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Alberto López Basaguren y el procés

Ya sabéis que en los últimos días me he apartado un poco de seguir la actualidad del prusés™, que sigue dando para muchas risas (y a la vez, pena), así que vuelvo un poco sobre uno de los objetivos principales del blog, que es la argumentación jurídica, a poder ser algo digerible. Un poco aburrido, sí; aplastante, también. El artículo me ha salido más largo de lo que yo querría, pero es lo que hay.

Alberto López Basaguren, Catedrático de Derecho Constitucional, es una de las muchas firmas prestigiosas que, a lo largo del tiempo, se han comentado en Cita Falsa. Ha prestado, además, una especial atención al referéndum de secesión escocés y la cuestión del Quebec, por lo que conoce detalladamente dos procesos supuestamente parecidos al catalán.

Sus tesis y razonamientos son ejemplares y, únicamente, no coincido con él en su diagnóstico final y tratamiento a aplicar frente al secesionismo: de una forma u otra, López Basaguren se abre a la viabilidad de atisbar un referéndum -sea cual sea la fórmula- que permita abordar el asunto de la secesión. En mi opinión -repito, como otras veces, opinión- en la actualidad contemplar como posible un referéndum de secesión obedece más a lo pesados que son los secesionistas que a un cumplimiento previo de las exigencias a requerir para un referéndum de secesión. Es mi opinión.

La de López Basaguren -sin duda, fundada- tampoco es que sea muy distinta a la mía, ya que rechaza esa especie de «derecho absoluto» que esgrime el secesionimo a celebrar un referéndum, cuando la primera cuestión a resolver, sin duda, estriba en determinar qué presupuestos son necesarios para determinar que se puede celebrar un referéndum. Para López Basaguren, esta cuestión deberá resolverse desde una visión global (el Estado, vaya), mientras que yo creo que en primer lugar quien debería resolverlo sería el separatismo (con algo más elaborado que #volemvotar y tuiterías), para, entonces sí, tener que examinarse desde una perspectiva más amplia. Dice LB: «Para tener posibilidades de éxito, España tiene que realizar su propio proceso político, del que deberá surgir la específica forma de afrontar democráticamente las demandas de secesión existentes. España debe encontrar su propia vía, coherente con los fundamentos de su propio sistema constitucional y de sus singularidades«. Y al final del artículo que a continuación comentaré, señala: «En España nos encontramos con el entrecruzamiento de dos errores. El error de los secesionistas, que creen que el principio democrático les otorga un aval suficiente para romper la legalidad si el Estado no accede a sus pretensiones y el error del sistema político, del Estado, que cree que la legalidad es una trinchera infranqueable, por lo que no hay necesidad de afrontar la reforma del sistema autonómico para tratar de dar solución a los problemas que han permitido a los impulsores de la demanda secesionista lograr un apoyo cualitativamente muy importante de la sociedad catalana«.

La opinión diferente, o matizada, de López Basaguren (yo no creo que esos dos «errores» se hallen a un nivel equiparable), no es problema en Cita Falsa. Al contrario. Porque López Basaguren no sólo sabe más que yo, sino que además argumenta, explica y razona. Sé de muchos que gozan de conocimientos más amplios que yo, pero a la hora de argumentar, explicar y razonar flojean. Eso sí que es un problema. Grave.

Repaso su magnífico texto «Demanda de secesión en Cataluña y sistema democrático. El procés a la luz de la experiencia comparada» (del valiosísimo ejemplar de Teoría y Realidad Constitucional, número 37), en el que, una vez más, se confirman gran parte de las tesis que se han mantenido aquí durante los últimos años. Creo que es hora de decir, además, que a estas alturas los textos jurídicos de mayor calidad en España dedicados a analizar la cuestión de la secesión suelen ser aquellos que, con mayor o menor intensidad, argumentan las dificultades, problemas y requisitos que debe superar una demanda de secesión para lograr acercarse al objetivo del referéndum. Se lo toman en serio. O muy en serio. Y no son nada frívolos con una secesión. Frivolidad es abogar por un referéndum y, a la vez, escribir, como José Antich, esto sobre la hipótesis de lo que podría suceder en unas nuevas elecciones en Cataluña: «También porque las esperanzas de unas nuevas elecciones hubiera dejado en el aire -de hecho las encuestas no la garantizan- la mayoría parlamentaria de 72 diputados«. Por supuesto, no seré yo quien se agarre a una encuesta (Artur Mas, digo, Trump podría dar un máster sobre el asunto), pero creo que no es difícil apreciar que Antich admite la (más que probable) inexistencia de una mayoría (social) clara, suficiente y rotunda en favor de la secesión.

Bien, dejémoslo así: en mi opinión, la mayoría de quienes he leído con posturas en contra de la secesión y, a la vez, partidarios de encontrar una vía por la que dar respuesta a esa demanda se la toman muy en serio, mientras que la mayoría de quienes he leído con posturas a favor de la secesión y, por descontado, del referéndum, son mayoritariamente frívolos, a la búsqueda de una votación coyuntural que pudiera serles favorable. (¡Ah! Como algún día comentaré, Catedráticos y académicos de otros países también son exigentes con una secesión. No somos tan raros).

Centrémonos en los interrogantes jurídicos (y de sentido común, que no hace falta siquiera ser Licenciado en Derecho) planteados por López Basaguren, que a continuación explico:

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