Una semana han tardado los radicales de la separación en reaccionar al Manifiesto. Y la reacción, la propia de los radicales. Dan pena. Ya sabéis que a menudo repito que me parece muy bien que cada uno opine lo que quiera, pero que yo no estoy de acuerdo por X y fundamento mi posición en Z, y bla, bla, bla. Esta vez no. Dan pena.
A ver: si uno considera en su mundo mental interior que la hipotética Cataluña independiente debería tener sólo como lengua oficial (o de uso público, o como se la quiera categorizar) el catalán, está en su derecho. Ahora, también se debe estar dispuesto a aguantar las críticas. Pero claro, aquí los radicales sólo admiten las alabanzas. Las críticas no van en su ideario y la respuesta suele ser la de tildar de fachas a los que no están de acuerdo con ellos. Repito. Dan pena.
El paradigma de artículos justificando o semijustificando el Manifiesto (sólo comento uno por no aburrir enlazando una docena), la columna de Antoni Bassas «Manifestos i danys col·laterals«, en la que dice que se ha hecho uso, abuso y distorsión (¡distorsión!) de la afirmación sobre inmigración y colonización involuntaria. Distorsión. Claro, claro. No criticará Bassas la frase, no. Quién sabe si la suscribe. Quién sabe qué interpretación oculta le ha descubierto. La culpa es del crítico, que produce una distorsión del espacio-tiempo de la inmigración y la colonización involuntaria.
Por si eso no fuera suficiente, Bassas acude al recurso estrella del separatista radical. Sí, atribuir la culpa al enemigo exterior: «…qualsevol debat que plantegi una millora de l’estatus legal del català és una ofensa per a aquells que van pel món afirmant sense envermellir que el castellà està perseguit a Catalunya…«. No sé, igual yo soy corto de entendederas -qué caray, no lo soy- pero creo que nadie en su sano juicio ha propuesto la eliminación del catalán de la vida pública como plan de mejora del castellano. Al revés, con este Manifiesto, sí. Y por favor, que no salga el penoso de turno a decir que «explícitamente» no hay una frase que diga que el catalán debe ser la única lengua oficial. Esto se puede leer en más de uno y de dos artículos.
¿Que quieres una Cataluña monolingüe? Perfecto, pero aguanta mecha. Espera que haya quien no esté de acuerdo y exprese sus opiniones en contra, de forma acerada y dura. Acostumbrados a que se le rían todas las gracias, los nacionalistas radicales de turno primero callaron (o escribieron que eso ara no toca) y cuando han pasado unos días han reaccionado de forma penosa y patética, acusando a los críticos no se sabe exactamente de qué. Bueno, sí, de tener la culpa de todo.
El problema del Manifiesto es, sencillamente, identitario. Todo lo que han negado e intentado esconder durante estos años. Identitario. La últimas dos frases de Bassas así lo delatan: «El problema més delicat de percepció del manifest és entre els que han fet del català la llengua amb els seus fills. Que, per sort, són un bon munt.«. Mire Bassas: ni por buena suerte ni por mala suerte. Esto no es un problema de «percepción«. Es un problema de exclusión. Muy explícito. No tiene nada que ver con el hecho de que en mi día a día, por ejemplo, yo hable en catalán el setenta, el ochenta o el noventa por ciento del día. Como si lo hablo el cien por cien o como si no lo hablo. Es el sentimiento de exclusión que el Manifiesto ha exteriorizado y que los corifeos del separatismo están confirmando un día sí y otro también.
Y encima, ahora se las dan de valientes. Lo típico del nacionalismo identitario.
Excepto en lo de que ‘se las dan de valientes’ -porque considero la reacción un ejercicio de cobardía y cinismo monumental, al no defender explícitamente lo que el manifiesto implica, sino tratar de lanzar balones fuera agitando, como es norma de la casa, el fantoche del franquismo eterno- estoy de acuerdo. En particular comparto diagnóstico: es la exclusión. Y poco más…
Escribo un manifiesto público para abrir un debate público y luego lloro cuando no dice todo el mundo amén. Si quieres abrir un debate académico y técnico no haces un manifiesto sino un congreso de sociolingüística. Genial Doraemon.
Lo de la Empar no tiene nombre. Entre sus parábolas de bobó, para tolais con ínfulas de burgués-bohemio, y los ejercicios de estilo de Canosa, la independencia parece un subgénero literario a colocar en la misma balda que a 3 metros sobre el cielo. Una banalidad total. Y una autocomplacencia naif que sonroja. Es el vértice no tribal del nacionalismo… de club de lectura para acomplejados.
Ostras tú, al lorum… Entre los comentarios al artículo de Empar esta la mismísima Silvia Senz! Y usando las propias metáforas de la Empar, que si primero adelgazar o primero correr para ir adelgazando! Esto es de chiste. No se entiende nada. Conversaciones en circuito cerrado. Liliput.
Chiiiiist, que están ensanchando la base.
A eso se le llama «ensanchar la base». En lenguaje koinè, a ver si conseguimos que los colonos involuntarios hagan lo que deben. El presidente de la Generalitat diría a ver si conseguimos que más bocas soplen nuestras velas. Y Empar: transformemos la sacarina en estevia que salimos a hacer running. Vamos, que tienes razón.
Estoy procrastinando más de lo debido por culpa del ARA. ¿Esto de Narcis Comadira se puede decir que es una basura etnicista tamaño apartheid? ¿Es matizable, tiene contexto, lo he malinterpretado? «I dic que cada dia en tinc més dubtes perquè, sentint el que diuen els nostres polítics, els nostres polítics més tradicionalment catalans, els d’Esquerra Republicana i els de la convulsa i terminal Convergència, veig que la llengua catalana i la seva supervivència no els importen gens. »