Las lecciones de Stéphane Dion

Leer entrevistas y discursos de Stéphane Dion suele ser una buena decisión, por su claridad argumental, su honestidad intelectual y, cómo no, porque su nombre representa al antagonista por excelencia del separatismo. [Reconozco que el separatismo nos ha presentado recientemente algunos ejemplos de gran valor para su apoyo intelectual, como Yoko Ono o Hristo Stoichkov].

Hace unos días, EL PAÍS publicó una entrevista a Dion, con un titular sin duda impactante para el separatismo: «La democracia y el principio de legalidad son inseparables«. El titular es fuerte para quien no cree en la Ley. Todavía más las frases que deja Dion a continuación, si nos leemos entera la entrevista: «Que en una democracia un gobierno se aparte de la ley de leyes, la Constitución, e imponga a sus ciudadanos la obediencia fuera de la ley… Imagine lo que eso significaría para el vínculo entre democracia y legalidad«. Suficiente.

Ahora bien, a mí lo que me interesa es retroceder en el tiempo. Hasta 2003, en que Dion fue entrevistado también por EL PAÍS, en una época en la que el asunto candente era el Plan Ibarretxe. Dion contestaba -sin explícitas referencias al caso- preguntas y daba justificaciones argumentales que sigo sin leer entre el separatismo. [Rectifico: alguna justificación argumental sí que he leído, pero es de Jofre Llombart, quien creo que todavía está buscando a los fascistas que colgaron los carteles de Franco el día 18 de julio].

Aunque sea darle vueltas a asuntos mil veces tratados, siempre viene bien leerlos de nuevo y captar matices que desnudan la ausencia de reflexión separatista:

«P. ¿Por qué no le vale a usted el 50% más uno de los votos de un referendo secesionista?

R. Porque es una decisión extremadamente grave y probablemente irreversible que afectaría también al resto de los ciudadanos del Estado. Lo que está en juego es el derecho de los quebequeses y de sus descendientes a ser canadienses. Pedir, luego, el reingreso en la federación sería muy difícil e improbable. Una decisión tan trascendental exige un consenso muy serio y no una mayoría ocasional que puede cambiar según sople el viento de la política o de la economía.«

Dion  también explica algo sobre caminos unilaterales. Se apoya en el dictamen del TS canadiense y, de nuevo, está bien recordar: «(…) Pero si el Gobierno de Canadá solicitó el dictamen del Tribunal Supremo no fue con el ánimo de preguntarle si la secesión de Québec, que es un asunto político, estaba bien o mal. Lo hicimos para saber cómo podía llevarse a cabo la secesión desde el punto de vista jurídico, para saber si la escisión podía llevarse a cabo por la simple voluntad del Gobierno de esa provincia, que entonces era independentista. Lo que nos respondió el Tribunal Supremo fue que ni el derecho internacional ni el derecho canadiense avalaban esa pretensión porque Québec no es obviamente una colonia. (…)«

Por no decir sobre la «desobediencia selectiva» que propugna el separatismo y las consecuencias de la misma:

«P. El hecho de que un Gobierno ignore las reglas de juego comúnmente establecidas ¿le invalida moralmente para plantear propuestas de ruptura?

R. Si envía a sus ciudadanos el mensaje de que se puede burlar la ley, ¿cómo conseguirá luego que esos mismos ciudadanos acaten sus leyes? Es el problema de la secesión unilateral. ¿Se puede situar fuera de Canadá a millones de quebequeses que desearían seguir siendo canadienses y hacerlo burlando las leyes constitucionales? Esos ciudadanos podrían denunciar a ese Gobierno ante los tribunales. ¿Y el Gobierno de Canadá tendría que ignorar esa tentativa ilegal de secesión o debería quedarse responsablemente, pacíficamente, en territorio quebequés? ¿Qué podría hacer el Gobierno independentista? ¿Utilizar a la policía? Es una locura. No es así como se funciona en la democracia. Tenemos que regirnos por el derecho. Si hay que negociar la separación, lo haremos, por muy triste y lamentable que sea, pero siempre de acuerdo con la ley y en el respeto a todas las partes.»

Por no decir del objetivo primordial, inherente al separatismo: «En la democracia caben necesariamente todos los ciudadanos. No se puede relativizar la solidaridad en función de la lengua, la religión o la pertenencia territorial. La secesión, por el contrario, obliga a elegir entre tus conciudadanos, a optar entre los que consideras los tuyos y los que quieres transformar en extranjeros.«

Si la entrevista y los argumentos son valiosos, todavía más interesante es el contenido de la carta dirigida, en 1997, a Lucien Bochard, con relación a una hipotética Declaración Unilateral de Independencia. El texto completo, en inglés, está disponible aquí.

Por su interés, reproduzco la mayor parte de la carta. Como leeréis, y con las lógicas salvedades y diferencias de cada caso concreto, Dion argumenta contra las tesis que el separatismo repite en cualquier lugar del mundo y en cualquier época. Me permito la licencia de destacar en negrita lo que más me interesa:

«Your argument is based on three rules that you claim are universally accepted: that a unilateral declaration of independence is supported by international law; that a majority of «50% plus one» is a sufficient threshold for secession; and that international law rejects any changes to the borders of the entity attempting to secede. We are convinced that such assertions are contradicted by international law and state practice.

Let me start with the question of a unilateral declaration of independence. The Government of Canada has always maintained that if Quebecers expressed very clearly a desire to secede from Canada, then their will would be respected. As you know, this position is highly unusual in the international community. Most countries do not allow constituent parts to secede under any circumstances. For example, the constitution of the French Fifth Republic, that of General de Gaulle, provides that «La France est une République indivisible,» while the United States Supreme Court has found that our neighbour forms an «indestructible union.»

The Government of Canada has never contested the right of the Government of Quebec to consult Quebecers on their future, but it has affirmed that the provincial government cannot have a monopoly on the establishment of a fair process that might lead to secession. There is no democratic country in the world where the government of a province or other constituent entity has been allowed to determine these procedures unilaterally.

The vast majority of international law experts, including the five experts consulted by the Bélanger-Campeau Commission, believe that the right to declare secession unilaterally does not belong to constituent entities of a democratic country such as Canada. If you believe otherwise, then I invite your government to ask the Supreme Court of Canada for the opportunity to submit your arguments on these questions as part of the present reference.

Turning to the «50% plus one» rule, it should be noted that it is customary in a democracy to require a consensus for serious, virtually irreversible changes that deeply affect not only our own lives but also those of future generations. Secession, the act of choosing between one’s fellow citizens, is one of the most consequence-laden choices a society can ever make.

It is no accident that all instances of secession effected through referenda have been supported by a clear consensus. It would be too dangerous to attempt such an operation in an atmosphere of division, on the basis of a narrow, «soft» majority, as it is commonly called, which could evaporate in the face of difficulties.

If I had enough space, I would cite a series of examples from other countries in which a referendum verdict that was too uncertain was not acted on, for decisions much less important than the break-up of a country. But let us confine ourselves to your secession project.

In the white paper that led up to Quebec’s Referendum Act, it is noted that, because of the consultative – and not decisive – nature of referenda, «it would be pointless to include in the law special provisions requiring a certain majority vote or rate of participation.» When the bill was tabled on April 5, 1978, its sponsor, Mr. Robert Burns, spoke of the «moral weight» of a referendum won on the basis of «a clearly and broadly expressed popular will.» You yourself acknowledged on June 15, 1994 that an attempt at sovereignty with a slim  majority would adversely affect «the political cohesion of Quebec.» And on September 12, 1992, in the case of a simple constitutional referendum (on the Charlottetown Accord), Mr. Bernard Landry linked the legitimacy of a «yes» vote to obtaining a substantial majority in Quebec.

As to the question of territorial integrity, there is neither a paragraph nor a line in international law that protects Quebec’s territory but not Canada’s. International experience demonstrates that the borders of the entity seeking independence can be called into question, sometimes for reasons based on democracy. For example, you are no doubt aware that France insisted on partitioning the island of Mayotte from the Comoros at the time the latter gained independence because the residents of Mayotte unequivocally expressed their desire to maintain their link with France.

Even the most prominent secessionists do not agree that Quebec’s borders would be guaranteed if secession were being negotiated. When he was a professor of international law, Mr. Daniel Turp stated his belief that, in the event of Quebec separation, Quebec’s Aboriginal peoples would have the right to remain in Canada if they so chose. During the recent federal election campaign, Mr. Gilles Duceppe also pointed to the special geographic position of Quebec territory occupied by Aboriginal peoples and suggested the issue might be referred to an international tribunal.

Neither you nor I nor anyone else can predict that the borders of an independent Quebec would be those now guaranteed by the Canadian Constitution.

These are crucial questions which, so that they can be better debated on their substance, require your government to choose between two contradictory positions. In effect, you are saying simultaneously: 1) that the procedure leading up to secession is a purely political matter, in which case the established law is not relevant; and 2) that the established law demonstrates you are right and those who contest the procedure you intend to follow are wrong.

If you hold the first assertion, you must alert our fellow citizens that you are prepared to plunge them into a situation of anarchy, outside the legal framework, which is not done in a democracy. If, on the contrary, you hold the second assertion, you must produce the rules of law that support your position and agree that our reference to the Supreme Court is a constructive and necessary exercise of clarification, whether or not its outcome is in your favour. One thing is certain: you cannot continue to deny the relevance of law while invoking it when it suits you.«

Si cambiamos cuatro palabras, la argumentación de Dion mantiene la plena vigencia para refutar las tesis que suele esgrimir el separatismo sobre estos tema.

CONCLUSIÓN. Lo interesante de las muchas lecciones de Stéphane Dion es que, entre Dion y Yoko Ono, el President Puigdemont elige a Yoko Ono, con lo que me quedo mucho más tranquilo.

Hay más cartas de Dion (incluidas en su libro «La política de la claridad«, que a día de hoy sólo se puede encontrar en bibliotecas, o de casualidad, porque la edición en castellano está descatalogada), que rebuscando un poco se pueden leer en inglés. Sí, es un poco más difícil que celebrar el apoyo de Hristo Stoichkov y requiere algún esfuerzo intelectual adicional. Pero si es lo que le gusta al President, qué queréis que le haga.

* Por otra parte: asunto comentarios. Empezaré a aplicar moderaciones para comentarios que no tengan que ver directa, indirecta o tangencialmente que ver con el tema principal. Es indiscutible que los temas se desvían siempre y no se abre un artículo por mi parte para cada tema. Eso no es problema. Tampoco lo es un enlace a youtube o un .gif. Pero una cosa es que los temas se desvíen, o simplemente se aproveche un comentario para iniciar una discusión en que acaban participando varios, y otra inundar el blog de conversaciones cuasi-particulares (que también están permitidas, pero todo tiene un límite). Simplemente, creo que se pierde el interés por la conversación, desnaturalizando uno de los valores que hasta ahora ha tenido el blog, como son los comentarios.

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Joan

Es oportunísimo, Javier, traer ahora a colación las reflexiones y opiniones de Dion.
Siempre he pensado que el Gobierno debería intentar seguir (en la medida de lo posible) el modelo de la Ley de Claridad, que ha sido el fruto de largos análisis y sesudos y serios estudios, que nos lleva décadas de adelanto, y que además ha demostrado ser eficaz, junto a otras medidas.
Y también me parece muy oportuno tu inicio de moderación. Solo el hecho de que en casi todas tus entradas se sobrepasen ya los 100 comentarios, lo hace aconsejable; pues muchas veces, efectivamente, las conversaciones van derivando hacia diálogos cerrados alejados del tema.

papitufo

Como descargo en las ocasiones en las que mis comentarios podrían darse por aludidos (Viure me pone el capote y yo entro), diré que, muchas veces, esas «conversaciones particulares» son las únicas entradas en varios días entre un post y otro, una vez sobrepasado el impulso inicial tras uno nuevo, por lo que, lejos de entorpecer el hilo de los comentarios, constituyen el único movimiento. Otra cosa es que esas disquisiciones resulten de poco o nulo interés para un porcentaje de los lectores. Ahí ya me callo.

En lo que se refiere al post de hoy, efectivamente, como si la entrevista y las reflexiones de Stéphane Dion fueran de ayer y sobre el caso catalán. Perfectamente aplicable.

Joan

Creo, Papitufo, que casi todos podemos darnos por aludidos. Yo también he entrado muchas veces al trapo con diálogos particulares; y creo que está bien. Pero también es verdad que al final se acaba dispersando bastante el debate.
Javier no tendrá nada fácil marcar la medida justa; pero con su cirujana precisión jurídica, la encontrará, seguro.

Viure Lliure

Mmmm… Javier, m’has eliminat un comentari?

Abraham Benyosef

Dicho eso, no sé si la moderación es lo mejor. Cada entrada tiene un tema, pero también hay un gran tema que es el hilo conductor del blog, y que consiste en desmontar los sofismas separatistas. Y creo que los comentarios se han ceñido a ello (en el caso de Viure, proveyendo nuevos sofismas a desmontar).

Juanmari

Gustándome lo que dice, me gusta aún más lo que no dice. No siente ninguna necesidad de justificar que no es un facha, que no es del PP o C’s y no hace referencia alguna al inmovilismo, a que no es lo mismo el Estado que su gobierno ni pone en duda que España es un Estado democrático. Igual que nuestros maricomplejines patrios.

Godofredo

Respecto a la moderación: es necesaria, porque el blog había degenerado hasta convertirse en un chat, donde lo de menos era el disparo de salida de los comentarios en forma de artículo oficial, y luego venían más de 100 comentarios… que todo el rato daban vueltas a lo mismo. A la misma persona con la misma idea y el mismo esquema argumental. Inasequible al desaliento, al acabar uno se daba cuenta que el grueso de lo escrito giraba en torno a él. Resultaba cansino a más no poder y hacía tiempo que yo ya sólo leía el artículo y los primeros veinte comentarios, porque para leer a esa persona (o su equivalente) hay muchos otros blogs.

De hecho, ayer pensaba escribir un comentario pidiendo que se pusiera fin al chat.

Respecto a lo de Mr. Dion… muy buen artículo, pero unos lo tenemos ya tan interiorizado que no necesitamos el artículo; los otros, negados en banda a cualquier lógica y razonamiento que no les reafirme, no van a sacar ningún provecho de él. Hace cuatro años, cuando creíamos que su afán era un deseo racional y no 100% irracional, sí que queríamos este artículo. Ahora, acabado el tiempo de los faroles, lo que quiere la plebe (yo al menos) son los artículos en los que nos muestras cuán bajo están cayendo, cuán tontos son cerrándose el lazo en torno a su cuello y cuán tarugos son sus creyentes para no darse cuenta de los borricos a los que están entregando su vida.

Y también que nos expliques las acciones judiciales que se están haciendo. Más aún cuando parece que va a ser un verano con muchos «paseillos» y declaraciones a no-periodistas.

Pepe

En Marzo de 2014, El Sr. Dion pronunció una conferencia en la Facultad de Filosofía de la UB bajo el título El Federalismo frente a la presión secesionista.
En dicha conferencia el Sr Dion, entre otros puntos interesantes, manifestó que con los nacionalistas no vale la política del contentamiento ya que estos no se van a contentar nunca.
En la actualidad, gracias a las ocurrencias de Pedro Sánchez, supongo que dejándose manipular por Iceta, y con el apoyo de los “progres” de la capital, se ha introducido el término “plurinacional” en relación con la afirmación que España es un nación de naciones; con el intento de agradar a los secesionistas.
Parece que no ha pasado el tiempo desde la manifestación de Zapatero: “Pasqual aprobaremos lo que salga de Cataluña”, cuando vuelven, otra vez, con una canción parecida para darle al secesionismo la oportunidad esperada: Somos nación, tenemos derecho a la autodeterminación y, por tanto a la independencia.
A este respecto un párrafo de Francesc de Carreras: “ …….. Una cosa es una opinión libre, otra un texto legal, vinculante, interpretable de acuerdo a los métodos de interpretación jurídica. En las leyes, ¡cuidado con las palabras!, las carga el diablo”.

Perpetuo Mogudo

Bien esta que El País publique este artículo. Quien debería tomar buena nota (pero más aún de las opiniones de Dion sobre las políticas de apaciguamiento y contentamiento de secesionistas) son los líderes de los partidos de izquierdas españoles (o plurinacionales :-p). Los lectores de este blog en un 99% lo suscribimos y ya no nos va a convencer de nada nuevo. Los secesionistas (auténticos, luego están los de conveniencia, cuyo único argumento es «yo-mi-me-conmigo» y «dame pan y… «) tampoco van a cambiar de parecer leyendo a Dion. AUnque éstos sean de una lógica aplastante, sencillamente harán ver que no existen, no se molestaran en rebatirlos racionalmente.

Quirze de Montpalau

Tal com cita en Pepe una mica abans, en Dion va estar a Barcelona convidat per Federalistes d’Esquerres i en la seva conferència va insistir sobre l’error del que ell en diu “estratègia del contentament”.

Per si hi teniu interés, hi ha un article d’en Carles Pastor que resumeix molt bé el que diu en Dion:

http://cronicaglobal.elespanol.com/pensamiento/la-estrategia-del-contentamiento_31648_102.html

https://federalistesdesquerres.org/2016/01/carlos-pastor-lestrategia-del-contentament/

Sobre la nova línia de moderació del bloc, completament d’acord amb en Javier i el meu complert recolzament,
És veritat que anava degenerant en xat repetitiu que, al menys a mi, m’interessa molt poc.