada hay menos catalán que toda esta clase de personas, especialmente visibles entre las élites.

Joaquim Coll, articulista de El Periódico y El País, con cierta frecuencia alude en sus escritos al «supremacismo» nacionalista, lo cual a mi entender resulta exagerado si lo aplicamos a nivel general. Sin embargo, cuando penetramos en esas élites a las que me refiero, las que conducen la política, las que elaboran los presupuestos téoricos e intelectuales, esa exageración se diluye: es claramente perceptible, de forma latente, y de vez en cuando se escapa, cuando no se expresa sin ambages. El nacionalismo excluyente. De Reniu y de tantos otros.