Llevo día y medio esperando el titular que diga «Guardiola ha sido detenido y declarado enemigo del pueblo» y no hay manera. De momento, los únicos enemigos del pueblo son Rabell, Iceta, Arrimadas y García Albiol. Y Guardiola sigue disfrutando de su libertad. Nadie le ha retirado el pasaporte, como a Enes Kanter, pese a que tenemos que escuchar de Albert Royo (el Diplocat) en el Parlamento catalán decir que España está a la altura de Turquía (lo dijo en una Comisión, ahora no recuerdo cuál y tampoco voy a buscar el enlace; si no dijo exactamente eso, el concepto va por ahí).
Por una vez, EL PAÍS lo ha expresado certeramente: «…una descalificación tan grosera y carente de fundamento socava las bases de la convivencia entre los ciudadanos de este país«. Al separatismo (últimamente me había limitado bastante con esta palabra, que por supuesto lleva una carga con la que suelo irritar a todos mis amigos independentistas) le complace generar conflicto, de eso cada vez me cabe menos duda. Digo al separatismo, en la peor de sus acepciones, no al secesionismo o independentismo.
Poco a poco, con todas sus salidas de tono, que forman parte de su día a día habitual, están logrando actitudes parecidas a las que expresa Joaquín Luna en su estupendo artículo «Yo no soy digno de esta República«. Con todos los matices, discrepancias y desacuerdos que se quiera. Porque yo no voy a dejar de ser amigo de mis amigos, pero a «esta gente» -término que usó ayer Puigdemont para referirse, despectivamente, al Gobierno: «tenen alguna cosa més que amenaces, aquesta gent?«- separatista, más de uno la va a empezar a ver como ajena. El vecino de al lado, no un «español» en Valladolid. Efectivamente, socavando las bases de la convivencia, con su insistencia en creerse la personificación de Cataluña, dando lecciones de quién es demócrata y quién no, o determinando quién «hace daño» a la causa.
CONCLUSIÓN. Hay días en que, sorprendentemente, uno se apercibe de que, pese a la distancia, puede hacer mucho más por la convivencia, la solidaridad y el progreso un gallego.
EDITO: Leí por ahí que lo mejor que uno podía hacer con el «anuncio» de referéndum no convocado era ignorarlo. Buena idea.