«La secesión en los dominios del lobo», de Pau Luque

Antes de comentaros el libro de Pau Luque, un par de apuntes:

El primero, este artículo de Cayetana Álvarez de Toledo en El Mundo, que anticipa el contenido del último libro de John Elliott (en inglés, «Scots & Catalans, Union and Disunion«; en otoño se publicará en castellano, según indica).

El segundo, sobre la salida de prisión de Santiago Arróspide Sarasola, Santi Potros. Estos días, mi lectura está ocupada por “Sangre, sudor y paz. La Guardia Civil contra ETA”, uno de esos libros que requiere tiempo y mentalización antes de enfrentarse a su lectura (lo compré antes de Navidades y ahora le puedo dedicar la atención que merece). Precisamente, se narra la detención de Arróspide a finales de septiembre de 1987 en Francia, contada por el comisario francés que dirigió la operación (p.150-151): “(…) Debajo de la cama encontramos a un individuo con la pistola en la mano pero paralizado por el miedo. Rápidamente lo identificamos como Santi Potros, y ya todos respiramos relajados”.

El libro de Pau Luque.

Se divide en tres capítulos o partes, a saber: 1) su visión e interpretación de los hechos que transcurren desde principios desde septiembre de 2017 hasta las elecciones del 21 de diciembre (“el otoño catalán”, por síntesis); 2) reflexiones de carácter filosófico, jurídico y político acerca de la pretensión secesionista; y 3) un examen o exploración acerca de un hipotético referéndum de secesión. La primera parte la comento más a fondo, básicamente porque he tenido más tiempo libre y ganas, mientras que las otras dos las comento de manera más esquemática (también son más conceptuales que la primera parte, pegada a los hechos).

Sobre la primera parte. Inicia, como no puede ser de otra manera, con los días 6 y 7 de septiembre. La posición de Luque es muy clara y la resume así (p.25): “…la mayoría independentista atropelló a la minoría parlamentaria (….) El rastro baldío que dejaba la presidencia de Forcadell esos días contenía el siguiente mensaje implícito: los ciudadanos catalanes representados por la oposición son ciudadanos de segunda clase sin derecho a participar en igualdad de condiciones y con las debidas garantías en el Parlament.”.

Con esta clase de premisas, cualquiera podría pensar que a partir de aquí todo es cuesta abajo. Lo cierto es que Luque no ahorra críticas para la conducta y maneras del independentismo, del mismo modo en que tampoco lo hace respecto al dispositivo ordenado para el uno de octubre, descarta la rebelión y casi apenas considera existente la sedición.

Ello no supone la clásica equidistancia habitual del “sí, pero no, aunque tal…”, ni indulgencia o justificación a favor del separatismo con el que en ocasiones se nos obsequia en algunas columnas por miedo a parecer un “antinoséqué”. Es más: en varios pasajes del libro, Luque se plantea algunas de las autojustificaciones esgrimidas por el independentismo y descarta que gocen de solidez alguna, como las excusas que supuestamente habrían empujado al separatismo hacia la unilateralidad (“no teníamos otra opción”), el atropello parlamentarios o acusaciones del tipo “Se dice que la reacción del Estado contra el movimiento independentista fue extrañamente sincronizada, unificada, como si el Estado hubiera sido un todo uniforme” (p.52). A lo que, después de un breve análisis, el autor concluye con una lógica que solo se discute desde planteamientos paranoicos (o sea, argumentos del tipo el mundo vive obsesionado conmigo y contra mí): “El Estado constitucional de Derecho es, como se sabe, la unión de tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Cuando se “defiende” hay una especie de división del trabajo, cada poder se ocupa, digamos, de lo suyo. Las acciones que se toman no están unificadas, ni siquiera tienen por qué ser coherentes (…), pero sí están destinadas a un mismo objetivo, esto es, la defensa del Estado constitucional”.

Se discrepará o no de la opinión de Luque, pero lo que está claro es que vio los mismos hechos que todos nosotros. Y eso que vive en México.

Luque dedica una sección a la técnica del golpe de Estado, y cita entre otros a Malaparte y a Kelsen. Sobre la definición del segundo -recordad un artículo de hace unos meses sobre la nulificación del ordenamiento jurídico- Luque sostiene que solo desde una postura excesivamente formal es posible mantener que el independentismo perpetró un golpe de Estado en los días 6 y 7 de septiembre de 2017. Considera que no es suficiente.

Ahora bien, a continuación, defiende -con matices- que existió un autogolpe de Estado “posmoderno”. ¿Y qué sería ese golpe posmoderno? Según Luque, una renuncia a la violencia conjuntada con la difusión masiva en redes sociales y medios de comunicación poniendo en cuestión, o negando, certezas sólidas, por no decir inventarlas (esto no lo dice él, pero es una de las conclusiones a extraer). Luque aporta algunos de los casos: el derecho a la secesión como consecuencia de una emoción subjetiva contra la que nada se puede oponer; la negación machacona de que una secesión no supondría salir de la Unión Europea; todos los eventos, incluso los negativos, se reinterpretan a favor del independentismo (durante el tiempo que seguí Twitter, Eduard Voltas era uno de los mayores expertos en el asunto; por loca que fuera la reinterpretación, siempre tenía éxito); de gobernar con el apoyo del PP, en una tarde Artur Mas pasó a abrazar el secesionismo; pese a que la propaganda sostiene que el separatismo circuló de abajo hasta arriba, Luque tampoco se lo traga: “…las organizaciones independentistas que consiguieron movilizar a tanta gente estuvieron amamantadas, logística y, por vías indirectas, también fiancieramente, por las elites políticas que habitan la Gneralitat desde hace décadas” . La retahíla de circunstancias posmodernas que detalla es enorme y se resume en esa telaraña que, durante décadas, ha tejido el nacionalismo para controlar todos los resortes cotidianos y, con ello, y la (supuesta) ausencia de violencia lograr en un futuro, sirviéndose del nuevo universo paralelo creado y “errores” del Estado, el reconocimiento como Estado independiente o, en su caso, la convocatoria de un referéndum de secesión.

Como he apuntado antes, Luque defiende que no hubo violencia, pero sí “un cierto grado de intimidación por parte del movimiento independentista” (p.74), entre los que detalla también algunos de los episodios por todos conocidos, incluyendo “…cuando una turba intenta impedir que la Guardia Civil salga de la consejería de Economía…”. Es decir, que descarta la violencia física pero admite la intimidación, incluso como probable elemento indispensable de la técnica “posmoderna” para la expansión de los mensajes secesionistas. O sea, y aquí ya observaréis la vía que abro, Luque señala que sin la intimidación, de la que -esto lo digo yo- será sujeto pasivo todo aquel que no comulgue con el independentismo, la conducta secesionista no sería completa, aunque especula con ello y la ausencia de violencia: “…nunca podremos saber si la ausencia de violencia fue una genuina elección moral o estratégica por parte del independentismo otoñal o si, simplemente, fue una cuestión meramente táctica, impuesta por las circunstancias en las que se pretendía operar”.

Con todo lo anterior, Pau Luque se acaba preguntando (p.81) si hubo intento de golpe de Estado, puesto que, en su opinión, los hechos de los días 6 y 7 de septiembre no eran suficientes y debería venir acompañado del control del territorio: “¿Hubo intento de tener el control del territorio, es decir, hubo intento de convertirse en un Estado decimonónico a moderno? Y la respuesta es sí, pero a diferencia de Tejero, por ejemplo, que apostó por una técnica directa, militar y violenta, es decir, decimonónica, o de Pilsudski y Bonaparte, que emplearon una técnica moderna e híbrida, la técnica independentista era indirecta, blanda o posmoderna. El independentismo quiso tomar el control del territorio por una vía inaudita y a medio plazo, pero quiso tomarlo, desde luego. Decir que no quiso tomarlo, aunque fuera mediante ese [sic] vía anómala, decir que no intentó la conquista del poder a través de la secesión, significaría admitir que dejó -e incluso, en un sentido, propició- que la policía aporreara a los ciudadanos el 1 de octubre en balde”.

Pese a todos los razonamientos e interpretaciones anteriores de los hechos, con los que sustancialmente coincido, os he comentado que Luque descarta la existencia de rebelión y, prácticamente, de sedición. Pues ya lo siento por la visión del autor, quien relega la conducta independentista casi a la irrelevancia penal, pero creo que él mismo ofrece algunas respuestas para la causa que se sigue ante el Tribunal Supremo y el juicio que habrá.

Sin necesidad de prejuzgar el fondo del asunto, es decir, sin tener que determinar con exactitud si hubo o no rebelión, sedición, desobediencia o el delito que fuese, en grado de consumación o de tentativa, ¿acaso no trasluce -os remito a la total lectura del libro, por supuesto- de las anteriores frases de Luque un relato fáctico complejo y plurisubjetivo, con diversos papeles atribuidos mediante conductas que, individual y aisladamente consideradas, podrían resultar impunes y, en cambio, conjuntadas todas ellas conducen a ese intento de “conquista del poder” al que alude el autor, fuera de las vías legales, sirviéndose de todos los mecanismos a su disposición -de forma abiertamente ilegal- para tomar el poder, utilizando la estructura institucional a su servicio, pero fuera del uso legítimo de dicha estructura institucional?

Reitero: la calificación jurídica final que merezca todo el asunto, ya se verá, pero de lo que no cabe duda es que la teoría del “aquí no pasó nada”, entendida como un “esto no sucedió”, no es precisamente la versión que acoge Luque. Los hechos, insisto, los vio igual que todos y los interpreta de forma parecida a la que por aquí hayamos podido concluir.

Sucede que considera que la técnica posmoderna del (auto)golpe de Estado no encaja en el Código Penal. Sin embargo, admite -entre otras conductas- la vulneración de toda norma y derecho en los días 6 y 7 de septiembre, un ambiente intimidatorio, el control de los resortes comunicativos y sociales, hasta llegar a la declaración unilateral de independencia, con el objetivo de controlar el territorio y lograr la secesión, mediante una política -esto es mío- de una especie de “hechos consumados”.

Como bien sabemos, esos “hechos consumados” se basaban en la movilización de los partidarios de la secesión (por ejemplo, llamando a bloquear la Consejería de Economía). Que en el momento final y definitivo no se llamara a movilizar a ese conjunto (como ejemplos empíricos, recuerdo ahora mismo a Voltas explicando algo así como que él estaba esperando “instrucciones”, al igual que otras decenas de miles de personas por los canales de Telegram o Twitter), en mi opinión -y caben otras- puede ser relevante a la hora de considerar el tipo penal frente al que nos hallamos y su aplicabilidad o no. Para los menos entendidos en Derecho: lo que estoy diciendo, por ejemplo, es que la falta de órdenes -al menos conocidas y de forma abierta- para «implementar» (en la terminología secesionista) la Declaración de Independencia los días 10 y 27 de octubre, podrían ser valoradas para que la tipificación como delito de rebelión o sedición, en lugar de ser considerados como consumados lo fueran en la modalidad de conspiración, provocación o proposición. Antes de que alguien quiera entrar en la tipificación: lo anterior lo explico a meros efectos teóricos y en abstracto. Me abstengo de condenar antes de celebrar juicio. Lo que digo, en estrictos términos jurídicos, es que discrepo de quienes consideran que no existen indicios racionales de haberse cometido, presuntamente, graves delitos.

Haciéndonos la composición de hechos de otro modo: ¿si no se hubieran iniciado los trámites para la aplicación del artículo 155 de la Constitución, qué hubiera sucedido? ¿Acaso no se habría aprobado una declaración de independencia frente a la que no habría existido mecanismo de oposición alguno? La solución de recurrir al Constitucional la declaración, todos recordamos el “éxito” que tuvo en cuanto a la suspensión de las leyes de ruptura y argumentos del tipo “el referéndum es legal porque no ha sido prohibido” (dígase de paso lo absurdo del argumento, exitoso por otra parte).

Así las cosas, a mí me parece que si la declaración de independencia no se ejecuta hasta las últimas consecuencias es, efectivamente y tal y como defiende buena parte del separatismo, porque se acuerda la aplicación del artículo 155 de la Constitución Española. Es decir, que el agotamiento de la conducta secesionista en todos sus términos se evita por el 155 y no por la irrelevancia jurídica de su conducta. Porque, al fin y al cabo, ejecutaron todos los pasos que, supuestamente, les habilitaban para la secesión.

Que las caras de los parlamentarios fueran de funeral, que no existiese euforia o que no se arriase la bandera española en el Palau de la Generalitat (sí se hizo en la Delegación de Girona) era irrelevante, jurídicamente hablando. O quizás no es irrelevante jurídicamente, pero para eso existen los juicios.

En resumen: mismos hechos, interpretación similar, discrepancia jurídica, como mínimo en lo que indiciariamente (esto es terminología jurídica, así que argumentos del tipo «tú mismo dices ‘indiciario’, no lo dices de forma rotunda» van directamente a la basura) puede determinarse a estas alturas. Lo demás, como digo, si se les condena por un delito, por otro o si se les absuelve, se verá en un juicio y no antes.

Sobre la segunda parte. A continuación, Luque inicia un recorrido sobre las fronteras y su formación, arbitraria y como accidente de la Historia, para proseguir con el apartado quizás más interesante de esta parte, que es la discusión del “quién”. Luque concluye que la decisión por la que se determina el “quién” no es autoevidente ni democrática (algo que, por otra parte, también le había leído a José María Ruiz Soroa), puesto que “no es posible determinar democráticamente el demos. El “quién” es algo que necesariamente precede al método democrático”, lo cual afecta a cualquier demos del mundo.

Todo ello lleva al análisis de algunos de los argumentos esgrimidos tradicionalmente para determinar ese demos, incuidos algunos de corte nacionalista (Margalit y Raz), que son descartados, incluyendo el argumento lingüístico, que únicamente sirve desde una perspectiva etnolingüística “…inaceptable para cualquier persona sensible con los postulados de la igualdad entre ciudadanos”.

Y la conclusión de Luque -citada hace unos días en los comentarios- es que la identificación de los sujetos políticos soberanos, el demos, resulta del hecho de que “se tiene la suficiente fuerza política para que los actores del orden internacional lo acepten”, de manera que cuando se carece de esa fuerza política, el pretendido sujeto político soberano simplemente no será identificado como tal. Así, se trataría de una solución de hecho, por lo que el primer paso siempre consistirá en que, dentro del Estado de que se forma parte, se reconozca que existe un demos distinto.

Esto conduce, como no puede ser de otro modo, al análisis del problema conceptual que supone “Tabarnia” para las autoevidencias independentistas: “…la justificación del independentismo para negar el derecho a la secesión de Tabarnia sería, obviamente, que mientras que Cataluña es una nsación, Tabarnia no lo es (…) Lo que no hace sino añadir carne al esqueleto de la idea según la cual reconocer a Cataluña como sujeto político soberano no tienen tanto que ver con la democracia como con qué cuenta como nación”.

Por último, se aborda el análisis de las tesis secesionistas basadas en el sentimiento, las emociones, ese sentimiento de agravio general que justificaría que los demás miembros de la sociedad no tengan algunos de los derechos de los que sí gozarían los miembros de la nación minoritaria. Es decir, la aspiración a ostentar una serie de derechos particulares, entre ellos el derecho a la secesión.

A continuación, expone su visión del asunto de Kosovo -hasta la fecha, si no recuerdo mal, con el reconocimiento de más de cien países- y su contraposición al hecho de que si bien en el primer caso se ha dado ese reconocimiento, en el caso de Cataluña su “independencia” no ha venido acompañada de reconocimiento alguno. Cero. De donde se deduce que, como se explicaba antes, el demos y el reconocimiento dependen de una cuestión de hecho, de la actitud que adopten los demás países frente a ti. Razón no le falta, aunque quizás, en un supuesto como el que nos ocupa, la cuestión meramente jurídica también tenga un peso bastante mayor para abordar el caso de Cataluña.

Tercera parte. El libro acaba con lo que llama la “gramática de la secesión”, es decir, unas ideas generales que deberían regir una hipotética demanda secesionista duradera y persistente en el tiempo, de una importancia imposible de ignorar.

Es decir, una visión realista, fáctica, más allá de la teoría, con la que se abriría la posibilidad de un referéndum vinculante de secesión. La teoría nos dice que esto sería posible. Ahora bien, el autor también expone las razones prácticas que ahora mismo lo impedirían: “Hay una precondición general para esta ruta: debe ser hecha en un clima de relativa buena fe y lealtad entre unos y otros. O sea, todo lo contrario a lo ocurrido en el otoño catalán y en los años anteriores al mismo. La sarta de posverdades vertidas o propiciadas indirectamente desde la Generalitat invalida cualquier inicio de negociación política. No digamos de referéndum. Iniciar una negociación política en los años venideros, cuando todavía pulule en el aire el universo semántico creado por la técnica posmoderna, sería ceder a un chantaje”.

Creo que en esto existe una coincidencia general, casi hasta consenso: los días 6 y 7 de septiembre de 2017, en particular, y las semanas siguientes, en general, tuvimos ocasión de comprobar que el separatismo estaba dispuesto a saltarse todo para lograr sus fines. Ante una acción de tal calibre, la reacción es clara. ¿Referéndum?: no.

Si en alguna ocasión habéis buceado por el blog, o habéis pillado alguna de las series de artículos de 2014-2015, quizás hasta 2016, por aquí se había teorizado con el referéndum, unos requisitos de mayor o menor dureza, etcétera. A día de hoy (de hecho, hace bastante tiempo, no sabría decir cuánto), mi posición ha cambiado: no. El motivo es evidente: el independentismo no está dispuesto a aceptar un resultado desfavorable. Y si para conseguir el resultado favorable tiene que pasar por encima de más de la mitad de los catalanes, se hace, que no pasa nada y solo se trata de alguna “pequeña irregularidad” procedimental sin mayor importancia.

Acaba esta tercera parte con una advertencia y es que el referéndum, aun llevándose a cabo, no es una fiesta: no habría nada que celebrar.

CONCLUSIÓN. Como habréis observado, el libro de Pau Luque resulta estimulante e interesante. Una percepción de los hechos similar a la de casi cualquiera de los lectores del blog, una interpretación también similar y una conclusión jurídica muy distinta. Unas reflexiones teóricas instructivas y, en fin, una postura pragmática ante un hipotético referéndum de secesión que, no obstante, no aparece en el horizonte. De aconsejable lectura porque, aun con los muchos puntos en común que uno puede encontrar, también cuenta con aspectos discutibles, que a estas alturas, si están formulados desde posiciones intelectuales razonables y honestas -y en el caso de Pau Luque, no me cabe ninguna duda- me parece que deben ser tenidos en cuenta, por mucho que difiera.

65 Comments
antiguos
nuevos
Inline Feedbacks
View all comments
Viure Lliure

El Estado constitucional de Derecho es, como se sabe, la unión de tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Cuando se “defiende” hay una especie de división del trabajo, cada poder se ocupa, digamos, de lo suyo.

https://www.eldiario.es/politica/Gobierno-inmiscuirse-decisiones-Supremo-Catalunya_0_735627295.html

Però és que ja no es tracta només de la triple distribució del poder… És que el quart hi participa feliç.
https://m.eldiario.es/catalunya/politica/MINUTO-Diada_13_685361458_13377.html

Viure Lliure

Decir que no quiso tomarlo, aunque fuera mediante ese [sic] vía anómala, decir que no intentó la conquista del poder a través de la secesión, significaría admitir que dejó -e incluso, en un sentido, propició- que la policía aporreara a los ciudadanos el 1 de octubre en balde

M’estic fotent nerviós. Potser són les hores. T’adones que això és un victim blaming de manual?
El govern promou un referèndum per obtenir un resultat clar en una elecció dual. A l’Estat espanyol se li’n va i comença a repartir… I d’això com se n’extreu la conclusió que es volia controlar el territori? Si al final el resultat del referèndum hagués estat 100% NO les hòsties haurien caigut igual, i no hi hagués hagut fakedui. La frase citada no té ni cap ni peus.

Viure Lliure

Los hechos, insisto, los vio igual que todos y los interpreta de forma parecida a la que por aquí hayamos podido concluir.

A veure si serà que la distància difumina els ànims de revenja i li permet interpretar amb lucidesa que, per molt que us molesti el que ha passat, realment no és rellevant penalment. Que no sigui això, eh?

Viure Lliure

¿Acaso no se habría aprobado una declaración de independencia frente a la que no habría existido mecanismo de oposición alguno?

Els alemanys porten dies comentant que firmar un paperet dient que proclames una dui no és suficient per fer efectiva una dui.
Sense el 155 encara hauria quedat més cutre i més palès que tot era un farol (Ponsatí TM), pq senzillament podia haver anat una parella de guàrdia civils el cap de setmana a detenir Puigdemont mentre estava de tapes i aquí pau i després glòria.

Viure Lliure

Es decir, que el agotamiento de la conducta secesionista en todos sus términos se evita por el 155 y no por la irrelevancia jurídica de su conducta. Porque, al fin y al cabo, ejecutaron todos los pasos que, supuestamente, les habilitaban para la secesión.

In your dreams. La conducta secessionista s’esgota més aviat pel que va publicar l’ara en el famós mega article que em temo que cap dels d’aquí s’ha pres la molèstia de llegir…

-Per què, president? -implora Forcadell.

-Perquè no tenim estructures d’estat, ni el control dels Mossos, ni cap suport internacional -respon Puigdemont.

Viure Lliure

Esto conduce, como no puede ser de otro modo, al análisis del problema conceptual que supone “Tabarnia” para las autoevidencias independentistas

Tabàrnia no suposa cap problema per ningú. Ni la vall d’Aran, que té reconegut el dret d’autodeterminació pel parlament. Vosaltres sou els que teniu ganes de que sigui un problema, però jo (ho sento, però em veig obligat a eregir-me fugaçment com portaveu indepe) sempre he defensat que endavant, si volen votar la creació de la nova comunitat autònoma.

Viure Lliure

No comento en detall la resta de l’article, que és un despropòsit (això de que es vol treure drets…) i insultant (no estem disposats a acceptar un resultat negatiu?) però déu n’hi do.

Almenys m’alegro de poder confirmar el que vinc dient fa temps: esteu de mala hòstia, us veieu amb el poder a la mà i heu perdut tota objectivitat i capacitat de judici (la gran majoria)

Ja us passarà, tranquils. A nosaltres ens va portar un temps veure que ens estaven timant.

Viure Lliure

Alex, quan pugui, t’ho juro. Els teus comentaris em requereixen més temps i concentració…. Em vaig llegir els articles del país basc això sí 🙂

Quirze de Montpalau

A part de provocar, demostrar supremacisme i prepotència i fardar de saberte moles frases fetes i xorrades en anglès, tens alguna altre raó per participar en aquest blog?

papitufo

Javier, muchas gracias por el artículo. Es una currada y está muy bien resumido/expuesto.

Estoy de acuerdo contigo en la contradicción en la que cae Luque al exponer la perpetración de unos hechos muy serios que, extrañamente, no tendrían después relevancia penal o, cuando menos, esa relevancia penal no sería proporcional (por quedarse corta) a las acciones ejecutadas o lo que se pretendía obtener mediante esas acciones.

Cuando dices que Luque defiende que no hubo violencia, pero sí “un cierto grado de intimidación por parte del movimiento independentista”, me vino a la cabeza el delito de robo con violencia o intimidación. De repente me aborda un señor alto, de complexión fuerte, y me pide que le dé la cartera y el móvil. No me resisto y se lo doy. Luego le detienen y se excusa diciendo que el me lo pidió y yo accedí, que si me vi intimidado no es problema suyo, que él es muy majo. ¿A que no cuela? Pues eso nos quieren vender con los sucesos de la Consellería de Economía y otros similares. Oiga, que los tropecientosmil que estábamos en la puerta, gritando consignas en contra de los que estaban dentro, éramos muy pacíficos; si los de dentro pensaban que les podía caer alguna h*stia u objeto, o ser zarandeados por una turba, es problema suyo. Nosotros estábamos de buen rollo. Absurdo.

Javier

Antón Costas, sin entrar en cuestiones jurídicas, vuelve a insistir en la gravedad del 6 y 7 de septiembre, aparte de otros fenómenos.
https://www.elperiodico.com/es/amp/noticias/opinion/dictadura-minoria-independentista-radical-articulo-anton-costas-6978313

papitufo

Una muestra de lo que indica Abraham, sobre la diferencia entre la autoría/respaldo de unas acciones u otras:

La CUP propone crear escuadrones vecinales «contra el fascismo»
https://cronicaglobal.elespanol.com/politica/escuadrones-vecinos-cup-fascismo_159737_102.html

Los radicales están aprobando mociones en ayuntamientos de Cataluña en los que plantean que los grupos «protejan a vecinos y vecinas y a los bienes públicos y privados». Lo harían, aseguran los anticapitalistas, mediante la «resistencia civil activa y no violenta» […] los escuadrones actuarán «siempre de forma pacífica y no violenta, pero evidenciando una resistencia hostil a las agresiones y avisando a los Mossos d’Esquadra».

Joan

Interesante enlace, Papitufo.
Parece evidente que esa propuesta, un tanto histérica, de la CUP prueba que la acción de los grupos anti-lazis que descontaminan el espacio público está conmocionando al secesionismo al romper su buscada imagen totalitaria de unanimidad.

Abraham Benyosef

58,000 seguidores:

https://twitter.com/jmangues/status/1027238375600939008

Aunque Viure Lliure es esclarecido (en lo que a bulos se refiere, digo), lo cierto es que el indepe medio vive en esta clase de realidades paralelas.

Abraham Benyosef

Dos de Lleida. Pero no, los fachas están solamente en el unionismo:

Ataque con piedras y pintura a la sede de Cs:

comment image

Ataque al secretario de SCC:

https://twitter.com/Gironanoticies/status/1027597564961595392

Feliz

Hubo desobediencia, prevaricación, malversación (esta no lo trata el post).

Se desobedece al TC (existiendo el antecedente de la condena a Más), se dictan resoluciones de todo tipo ilegales y se pone dinero público (directa o indirectamente) para ello.

Intimidación es clara: nosotros decidiremos lo q es legal (nuestras leyes) e ilegal (las q no nos gusten y protegen al resto y a todos). El q no se avenga al nuevo «orden», que asuma las cosecuencias

Control del territorio: se pretendió. Tanto con la acción-movilizacion de la gente actuando en contra de decisiones y acciones judiciales-policiales como con la inacción (omisión) de los mosos de escuadra. Dejar hacer a la gente todo lo q quiera para lograr su propósito ilegal es muestra de control del territorio. Se hace lo q yo digo en Cataluña justamente porque controlo la policía y el territorio. Ni una detención, ni una invitación de papeletas, no cierre de colegios, mossos camuflando a puigdemont para q pudiera votar, entorpeciendo su labor o permitiendo votar , ningún apoyo al estado, policía Nacional ni guardia civil, q se tenían q buscar la vida solos y mirar, ellos si, de tener el control del territorio !durmiendo en hoteles y barcos!.

Yo me pregunto: si salen militares sin disparar un tiro y alguien dice q si todo el mundo hace lo q tiene q hacer (lo q digan unos políticos concretos) no pasará nada….es violencia? Es lo q pasó con los mossos.

Juan

Una «Cita Falsa» para la colección. Lo explica Pablo Planas con su habitual sentido del humor (a pesar de que no tiene maldita gracia que sigan intoxicando en el tema de los atentados)

https://cronicaglobal.elespanol.com/primeras-planas/caso-practico-bulo-independentista_160262_102.html

La desinformación en este caso se vuelve contra los que manipulan: los mossos no quedan tan profesionales y modélicos

https://www.elperiodico.com/es/politica/20180809/atentado-barcelona-mossos-datos-iman-ripoll-6983185

Viure Lliure

Abraham, estimat… 🙂
https://www.elperiodico.cat/ca/politica/20180810/detingut-encaputxat-verges-6983802
Aquesta és la mena de gent que envien a provocar això:

Les intencions dels falangitos. Tota una sorpres, eh? pic.twitter.com/cgHoFNZgmy
— Roberto Fernández (@rfernsan) August 10, 2018

https://platform.twitter.com/widgets.js
Què pot sortir malament?

Juanmari

Mejor que le quiten el WiFi a Cotarelo que le sale el totalitario https://mobile.twitter.com/ramoncotarelo/status/1027921755422289921

[…] “La secesión en los dominios del lobo”, de Pau Luque […]

[…] “La secesión en los dominios del lobo”, de Pau Luque […]