Retomo la actividad para continuar esta serie, que llega a la parte final. Roberto L. Blanco Valdés es Catedrático de Derecho Constitucional y, de todos cuantos vengo citando, es el que mantiene una posición más restrictiva y beligerante, al menos en lo que yo he leído. En su libro «El laberinto territorial español» (págs.369-371; interesante, aunque a ratos algo plúmbeo. Apabullante y extraordinaria bibliografía, por cierto), Blanco se muestra decididamente en contra del referéndum, ya que el artículo 2 de la Constitución («la indisoluble unidad») supondría un obstáculo de formidable magnitud para la celebración del mismo, que exigiría una previa reforma constitucional.
Aun así, llega a aceptar la posibilidad de encajar el referéndum consultivo en el artículo 92 de la Constitución, que, eso sí, precisaría de una reforma de la Ley Orgánica 2/1980, reguladora de las distintas modalidades de referéndum, para incluir una modalidad de consulta en que se pudiera votar sobre la secesión. Por lo tanto, tenemos a un especialista que, pese a considerar la imposibilidad de celebración del referéndum, es capaz de llegar a admitir un encaje que pasa por una vía ya repetida: la reforma de la LO 2/1980.
No obstante, y a diferencia de todas (o casi todas) las opiniones que hemos visto hasta ahora, Blanco considera que el referéndum debería celebrarse en toda España, ya que así resulta de lo dispuesto en el artículo 1.2 (la soberanía nacional reside en el pueblo español) y, según su punto de vista, debería reformarse si lo que se desea es circunscribir el ámbito territorial de la consulta.
La visión de Blanco es la más restrictiva de todas las examinadas hasta la fecha. Pese a ello, llega a admitir una vía para su celebración. Vía que, para variar, el secesionismo no ha querido contemplar, examinar ni plantear. No se trata sólo de que te rechacen tu iniciativa -como puerilmente se alega a menudo- sino de que la debes plantear por el cauce adecuado -la mayoría de la doctrina considera que la vía del artículo 150.2 CE era inidónea- y con plena lealtad. Nada de eso se cumple por los independentistas. Y, como se demuestra, hasta los menos dispuestos a aceptar un referéndum formulan y plantean caminos aceptables. Pero eso, y por mucho que se quejen, no se ha planteado.
Con esta entrega acabo la muestra de autores que defienden el encaje del referéndum, de una forma u otra, y que en general -y sin querer etiquetar a nadie- apuestan por vías más o menos amplias, cercanas al federalismo, o directamente contrarias a la secesión (en algún caso, es más difícil de ubicar, así que por eso digo en general), pero sin rehusar el debate sobre la cuestión. Creo que de los ocho autores vistos, casi todos son reconocibles para alguien con formación jurídica mínimamente interesado en la materia, y para quien no tenga esa formación, varios de ellos.
Para que no se me pueda tachar de parcial, en los próximos días comentaré la visión de un par de autores que apuestan claramente por la secesión y, como dije, cerraré esta serie.