Tortosa y el «derecho a decidir»

La consulta de Tortosa ha resultado oportuna: más de un secesionista ha tenido ocasión de comprobar la demagogia en que se basa el inexistente derecho a decidir.

¿No se trata de un derecho basado en un principio democrático, como participar de una decisión? ¿No se reclama participar de una decisión sin restricciones? ¿Y sin ningún tipo de limitación acerca de los asuntos a decidir? Eso se dice que es el derecho a decidir, ¿verdad? Pues una mayoría aplastante en el mundo secesionista (Tortosa aparte) se ha pronunciado a favor de que ni siquiera debería haberse votado y que debía cumplirse la Ley, socavando los principios más elementales del derecho a decidir.

Como es habitual, la más mínima puesta a prueba de los principios democráticos secesionistas hace saltar todos los costurones, retales y material de derribo con que se construyen las novísimas teorías en Cataluña. Por lo menos, Albert Om tuvo la decencia de reconocerlo en un artículo en el ARA: «Els últims anys, a Catalunya, hem presentat el dret a decidir com a expressió màxima de la democràcia i ara aquella teoria ens fa aigües a l’Ebre. Afirmem que s’ha de complir la llei de la memòria històrica, que és el mateix que ens diuen quan demanem poder votar la independència en referèndum: cal respectar la llei.«

Om se hace una serie de preguntas interesantes, de las que generan sesudos tratados y teorías: «Sobre quines qüestions podem decidir els ciutadans i sobre quines no? (…) Podem interrogar els ciutadans sobre temes relacionats amb la moral o amb els drets humans?«.

Las preguntas son absolutamente pertinentes y tienen difícil respuesta. Ni siquiera los expertos en Filosofía del Derecho se pondrían de acuerdo (¡oh, perdón! no es una cuestión jurídica, es cuestión de voluntad política) y son contados los artículos de opinión en que se ha abordado el dilema, sea cual sea la solución (o interrogante) que el autor haya considerado oportuna. Opiniones para que se retire el monumento, todas las que se quiera; para que se mantuviera, menos, pero las había. Opiniones reconociendo el cinismo y las endebles bases del dret a decidir, que estallan por una consulta de un municipio de 34.000 habitantes, a cuentagotas.

Situémonos en las preguntas que se formula Om, intelectualmente inquietantes si se las formula, como da la impresión, por primera vez cuatro años después del acelerón separatista. Cuatro años intelectualmente perdidos si es ahora cuando uno se plantea si se puede preguntar todo, sin restricciones. Hay tantas preguntas por responder, como ¿quién determina el «todo»? Porque hay decisiones de ámbito nacional, autonómico, municipal, que se yuxtaponen. Y ese todo, ¿a qué materias se circunscribe? ¿A los derechos fundamentales? Bien. ¿Estaríamos todos de acuerdo, por ejemplo, en que la propiedad privada es un derecho fundamental? Apuesto a que habría discrepancias monumentales. Y aun habiendo consenso hoy, ¿qué impediría replantearlo dentro de seis años?

Sin embargo, el dret a decidir no se hace ese tipo de preguntas. Recurre a eslóganes como ‘todo el poder del pueblo para el pueblo’ y soflamas del mismo estilo. Y cuando debe ofrecer respuestas concretas, colapsa. ERC reproducía en Twitter una frase de Marta Rovira en Els Matins de TV3:

martarovira

Y punto. Qué queréis que os diga. Yo le daría la razón a Marta Rovira sobre la retirada: una Ley de Memoria Histórica que debería cumplirse, un monumento alzado durante la Dictadura… Pero, ¿los de Tortosa -y sólo los de Tortosa, los demás a callar- no tienen dret a decidir?

¿Quién decide el «y punto«? ¿Marta Rovira? ¿Y cuándo se decidió el «y punto«? No recuerdo la discusión y delimitación, lógicamente porque nunca han existido. Un día descubren -ya lo sabían- que su dret a decidir es una piltrafa intelectual y recurren al expediente «porque lo digo yo y punto«. Da mucha risa que quienes se han llenado la boca con la palabra «urna» y «voto» se pronuncien tan explícitamente en contra de las urnas y los votos, hurtando al pueblo su derecho a decidir.

Un poco de teoría. Si de forma muy esquemática y simplificada seguimos las explicaciones de José Mª Ruiz Soroa (El esencialismo democrático, Ed. Trotta, 2010, p.26 a 31), podemos distinguir dos líneas respecto a las decisiones ciudadanas:

La sustantivista, para la que existe un ámbito excluido de la decisión de los ciudadanos, que se corresponderían con los derechos fundamentales y las reglas básicas del Estado de derecho. Si trasladamos esta visión a la consulta de Tortosa, podemos identificar a la CUP, que defendía que no se puede votar una decisión de este tipo, en la medida en que atenta a derechos fundamentales, o la entidad Òmnium, que sostenía que el referéndum es «una trampa«. En una línea sustantivista-autoritaria («y punto»), Marta Rovira (es broma lo de autoritaria, así le quito un poco de adustez al asunto).

La procedimental. Se parte de la base de que la regla mayoritaria deviene la única regla de decisión, sin que puedan existir valores fijados al margen y por encima de la decisión de los ciudadanos. Desde esta perspectiva, la legitimidad democrática de las decisiones se halla en el procedimiento seguido para adoptarlas, no en el hecho de que sean respetuosas con unos valores predefinidos. Aunque el derecho a decidir que conocemos prescinde del procedimiento, sí que se identifica con la regla mayoritaria y la inexistencia de limitaciones propia de la aplicación radical de la línea procedimental, que rechaza que puedan existir cuestiones «predecididas en base a valores sustantivos depositados en los textos sagrados constitucionales«. O sea, se puede votar todo y de todo, sin cláusulas de intangibilidad.

Por supuesto, ambas líneas tienen sus críticas que ahora no procede discutir. Lo interesante proviene del hecho indiscutible de que la oposición a la consulta de Tortosa implica romper con los principios del derecho a decidir… salvo que se argumente la imposibilidad de la consulta por el respeto a la Ley, en este caso la Ley de la Memoria Histórica, como elemento que sustrae a la ciudadanía (en este caso de Tortosa) la posibilidad de decidir si quiere o no que el monumento permanezca en su actual ubicación.

En este sentido -y recuerdo que estoy aplicando la lógica secesionista, paradójica en sí misma- resulta desconcertante que desde el derecho a decidir se afirme que «hay cosas que no se pueden consultar, como la presencia del fascismo en la calle, tal como no se pueden consultar aspectos relacionados con el racismo o la violencia de género«. ¡Pero si el derecho a decidir significa(ba) capacidad de decisión sin restricciones! Para una concepción radicalmente democrática (y el secesionismo se jacta de radicalidad democrática) no puede existir jamás una consulta-trampa: el ciudadano tiene siempre un poder decisorio omnímodo… hasta que los guardianes de las esencias (sería más preciso decir de SUS esencias) determinan unilateralmente lo que está bien y lo que está mal [recuerdo, estoy aplicando la lógica secesionista]. Como algún lector ya ha apuntado, en realidad el derecho a decidir significa «decidir» siempre que la opción elegida coincida con los deseos del secesionismo; en el momento en que el ciudadano no toma la decisión correcta, el derecho a decidir ya no existe.

Conclusión. Votar la permanencia de un monumento levantado por la dictadura para su reinterpretación puede ser considerado peculiar. No obstante, más peculiar todavía es que uno apele todos los días al derecho a decidir como facultad omnímoda del pueblo, sin restricción de ningún tipo, y el día en que se lleva a cabo una consulta de contenido discutible, acordarse de los límites. Eso hay que decirlo antes. Y aplicárselo. Por eso la votación de Tortosa, que me trae sin cuidado, ha sido tan divertida examinada desde la (i)lógica del prusés™. 

Ya veis: una localidad de 34.000 habitantes, en la que apenas vota el 30% del censo con derecho a hacerlo, pone en jaque el dret a decidir. Si es que más débil no puede ser.

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Juanmari

Gran ocasión perdida para estar callados con cierta dignidad. Hablar ha sido un auto sabotaje. Demuestra, además de poco bagaje teórico y una paupérrima elaboración intelectual, lo completamente insinceros que son sus «postulados democráticos». Pura estrategia y un argumento más para oponerse al referéndum. Últimamente de cada dos noticias del prusés, una te da la razón. Se te tiene que estar poniendo cara de «yo ya lo dije». Nota conspiparanoica: entre esto y el montón de voceros y palmeros mediáticos que se están cayendo del guindo procesista, pienso si no será que se están construyendo una pista de aterrizaje para la reculada final. Ahora cualquiera puede ver y señalar lo que antes no se podía decir.

Juanmari

A ver si en un par de años se dan cuenta y lo escriben que es que no suman. No les dan las cifras. Que ni prusés constituyente, ni ganador moral del plebiscito, ni centralidad. No dan los números por muchos artefactos conceptuales que puedas ir construyendo. Son muchos pero no suficientes. Son muchos pero no mayoría indestructible (un concepto que ya han olvidado).

Alex

El problema de tanta incoherencia y patinazo es que el proceso lleva tanto tiempo subido en el chiquitren de la épica que ahora no sabe ni cómo bajarse, ni cómo pagarse otra vuelta…

Decía Adorno que en la ingenuidad épica vive la impugnación de la razón burguesa… y en general de toda razón, añadiría. Y es que en la ceguera con la que el ‘epos’ se entrega a su representación, la relación entre el hecho y la imagen queda literalmente invertida… o lo que es lo mismo: la realidad reducida a metáfora balompédica. Fin de la cita.

En todo caso, eso que va apareciendo al fondo, todavía como un mazacote nebuloso, como una vaga presencia implicita, por ejemplo en los últimos artículos de Albert Om, es obviamente la realidad llamando a la puerta. Y ni todas las metáforas voluntaristas, ni todos los trucos escapistas, ni todas las fantasias épicas, te van a librar de esa deuda con la más elemental matemática… por más ‘millones’ de Edipos que consigas encajar este septiembre en la meridiana.

Agónico back to reality del proceso.

[…] esta entrada en Citafalsa, me he acordado de algo que escribí en mi antiguo blog. Como Javier escribe en su artículo, […]

Joan

Las inquietantes preguntas de Om y su difícil respuesta (¡excelente análisis otra vez!) tienen su origen, a mi modo de ver, en que ese inventado «derecho a decidir» no admite el menor análisis serio.
En realidad, en un sinsentido conceptual, una expresión vacía; alegar el «derecho a decidir» sin más, es como alegar el «derecho a tener derechos», no significa nada, carece de contenido, o como mucho es una pura tautología. Mientras no se especifique «derecho a decidir QUÉ», no es más que un concepto vacío que, en consecuencia, no se puede abordar desde ningún tipo de metodología ni de rigor.
Es obvio que los ciudadanos tenemos derecho a decidir ciertas cosas y otras no. (Ejemplos manidos: ni yo ni mi edificio tenemos «derecho a decidir» el alcalde de la ciudad, porque eso corresponde a toda la comunidad, ni yo tengo «derecho a decidir» no pagar impuestos). Mientras no se especifíque el QUÉ, el «derecho a decidir» no significa nada y, por tanto, es inabordable desde cualquier criterio.
Esa indefinición parece evidente que es intencionada, pues permite a los secesionistas aplicar ese concepto vacío a lo que en cada caso les viene en gana.
Pero, claro, el truco es muy burdo. Y el invento se les descuajaringa en cuanto se coteja con cualquier sencilla situación concreta, caso de la votación de Tortosa.

Alex

Por cierto Javier, me he quedado con las ganas de un comentario tuyo en tono técnico acerca de la suspensión parcial de la ley de pobreza energética por parte del TC.

Que es una estrategia populachera del independentismo para escenificar un conflicto con el Estado, apuntándose de paso un tanto en el marcador de ‘la sensibilidad social’, lo tengo claro. Sin embargo, me gustaría saber hasta qué punto de obscenidad llegaba el redactado, en su invasión deliberada de competencias, para llegar a la marcha-protesta ritual del pasado fin de semana. Al fin y al cabo, esta estrategia (paso de calificativo…), largamente empleada por el independentismo, de presentar proyectos averiados para que en la ITV los ‘tribunales españoles’ se los tiren abajo, es uno de los essentials de la manipulación del proceso…

De lo de desfilar tras una pancarta que pide a un tribunal constitucional que no se meta a sancionar ‘tus leyes’, el ‘vienen de fuera a mandarnos’ de Forcadell, o ese entrañable ‘no pediremos nunca ms permiso a España’ de Rufían, ya hablaremos… A caballo entre lo folclórico y lo siniestro.

Viure Lliure

Però vosaltres us llegiu? mirar d’equiparar el tema del monument amb un referèndum separatista és bastant absurd.

El primer és molt més complex que el segon. M’explico: el primer està subjecte a múltiples interpretacions, com bé apuntes a l’article. El segon és d’una simplicitat claríssima: tens una ciutadania territorialitzada amb clares mostres (majoria parlamentària, mobilització social, etc) de voler separar-se de l’estat. Senzill, oi?

I contestaré encantat totes les fal·làcies mentals que us vinguin en ment per intentar recargolar l’argument i negar l’evidència.

Juanmari

Cuanto más independentistas conozco más convencido estoy de que gran parte del problema es que el proceso de independencia no lo llevan independistas sino procesistas profesionales cuya única finalidad es seguir con el proceso. Los independentistas (que conozco)son autocríticos, tienen meta definida, no acuden a soluciones mágicas y saben que las vías posibles son el acuerdo o la confrontación. Hay un campo de juego limitado. (Además son los únicos que le tienen más manía a las cabezas pensantes del prusés que yo.) Para un procesista no hay campo de juego, así es imposible hablar con provecho. Si todas las posibilidades están abiertas nunca se llega a acuerdos. Venga a meter actores nuevos, comunidad internacional, RUI, DUI, sí-no, impago de deuda, esa pantalla está pasada, volvemos a la pantalla, etc. Es imposible fiarse de lo que dicen.

Juanmari

He leído un post de y una entrevista a, los autores del libro que decidiste no comprar el otro día, «El encaje constitucional del derecho a decidir. Un enfoque polémico». Te los paso para que compruebes la sabiduría de la decisión. De verdad que a veces alucino. No dejo de asombrarme. No tengo palabras. http://agendapublica.es/sabemos-algo-sobre-el-referendum-o-estamos-condenados-a-opinar/
http://www.vilaweb.cat/noticies/el-no-permanent-despanya-legitima-una-accio-unilateral-a-catalunya/

Juanmari

Voy a dejar dos o tres días los digitales porque la parte de la DUI ni me había llamado la atención. Me ha parecido lo más normal del mundo.

Alex

Tranqui con las faltas ‘Lliure’, mi teléfono también tiene sus propias opiniones sobre la ortografía…

El referendum se podría convocar, naturalmente, bajo mi punto de vista. Otra cosa es que sea la mejor idea. El problema es que aquí se ha querido hacer todo cagando leches en cuatro años, aprovechando el calor de la crisis, y en lugar de afianzar la teórica mayoría en favor del referéndum, acreditando diligencia en los redactados de propuestas y constancia en la voluntad ciudadana, se han despeñado por la pendiente de la unilateralidad…

Viure Lliure

Hi ha hagut confluència de factors, sí: crisis, refundació de cdc, mobilització social amb el tema de l’Estatut (important, aquest punt), polítiques hard-core del PP, augment de C’s que en última instància reforçava el nacionalisme…
Sobre la unilateralitat o pacte, jo crec que això serà el que farà descarrilar el procés sense que Madrid hagi de moure un dit: JxSí dirà pacte, cup triar pel dret. Partiran peres i fins la pròxima.

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