Me parece indiscutible que el discurso pronunciado por S.M. el Rey Don Felipe VI el día 3 de octubre de 2017 marcó un considerable punto de inflexión frente al secesionismo. De manera firme y rotunda, el Jefe del Estado afirmó que desde hacía tiempo «… determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía…«. Particularmente, y supongo que también sucedió para muchos otros, sentí un enorme alivio al comprobar que el Rey expresaba con claridad que los ciudadanos catalanes víctimas del atropello de nuestros derechos no estábamos solos en la defensa de la Constitución y la Ley.
Esto quedará para la percepción de cada uno, pero en mi opinión este discurso -y las pequeñas reacciones personales que generó- contribuyó al éxito desbordante de la manifestación del día 8 de octubre. El tiempo dirá lo importante que fue.
El discurso de hoy, en lo que atañe a la temática que nos ocupa un día tras otro, también tiene su peso: «Señores Presidentes: España tiene que hacer frente a un inaceptable intento de secesión en una parte de su territorio nacional, y lo resolverá por medio de sus legítimas instituciones democráticas, dentro del respeto a nuestra Constitución y ateniéndose a los valores y principios de la democracia parlamentaria en la que vivimos desde hace ya 39 años.«
En el blog, nunca hemos alabado a Institución alguna del Estado, si acaso alguna crítica genérica al Presidente del Gobierno o, como mucho, se ha mencionado algún acierto, por lo general sin ni siquiera alcanzar la unanimidad. Poca cosa, porque el enfoque de los temas nos ha llevado habitualmente fuera de una valoración institucional. Es lo que sucede cuando cada cual expone un criterio propio, no el de terceros que se asumen como verdad absoluta.
Pues bien. Hoy, igual que hice el día en que explícitamente dije que iría a la manifestación del 8 de octubre, creo que toca -sin olvidar a Antonio Tajani, por cierto-, por una vez, reconocer en este caso a Su Majestad el Rey Don Felipe VI.
CONCLUSIÓN. Para reconocer los discursos del Rey es indiferente si uno se considera republicano o monárquico. O si, considerándose republicano por una cuestión de coherencia, cree que en este momento histórico la figura más conveniente para España es la de una monarquía parlamentaria: la vida está hecha de contradicciones. No me interesa la posición de cada uno, tampoco la mía.
Es suficiente con tener la seguridad de que el Jefe del Estado ostenta un papel fuerte, sólido y decidido, articulado mediante un discurso basado en el respeto y defensa de los derechos que nos corresponden como ciudadanos.
Me uno al reconocimiento al Rey Felipe VI.
Totalmente de acuerdo. Escuchar lo que el Jefe del Estado dijo el día 3 también me causó un alivio íntimo difícil de expresar. Y ver que mantiene su postura firme, significa que tiene presente la gravedad del desafío y no nos va a abandonar. Muchas gracias, Majestad. Estamos a su lado.
Es agridulce. De donde yo vengo no están bien vistos los reyes; y a mí realmente me hace ruido que estos sujetos no electos tan pronto puedan parar un golpe de Estado como matar elefantes en Botswana pagados por mi IRPF o, peor aún, por privados que obtienen pingües beneficios operando con el Estado.
Dicho eso, también tengo que reconocer que recibí con alivio la claridad moral con que se expresó en un día en que el separatismo blandía a la turba como arma arrojadiza y la frivolidad podemita le aplaudía las gracias. Supe que había dado en el blanco cuando al día siguiente Puigdemont se quejaba de que había renunciado a su rol de mediador. Comprendí que lo que le molestaba era el mensaje profundo del discurso monárquico: no se media con chantajistas. Acostumbrado a respuestas timoratas, la firmeza real lo tomó desprevenido.
Pero me perturba que tenga que ser él el que venga a sacar las castañas del fuego, el que logre que el PSOE deje de dubitar y actúe de una vez con sentido de Estado. Cuando es necesario que un rey tome cartas, es que la democracia no está lo suficientemente consolidada.
Coincido con vosotros en:
Reconocer la necesidad y oportunidad de la respuesta del jefe del Estado.
Es cierto que ante la falta de una respuesta clara por parte del Gobierno, haya sido necesaria la intervención del Jefe del Estado.
Yo me pregunto el por qué así.
Creo que políticamente hablando, el actual partido gobernante por las tensiones con la oposición, actuaciones anteriores y escándalos varios, tal vez no podría transmitir adecuadamente la sensación de gravedad, interés o «apolítica» sin dejar un tufillo de decisión partidista. Argumento que hubieran aprovechado otros partidos para seguir desgastando al gobierno y que conociendo al separatismo hubiesen retorcido a placer.
Adicionalmente y cara a la imagen internacional que es una de las canchas de juego separatista (si no la única que podía serle útil), la imagen de la corona (y en particular la de Don Felipe VI) es un muy potente.
Coincido en que la intervención del rey incomodó mucho al separatismo ya que perjudicaba su estrategia.
No olvidemos que la imagen exterior de la corona española en su intervención del 23-F la consagró como garante de la democracia.
La intervención de Don Felipe VI colocó al separatismo, de alguna manera al nivel de Tejero&Cía.
Creo que la intervención del rey, también ayudó a eliminar «complejos».
No sé la trascendencia exacta pero influyó en hacer comprender a muchas personas que su malestar era perfectamente legítimo y NO fruto de una convicción política, y que NO eran ningún tipo de «fachas» o «fascistas» por estar o pensar en contra de tesis separatistas.
Totalmente de acuerdo. Solo dos pequeñas observaciones:
– El discurso del día 3 me pareció perfecto y contundente. Pero me dejó una pequeña preocupación: si después de palabras tan duras del Jefe del Estado, el Estado no actúa con decisión y eficacia, sería una prueba terrible de impotencia. Mi inquietud ha desaparecido viendo que tanto el Poder Judicial como el Ejecutivo están (por fin, en el caso del Gobierno) actuando con decisión y sin falsos complejos.
– He observado con satisfacción que en las últimas intervenciones los representantes del Estado (empezando por el Rey que, si mal no recuerdo, el día 3 utilizó el término «independencia») están hablando ya de «secesión», la palabra correcta. Parece que comienzan a caer del guindo (sin segundas 🙂 ) o alguien les ha hecho verlo. Hace mucho tiempo que vengo llamando la atención (es ya casi una obsesión, con la que puedo llegar a ser pesado) sobre el mal uso del término «independencia» en lugar de «secesión» y lo que supone de hacerle el juego al secesionismo. Y no solo yo, está claro; en este blog, sin ir más lejos, Javier siempre ha hecho un uso cuidadoso y exacto de esos términos, como buen jurista.
Creo que aciertas con tus añadidos Joan.
Yo también he comprobado, con cierto alivio un cambio en el lenguaje.
Y vengo comprobando que muchísima gente de fuera de Cataluña ya no generaliza con un «Es que los catalanes»… ¡¡¡Ahora precisan!!! «Es que los naconalistas/separatistas catalanes»
También he observado una ampliación del número de personas dedicadas a la detección y desmentido de citas falsas del separatismo.
Ya se ha comentado aquí. El mismo Javier reconocía que un medio como «El Pais» tiene mas alcance que un blog, pero creo coincidir con todos en el reconocimiento del ENORME valor de la TRIPLE acción emprendida por Javier:
-1) Como PIONERO. Yo no tenía constancia de ningún otro blog enfocado a desmontar las mentiras y manipulaciones del separatismo. Sí, había algunos que denunciaban pero echaba de menos el (magistral) desmenuzamiento que realiza Javier.
-2) Por su especialización. Javier ha realizado su tarea en el entorno Jurídico ¡¡¡Que no es algo sencillo!!!
-3) Por su (encomiable y necesario) esfuerzo didáctico. creo que todos/as los que regula u ocasionalmente leemos el blog… APRENDEMOS.
Y una mas:
Javier con los comentarios de los parroquianos (y ocasionales) ha cuidado (diría mimado) la diversidad y pluralidad de opiniones.
Una cosa que admiré (y admiro) de Javier es que se ha preocupaba de recordar(nos) en juicios, valoraciones y opiniones (aquí vertidas) que una cosa es el separatismo, su maquinaria mediática y los líderes separatistas (responsables y/o beneficiarios de, crear alimentar o promover mentiras y distorsiones) y otra el seguidor/a separatista consumidor de las mismas.
En definitiva, esta iniciativa de Javier ayuda muchísimo a entender que el entorno separatista se fundamenta sobre elementos subjetivos: Percepciones (fuertemente sesgadas), emociones y sentimientos.
Y ahora mi duda (a ver qué me podéis responder):
Ayer salió una noticia sobre la anulación de una reunión de Junqueras con directivos de unas multinacionales, anulación que hizo al «filtrarse» que iba a reunirse…
¿Porqué la anuló al saberse que iba a tener esa reunión?
¿Tanto perjudica al separatismo AHORA que haga esa reunión?
¿Por qué?
¿No será un bulo del tipo «Había quedado a cenar con Mónica Belluci pero cuando os lo han «filtrado» YO he anulado la cena?
Disculpa la extensión de mi comentario Javier.
Totalmente de acudero con todos vuestros comentarios
La discusión monarquía – república no me interesa especialmente, veo buenos argumentos para cualquiera de las dos pero sí me interesa, y mucho, que las instituciones cumplan con sus funciones. La democracia es un mecanismo y las instituciones sus engranajes, si alguno rueda al revés, la máquina va mal. Hasta ahora el rey Felipe VI siempre ha rodado correctamente. Y si pensar así me convierte en la España rancia y bla bla… pues vale. Al menos parece, por lo que leo, que estamos en buena compañía.
Poco puedo añadir a lo escrito por Javier y a vuestros comentarios, con los que coincido plenamente. Como se dice en el primer párrafo del post, el discurso de Felipe VI marcó un claro punto de inflexión y a mí, personalmente, me transmitió una sensación de que los catalanes contrarios al atropello secesionista no íbamos a ser abandonados.
Al hilo de lo que comenta Fco. Javier, sobre el ENORME VALOR del trabajo realizado por Javier, y su carácter de PIONERO, a mí siempre me han interesado mucho las mentiras del separatismo en el campo económico (por formación) e histórico (por devoción). En el primer caso hubo que esperar al libro de Borrell (Las cuentas y los cuentos…), pues hasta entonces solo algunos trabajos de SCC habían puesto los puntos sobre las ies. En el terreno histórico dos autores muy solventes, Jesús Lainz y Javier Barraycoa han escrito, en los últimos años, varios libros de imprescindible lectura (también el bloguero Ferran Antequera hizo en su momento una labor encomiable).
Aprofitant l’avinentesa de l’esdeveniment de este post dedicado a Felipe VI, para los amantes de la “citas falsas” históricas, recomiendo este artículo de Jesús Lainz sobre una típica cita separatista referente a la época del antecesor numérico del Rey actual, el odiado Felipe V.
http://www.libertaddigital.com/cultura/historia/2017-10-20/jesus-lainz-el-juramento-de-felipe-v-que-felipe-v-nunca-juro-83476/
A todo esto, Javier, creo que con este artículo de homenaje al Rey te ganás definitivamente el título de Botifler emèrit de la Ciutat de Girona, ex-aequo con Albert Soler.
¿No pensaste en tus amistades? Quiero decir; primero hablás en castellano con tu hermano por la calle y ahora esto. ¿No se te está yendo la mano?
Lo acabo de leer y es muy bueno
Pues parece que 155 y to’palante…
Perfecto.
A partir de ahora, y hasta nuevo aviso, voy a mantener en público la misma actitud que llevo aguantando años: que se jode la convivencia… estupendo; que nos vamos al corralito directos… magnífico, así aprendemos; que la crisis sacudirá los cimientos de una Europa titubeante… que arda; que el autogobierno es la piedra angular del pueblo de Cataluña… no habértela jugado en el casino a la ruleta. ¿Guerra, dijiste? Música para mis oídos. Más gloria. Mucha más épica. Si se trata de defender con mi cuerpo desnudo la ‘democracia’ de los intentos mesianicos de imponer lo que os sale de los huevos con un 45% del censo, nos vemos en la calle. Cuanto peor mejor, en pocas palabras… Ya lloraré discretamente en mi casa por la pena que me da haber caído hasta este punto de subnormalidad.