Libros: «Las cuentas y los cuentos de la independencia», de Josep Borrell y Joan Llorach

Un poco saturado con el tema, hacía bastante tiempo que no me compraba un libro sobre el tema de la secesión. El martes me llegó «Las cuentas y los cuentos de la independencia«, que ya va por la novena edición, escrito por Josep Borrell y Joan Llorach, y en apenas un par de bocados -son 160 páginas- me lo he acabado.

Se trata de un libro necesario. Lástima que haya llegado por lo menos con un año de retraso. Escrito de una forma eminentemente didáctica y constructiva -sin ahorrar críticas para el secesionismo- comenta, expone y discute la narrativa independentista, con especial concentración en la cuestión económica. Como todos sabemos, este es uno de los elementos principales sobre los que versa el secesionismo: las balanzas, el expolio, los 16.000 millones, la ordinalidad, las inversiones, etcétera.

Más que dedicarse a destruir los argumentos secesionistas, se desvelan los conceptos que de forma interesada se interpretan sesgadamente, disimulan u ocultan. Una manera muy elegante y, como reitero, constructiva de exponer las cosas. Todo ello sin dejar de admitir que, efectivamente, pueda encontrarse una mejor fórmula para la financiación o que el grado de inversión en Cataluña pueda merecer una mejor atención. Pero no hasta los extremos que el secesionismo victimista y manipulador ha llegado a inocular en muchas personas que se creen directamente cualquier cosa.

En este sentido, el capítulo de las balanzas fiscales y el supuesto cálculo de las mismas «anualmente» por parte de varios países como Estados Unidos, Alemania, Australia, Bélgica, México o Italia (resumen: ninguno lo hace) es clarificador.

El libro se divide en una introducción, doce capítulos y conclusión, en que de forma sistemática se exponen los argumentos utilizados por Mas y Junqueras -y por extensión todo el secesionismo- en temas económicos. Desde aquellas premisas inciertas o manipuladas (como las balanzas) a aquellos datos que se ocultan o se explican de forma muy vaga (¿cuánto costarían de verdad las estructuras de un nuevo Estado?), sin olvidar la previsible postura internacional, desde una perspectiva de realismo.

Para quienes estamos muy metidos en el examen de los argumentos utilizados para justificar la secesión, o para criticarla, una buena parte de lo que explican Borrell y Llorach nos resultará conocido. Temas que se han reiterado durante los últimos años los volveremos a ver, ordenados y sistematizados, sin enredarse demasiado en tecnicismos, excepto en aquellos capítulos en que es inevitable, como precisamente el de las balanzas y el análisis de los supuestos 16.000 millones que nos sobran a los catalanes. (en el capítulo 6).

Me parece muy destacable el alto grado de documentación, con muchísimas referencias de todo tipo, que permiten descubrir cosas tan curiosas como que Carme Forcadell dijo en una de sus arengas, en el año 2010 (hacia el minuto 2, si no recuerdo mal), que en la selección española había muchos jugadores catalanes y del Barça expresamente para españolizar Cataluña (frenad las risas, por favor).

En un ámbito más serio y de calidad, por tomar un solo ejemplo, Borrell y Llorach analizan la posible y probable posición de países como Estados Unidos frente a una secesión y explican cómo se vivió el referéndum de Quebec en 1995 por la Administración Clinton, citando el libro del que fuera embajador de Estados Unidos en Canadá en esa época, James J. Blanchard, de título «Behind the embassy door. Canada, Clinton and Quebec«. Cito literal de la página 135 del libro de Borrell y Llorach, que vale la pena:

«Blanchard cuenta cuán alarmante le parecía la ciega confianza de los líderes independentistas en que, digan lo que digan los tratados y las leyes, eso se arreglaría (…)

…la descripción que hace Blanchard de la muy breve reunión entre Bill Clinton y el líder separatista quebequense L.Bochard. Antes de empezar la reunión, el embajador le dijo a Clinton: «Cualquier cosa que le digas, él lo interpretará como apoyo para la independencia. Si le dices que hace buen día, él saldrá y dirá a la prensa que tú estás a favor de la independencia de Quebec. Así que pregunta poco. Es un tipo majo […] pero quiere ser el rey de Quebec. Y quiere dirigir la manifestación allí donde los manifestantes le lleven»

Aparte de lo familiar que nos resulte este pasaje, la cita es de peso y difícil de conocer, tal es la exhaustividad y calidad de la documentación para fundamentar opiniones, datos y conclusiones.

Por cierto, ya que he hecho esta cita, tampoco está mal esto de Horst Lorenz Seehofer (Ministro Presidente de Baviera desde 2008), que tacha el sistema fiscal alemán de «injusto», «grotesco»; dice cosas del tipo «¿cómo puede ser que los Estados ricos se tengan que endeudar para hacer transferencias a los Estados pobres?» o «queremos un sistema equitativo que asegure la cohesión que recompense a los que se esfuerzan y penalice a los ociosos con mentalidad receptora» (pág.48). Ya sabéis, Alemania, el país del sistema perfecto.

Conclusión. Decía que el libro era necesario. Su rigor y calidad -y eso que seguro que podrán ser discutibles algunos, varios o muchos de sus pasajes- es incuestionable como material de debate y forma de destapar premisas inciertas del secesionismo. El libro tiene un plus añadido del que carecen otros libros escritos desde visiones similares y es el peso específico de una figura tan reconocible como Josep Borrell. Otros libros pueden atesorar la misma calidad, claridad o conocimientos. Es importante que personas de su proyección firmen libros que, además, explican de forma constructiva razones que se oponen, de manera rotunda, a una parte de los «cuentos de la independencia».

Las cuentas y los cuentos de la independenciade Josep Borrell y Joan Llorach, 2015. 160 páginas. Libros de la Catarata.

2 Comments
antiguos
nuevos
Inline Feedbacks
View all comments
Juanmari

Mucho más de un año tarde, tan tarde como para que lo único que puedan hacer es discutir dentro del marco agravios-no agravios donde el nacionalismo se siente como pez en el agua. Bienvenidos sean pero llegan 30 años tarde.
PS: impagable el momento Forcadell.