Si existe un grupo en Cataluña al que nadie gana a coherentes, es la CUP. Sus métodos radicalmente democráticos aseguran siempre que, sea cual sea la decisión, a coherentes no les gana nadie. Lo malo es que esos métodos no se los aplican cuando no les interesa. O sea, que de coherentes, nada. Tan demagogos como los políticos clásicos. Diría que más demagogos, incluso, ya que al político clásico la demagogia se le supone, mientras que los de la CUP presumen de ausencia de demagogia.
Y es que está muy bien eso de pedir un referéndum que, al margen de cien mil otras cuestiones, polarizaría todavía más el ambiente y, a la vez, renunciar al método asambleario ¡¡¡para evitar polarizaciones y enfrentamientos!!!
Diversos medios publicaban una información de Europa Press (enlace a Vilaweb), que recogía unas declaraciones de Benet Salellas en que sobresalía lo siguiente:
«El que sí que ha descartat és que la decisió que prengui la CUP sobre la qüestió de confiança es prengui en la seva assemblea: ‘Posem molt en valor el mètode assembleari i continua sent vàlid i útil, però no tenim cap tipus de ganes de repetir situacions de polarització de l’organització i d’enfrontament del 50-50’«
Traducción literal jurada: No se someterá la cuestión de confianza a asamblea, no vaya a ser que gane el voto en contra de Puigdemont.
Coherentes 100%.
Es fácil ser coherente cuando tal cosa la defines como «lo que sea que avance mis intereses.»
Si adaptaran los últimos avances en diseño de referendos a sus asambleas no tendrían problemas ni de polarización ni de organización del enfrentamiento 50%/50% ni tampoco de que no saliera lo que debe. Sencillamente se admiten tres respuestas, sí, no y sí/no, sumando estas últimas a quien convenga a posteriori. Se conserva la radicalidad democrática y se garantiza el resultado.