Expliqué hace unos días que me había comprado el libro «O secessió o secessió» de Josep Costa, Letrado y Profesor de Teoría Política. Una de las bases de todo pensamiento crítico está en el conocimiento de las razones y argumentos que presenta quien mantiene posiciones distintas a la de uno mismo. Es por eso que mi «biblioteca de la secesión» tiene más títulos a favor (aunque uno lo uso para subir la altura del monitor y otro lo vendí en una feria de trastos, a cinco euros cuando su precio original debía ser de 17-18 euros) que en contra.
En cuanto al libro en sí mismo. Ni bien ni mal (bueno, con excepciones que se dirán). Explica teorías, sus puntos de vista -en ocasiones, bastante particulares- y sus conclusiones, desde una perspectiva netamente nacionalista; pero que muy nacionalista. Mirad, eso no es problema para valorar el texto. Tampoco lo es que se autoconvenza -creando una teoría que, ¡oh, casualidad!, encaja perfectamente con sus postulados- de que la secesión de Cataluña sea una «causa justa», la más justa del mundo mundial y de la historia. Lo dice él. Y con el argumento de la causa justa, no veáis cómo se le simplifican y facilitan todos sus argumentos. Si hay algún problema, me pido el comodín de la causa justa y solucionado. Es inevitable que la «causa justa» aparezca en este análisis, pese a que no es el asunto principal. Porque una «causa justa» es absolutamente subjetiva. Y en una secesión, ni te cuento.
Si acaso, del libro destacaría que las conclusiones están predeterminadas desde el primer momento. Esto es muy distinto de tener un punto de vista o un sesgo, a lo que nadie escapa. Es indiscutible que si soy contrario a la secesión, mis puntos de vista se verán impregnados de esa visión. Ahora bien, lo que no es aceptable es que, teniendo un determinado punto de vista, que puede impregnar (o no) nuestra visión, los obstáculos lógicos se sorteen como por arte de magia o cambiando los términos de debate. Lo veremos en este comentario.
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