A veces, cuando uno escribe desde un punto de vista bastante marcado, corre el riesgo de exacerbar su postura y caer en un examen hipercrítico de cualquier nimiedad que se exteriorice por los partidarios de la secesión. Por ejemplo: cuando el otro día comentaba el tuit de Miquel Strubell y lo critiqué ampliamente, tanto por el contenido en sí como por los conceptos implícitos y explícitos que, a mi entender, subyacían. El mínimo espíritu crítico que uno debe conservar le tiene que hacer pensar si no es posible que yo exagerase, que le diera más importancia al tuit de Strubell del que tenía o, incluso, que mi visión de los hechos esté tan completamente sesgada que ya cualquier cosa me parece mal, incluso siendo razonable o meramente discutible.
Por fortuna, estas cavilaciones a lo Crimen y castigo se desmoronan rápidamente cuando el mismo Strubell cuelga este tuit el pasado 20 de enero:
Para variar, más tarde Strubell «aclaró» el tuit diciendo que criticaba el hecho de que quien hablaba era un funcionario público (por lo visto, el portavoz del sindicato de la Guardia Urbana de Barcelona) en un medio público creado para promover el catalán.
No me interesa tanto si ese portavoz se expresaba en castellano o en catalán, o ambos idiomas con predominio del castellano, como el explícito comentario despectivo -que tampoco arregla su aclaración- del sr.Strubell, que confirma que no, que cuando digo que existe un separatismo tronado, auténticamente separador, no caigo todavía en el exceso.
«Emprar» es una de esas palabras que los nacionalistas usan para no tener que usar «fer servir» «utilitzar» o -casi nadie ya lo dice- «usar» («Els usatges de Barcelona») y así crear hecho diferencial hasta en respirar. Tiene su gracia porque la etimología seguramente es de imperare, u ordenar, de ahí que el significado original de emprar sea el de «pedir que alguien haga algo o te dé algo», que es más o menos lo que Strubell hace sin darse cuenta: ordenar indirectamente.