Ayer domingo vi casi completo el programa de Salvados, en que el protagonista era el líder de ERC, Oriol Junqueras, quien explicaba y debatía sus razones secesionistas con una familia andaluza, en un ambiente de suma corrección y respeto.
En una cuestión tan compleja, quien hizo una de las preguntas clave a Junqueras fue Jordi Évole, una vez se puso en cuestión por varios de los intervinientes qué sucedería si las cosas no fueran bien económicamente, ya que habitualmente se da por supuesto por los defensores de la secesión que, en cualquier caso, siempre iría bien. En ese momento, Évole formuló la pregunta de manera explícita y planteó a Junqueras la posibilidad de que la independencia tuviera consecuencias negativas para Cataluña -en especial en el plano económico- y si, en tal caso, aun sabiéndolo, continuaría apoyando la secesión.
La respuesta de Junqueras fue significativa sobre las bases en que se sustenta la secesión: como cree que eso no pasará, se niega a contemplar dicha opción, ya que le parece implanteable. El corte concreto lo tenéis a continuación, aunque la parte entera en que se habla de esta cuestión se formula aquí, a partir del minuto 4:00 aproximadamente.
Créditos: La Sexta – Salvados
A ver: convengamos en que nadie conoce el futuro. Convendremos, pues, en que no se puede saber con seguridad si la secesión será positiva o negativa en términos económicos. Convendremos en que existe una parte de economistas (y es algo que no necesariamente tiene que quedar circunscrito a economistas) que consideran que las consecuencias serán buenas y otra parte de economistas que consideran que serán malas, cada uno con sus bases de apoyo; incluso, hay quien defiende que las previsiones de unos y otros son matizables (como sostiene Francesc Trillas en el libro Economia d’una Espanya plurinacional, al hilo de la controversia entre José Vicente Rodríguez Mora y Pol Antràs sobre las consecuencias económicas de la secesión). Convendremos, también, en que ni unos ni otros pueden asegurar su acierto y que, por lo tanto, cada uno de ellos, como hipótesis al menos, aceptará la posibilidad de que puedan errar o que se pueda modular su postura -recordemos que se «predice» el futuro-. Y eso no quita que defiendan con fuerza sus conclusiones, sosteniendo que las suyas son las correctas.
Ante ello, negarse a contemplar la opción contraria -o matizada de forma significativa- a la tuya sobre un evento futuro incierto, como sostuvo Junqueras, es poco realista y la salida fácil, diría infantil, frente a los obstáculos: se niega su posible existencia y problema solucionado. Cuando se habla de ausencia de debate, de pensamiento acrítico (aunque unir estas dos palabras es una paradoja) o de que se vende un mundo feliz me refiero a hechos como el comentado: no me gusta, no vale. Inaceptable.
Y es que los razonamientos de la secesión son de este tipo:
– Posibilidad de que las consecuencias económicas sean negativas: Imposible.
– Posibilidad de salir de la Unión Europea: Imposible.
– Posibilidad de inexistencia de doble nacionalidad: Imposible.
Y lo dejo ya, porque la lista de imposibles se alarga demasiado. ¿De verdad esperan que pueda estar de acuerdo con esta línea de pensamiento en que se niega la posibilidad de que sus predicciones no se cumplan?