El peligro de confundirse con el consumo propio

El esperado anuncio de un referéndum para el año que viene no me ha generado emoción alguna: por una parte, era un secreto a voces a falta de la concreción final; por otra, se trata de otra de las muchas vueltas atrás del secesionismo, incapaz de sostener su propia Hoja Parroquial, digo, folio de ruta. No merece la pena recordar que el voto de su vida no era tan decisivo como tantos quisieron creer, o que el mismísimo Artur Mas escribía en Libération que las elecciones del pasado mes de septiembre de 2015 se transformaban en ««référendum» sur l’indépendance«. Es todo consumo propio.

Ahora bien, no hay que confundirse con el consumo propio. De fondo, algo en bruma, aparece la Ley de Transitoriedad Jurídica, que ya han mencionado muchos políticos (Rovira o Junqueras) y periodistas de la cuerda secesionista. Sin ir más lejos, Antoni Bassas: «I culminar-ho vol dir que d’aquí nou mesos s’hagi aprovat la llei de transitorietat jurídica per passar de la legalitat espanyola a la catalana, i amb aquesta legalitat, convocar el referèndum«.

Pocas veces se escucha (sí que lo dijo Marta Rovira), pero eso de «pasar de la legalidad española a la catalana», representa un golpe de Estado a la vez que una declaración (o proclamación, como más guste, que a efectos prácticos tiene poca diferencia) de independencia. Lo escribí cuando comenté hace meses la Hoja de Ruta: cualquier referéndum de ‘validación’ de la Constitución era posterior a la proclamación de la independencia.

Lo mismo se explica en esta noticia de hoy 28 de septiembre en el ARA: «Una de les vies estudiades -que no està tancada-és que la norma estigui composta per una declaració de sobirania, la regulació de la convocatòria del referèndum i el règim de transitorietat per no fer salts al buit (les normes espanyoles que se seguiran aplicant l’endemà de la independència)«.

Paradójicamente, quien no lo ha explicado exactamente de esta manera ha sido Puigdemont, quien ha dicho que a finales de julio de 2017 el Parlament aprobará las leyes necesarias para que Cataluña funcione como un Estado independiente y convocará a los ciudadanos a las urnas para que permitan, con su voto, la proclamación de la independencia. Si no es mediante «legalidad catalana», o sea, declaración de independencia, ¿cómo piensa convocar ‘legalmente’ el referéndum? Hasta para explicar esto el secesionismo es poco claro, la eterna cuestión que nunca se han atrevido a verbalizar de modo directo.

Conclusión. El referéndum en sí mismo es consumo interno, maniobra de distracción. Mucho más peligrosos e inquietantes, en todos los términos, son los preparativos que lo acompañan. Como para tomárselo a broma y confundirse con un referéndum para consumo propio.

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Viure Lliure

Estàs dient que el referèndum és una cortina de fum per mantenir activats els indepes i distrets els unionistes mentre de fons és consolida el pla discret? 😉

Juanmari

Por las referencias que he leído, no ha hecho ninguna referencia a «ensanchar la base social». Es raro si lo que quieres es ganar un referéndum. En otras circunstancias lo excusaría con la neutralidad del cargo o algo así pero en estas me da la risa. Seguro que referéndum pactado no quiere y creo que el otro tampoco. Al menos sin los comunes, a los que creo que se dirigía hoy.
En cuanto a lo que puedan aprobar o no, me da a mi que ya todo el mundo lo tiene pillado: es papel. La prensa ha pasado completamente del tema porque que un perro muerda a un hombre no es noticia. Mucho menos cuando pasa cada día. De hecho, sí que ha tenido que hacer un buen número de afirmaciones del tipo «vamos en serie (uy perdón en serio)», «no cejaremos», etc. El equivalente parlamentario de «apartarse que estoy mu’loco». Hay problema pero a saber cuál.

Juanmari

Seguro que os sorprende tanto como a mi pero, a juzgar por el título del editorial, , «Puigdemont ofereix un relat sòlid per a un projecte segur» a Partal le gusta el nuevo plan. Me troncho. Por contra, he visto algunas opiniones bastante escépticas.

Alex

Del hilo anterior, y en respuesta a Lliure (por cierto, como es un tema distinto a la nueva entrada, y la actualidad nos lleva por otro camino, creo que después de tú respuesta aplazaré el asunto, por lo que a mi respecta, y si te parece, para otro momento más oportuno)…

El tema de la lengua, y en particular con la inmersión lingüística, tiene trasfondo político y un móvil por decirlo así nacionalista, en ambos sentidos, y casi en todas las situaciones, opino. Ejemplos de reacción nacionalista española para hacerle la vida difícil al catalán hay varios… quizás lo del tema del lapao en Aragon o el intento de mantener un cordón alrededor de tv3 para alejarlo de Valencia, las reticencias a pelear en Europa por un mejor estatus para la lengua, o una cierta desidia a la hora de visibilizarlo a nivel institucional como patrimonio propio. Seguramente tú podrás señalarme más, peores, y yo te daré la razón… Ahora bien, es lo que comentábamos el otro día: España se reconoce a sí misma (lo practique con más acierto o no, con más o menos convicción, pero de forma irreversible) diversa y formada por diversas naciones culturales a las que garantiza derechos hasta límites a veces dolorososísimos, como es el caso señalado de que ciudadanos españoles no puedan ser escolarizados en su lengua madre en su propio territorio. Sinceramente no veo el mismo espíritu en el nacionalismo catalán ni de broma, sino más bien una hostilidad hacia lo español bastante abierta junto con un tratamiento casi de cuerpo extraño en la comunidad, probablemente a causa de una interpretación de la historia particular, y de la sensación de deuda impagable que deja de penosa herencia el franquismo. Yo también siento que esa deuda existe, no me entiendas mal. Pero no me parece un cheque en blanco 40 años vista. Y mucho menos me parece que legitime un proyecto homogenizador en sentido contrario, o de identificación del estado con una determinada identidad nacional, reservándole al 50% que no la profesa un papel de ‘adaptado’. Esto, creo, esta pasando, y de manera suficientemente marcada como para llamar sobre ello la atención. Y este espíritu hostil podría estar condensado, por lo que a la lengua respecta, en el manifiesto Koiné y el tema del ‘bilingüismo mata’… lema no reconocido por los partidos que canalizan el procés, pero que lamentablemente gravita alrededor del independentismo como una pulsión inconfesable, y que es de hecho practicado institucionalmente más de lo que le gusta al catalanismo escuchar. Resumiendo mi sensación general, y esto ya no en sentido lingüístico, sino politico y cultural, es que se puede ser catalán ahora mismo en España (y vaya que si se puede!), pero ser español en la Cataluña independiente me parece que iba a costar, por razones obvias, un huevo. Y eso, sin recurrir al nazismo como argumento arrojadizo, obviamente…

Viure Lliure

Javier, costa molt seguir el fils dels comentaris en posts així. Has mirat si hi ha algun plugin al wordpress que doni més profunditat de resposta o capacitat de sguiment?

Abraham Benyosef

Uns pares demanen més castellà per als seus fills: «Que salvatges que són aquests espanyolistes, estan disposats a condemnar els seus fills a la marginació social per tombar la immersió».

Si els pares no demanen més castellà per als seus fills perquè no els hi facin bullying: «No hi ha realment una demanda social de més hores de castellà».

Cara: guanyo jo; creu: perds tu.