Ya sabéis que uno no sólo se nutre de lecturas con tesis que coincidan con las mías, o que me enseñen temas y conceptos que me sirvan para argumentarlas. También leo libros enfocados desde perspectivas totalmente opuestas a las mías. Unos me gustan más, otros menos y también nada de nada.
En cambio, el libro que os enlazo, de Pau Bossacoma, «Justícia i legalitat de la secessió: Una teoria de l’autodeterminació nacional des de Catalunya» (Núm.20) considero que es de lectura obligada para todo aquel interesado en el enfoque de la secesión desde sólidos fundamentos racionales, morales y legales. Ganador ex aequo del V Premi Josep Maria Vilaseca i Marcet, se trata de un muy serio estudio (creo que tiene su origen en la tesis doctoral del autor) sobre la secesión y sus múltiples implicaciones.
No estoy de acuerdo con todo lo que sostiene el autor (de vez en cuando escribe en el ARA, explicando el contenido de las resoluciones del TC, por poneros también en antecedentes de su perfil, que no le impide un alto grado de objetividad) y, por ponerle alguna falta, creo que en ocasiones, en especial cuando se trata de obtener respuestas concretas, se dejan llevar demasiado por las influencias de las que no puede escapar el texto: Carles Viver, que es una referencia habitual (eso sería bueno si el prusés no lo hubiera desacreditado tanto) o, también, Dolors Feliu (hasta el momento, la autora del libro separatista que más favorablemente me ha impresionado… hasta que en fechas recientes he comprobado que el fragor de la emoción separatista le ha hecho olvidar alguno de los postulados que leí en su libro).
Sin embargo, y una vez destacadas las «faltas» (que tampoco escapan a mi visión particular de los hechos), debo decir que el autor es riguroso y no ahorra críticas a conceptos como el «derecho a decidir», o la laxitud y ligereza con la que se manejan conceptos asociados a la secesión, como si fuera algo sencillo de llevar a cabo. Que luego yo no esté de acuerdo con algunos de sus postulados creo que nada tiene que ver con la valoración excelente que merece el libro.
Si su extensión os produce pereza para leerlo, en ese caso os recomiendo que vayáis directamente a la tercera parte del libro («Dret i Política Constitucionals«), en la que se tratan los aspectos más concretos y su aplicabilidad (o no) al caso catalán.
Al final me sacaré un perfil de catalán sin querer. El diccionario y yo estamos entretenidos con la primera parte del libro y realmente es muy interesante porque se ve que hay un esfuerzo sistemático muy serio con nociones muy volátiles. No es que esté de acuerdo con el contractualismo y no termino de ver cómo se puede aplicar a las naciones (y sospecho que el autor tampoco) no sólo por la ontologización de conceptos (como no) que conlleva sino también porque el contractualismo conlleva un sujeto trascendental, por tanto ahistórico, que si ya en el caso del individuo me rechina (y me parece innecesario), lo hace mucho más en el caso de la «nación».
Pienso también que la identidad nacional en Estados plurinacionales no es habitualmente unívoca, normalmente nos identificamos con una y/o varias naciones de dentro del Estado además de sentirnos (o no) ciudadanos del Estado, este último sentimiento también lo vivimos como identidad nacional. Sentado esto, parece menos moral obligar a elegir entre identidades diversas o sobrepuestas que vivir en un Estado plurinacional donde sea posible vivir todas esas identidades. Exactamente la conclusión contraria. Como he dicho solo he leído la primera parte del libro y solo eso critico, procurando mantener el lenguaje del autor que me es bastante ajeno.
Intelectualismo no, infantilismo tampoco. Sesudos historiadores teniendo un debate nivel ¿existen los OVNIS? de primero de ESO. http://www.caffereggio.net/2016/01/28/derechos-historia-y-politica-de-borja-de-riquer-i-permanyer-en-la-vanguardia/
Te doy otro (modesto) motivo para no cerrar el blog. Es una excelente herramienta para explicar por qué hay que huir de las soluciones motivadas por el hartazgo del monotema. Cuando alguien me dice «los catalanes quieren…» o «no hay otro remedio que…» les remito a tu blog para que vean quién pagaría el precio de rendirse por aburrimiento.