Una extraña forma de conseguir apoyos

Si a alguien le faltan argumentos -que no creo- para ignorar el Misterio de la Ley de las Cajitas, Antoni Bassas proporciona un párrafo entero en el diari ARA en su editorial: «La gent que no vol que es voti«.

Yo no es que haga demasiado caso a Bassas, y menos desde que, cuando los disturbios de Can Vies, dijo esto en TV3:

El vídeo (de hace tres años; cómo pasa el tiempo) es para ponerse en antecedentes del nivel del periodista, que dice que no tiene pruebas, pero por si acaso lanza la piedra.

Bien, volvamos a la pieza de Bassas, que es un incunable para el Museo de los Horrores del Prusés™.

El párrafo de Bassas, que contiene una de las mayores concentraciones de insultos  por letra cuadrada jamás leídas:

«En efecte, a Catalunya hi ha molta gent que no és que vulgui votar que ‘no’, sinó que no vol votar. Que només votaria ‘no’ si l’estat espanyol li digués “Pots votar ‘no’ perquè jo, Estat, autoritzo el referèndum”. Persones que necessiten allò que deien abans del bons del Tresor: “Con la garantía del Estado”. Persones que per por de l’Estat, per por de quedar-se en minoria en la Catalunya independent, per convenciment, per segles de supeditació mental no conceben cap altra font de legitimitat que el que digui el govern espanyol, encara que des de fa 40 anys els hagin dit que la sobirania nacional els correspon a elles, com a part del poble espanyol. Gent que no vol votar. Que té un bloqueig a acceptar que el 48% dels seus veïns vulguin la independència. Els del ‘sí’ esperen el referèndum amb alegria, gairebé com un alliberament (amb por de perdre, només, però amb l’alegria de celebrar-lo), i donat el cas, molts del ‘no’ l’esperen amb aprensió, amb angúnia. D’això va tota la política comunicativa del govern espanyol i els partits que li fan costat: de convertir l’1-O en un assumpte brut i delictiu, de deslegitimar-lo.«

Si un tipo como Bassas escribe semejante cúmulo de despropósitos, insultando por doquier a todo el que se opone a SU referéndum, cómo no será por debajo. Porque Bassas crea opinión, aunque sea a base de basura intelectual.

Veamos los doce menosprecios de Bassas en un solo párrafo:

  1. Dice Bassas que NO quiero votar. ¿Perdón? Uno que no se ha enterado que lo que NO voy a votar es SU referéndum, especialmente montado para que salga solo UN resultado. Como diría aquel: si hay que votar se vota, pero para votar lo que TÚ quieres, como TÚ quieres y con TUS reglas (que el día de mañana no te aplicarás, como demuestra la creación de una Ley excepcional)… tan tonto no soy.
  2. Que votaría (y además, NO) sólo si me lo dice el Estado. La debilidad intelectual de Bassas, y estamos únicamente en el segundo punto, se sitúa a la altura de los que en redes sociales usan lindezas como «colonos» y necedades parecidas.
  3. Personas que necesitan «la garantía del Estado» para votar. Bravo, Bassas, llamando idiotas a quienes se oponen al referéndum. No solo eso, sino que dices que se oponen porque se lo manda «el Estado». Rozando el Premio Nobel.
  4. Personas que tienen «miedo del Estado». A ver, Bassas, ¿miedo? ¿Pero miedo a qué? ¿A que el Estado me aniquile? ¿A que el Estado me ponga una cruz? ¿Qué clase de miedo? Terminología exactamente igual a la que usa Puigdemont, del tipo «nos harán de todo», que funciona con gente adoctrinada, eso no lo dudo. Pero si te preguntas «¿miedo a qué?», la inexistente base intelectual de Bassas cae todavía más abajo por increíble que parezca.
  5. Por miedo a quedarse en minoría en la Cataluña independiente. Mira, eso nunca lo había pensado, pero ya que Bassas lo verbaliza, ahora mismo me estoy empezando a acojXXXX.
  6. Por convencimiento. Este es evidente: con los múltiples argumentos que soy capaz de esgrimir, bastante más fundados que los de Bassas, no tengo problema alguno en reconocer que estoy persuadido de que SU referéndum a mí no me concierne. Ahora bien, me parece que Bassas sostiene que digo no al butifarréndum, simplemente, porque no. Pues felicidades; no me has convencido.
  7. Por siglos de supeditación mental. Aquí solo le ha faltado incluir las palabras ‘esclavos’ y ‘colonos’.
  8. No conciben otra fuente de legitimidad que lo que diga el Gobierno español. Venga, Bassas, deja de hacer el ridículo. Hasta a mí me empieza a dar pena.
  9. Gente que no quiere votar. Aquí, echo en falta la palabra ‘franquistas’.
  10. Que están bloqueados porque el 48% de sus vecinos quiere la secesión. ¿El 48%? ¿Está seguro, Don Bassas? Qué mal se nos dan las matemáticas en Cataluña, porque el 47,8% de los votos del 27S no se corresponden con el 48% del censo electoral, Don Bassas. Y ese bloqueo, ¿de qué clase es? ¿Que soy de un intelecto tan débil que no tengo la mínima capacidad de entender las razones (no los insultos, las razones) de que alguien defienda la secesión? Ahhhh, vaaaleeee. Que soy mú tonto y no lo puedo entender… Claaaaro.
  11. Los del ‘no’ esperan el referéndum con aprensión, angustia. Primera pregunta: ¿Qué referéndum? ¿Lo de las cajitas? Porque he leído en este mismo artículo que, al parecer, Bassas se toma muy en serio la representación teatral del otro día.
  12. De eso va la política comunicativa del Gobierno, de convertir el 1-O en un asunto sucio y delictivo, deslegitimarlo. Desde mi perspectiva no hace falta deslegitimarlo, porque de legítimo no tiene nada. Desde la base y desde hace años. Y más todavía si nos fijamos en el método autoritario con el que se quiere imponer.

CONCLUSIÓN. Con estos «argumentos«, Bassas acaba su pieza escribiendo que «es extraño no querer ser consultado«. Hombre, si es que no hace falta «consultarme». Ni siquiera lo merezco, he quedado completamente persuadido de ello.

Un párrafo, doce insultos. Extraña forma de conseguir apoyos para TU butifarréndum.

Nunca agradeceré lo suficiente todo este material que los «primeros» espadas del separatismo proporcionan. No obstante, tampoco es novedad: siempre lo han pensado. La novedad es que lo expongan de esta manera, que no busca siquiera atraer a los contrarios al butifarréndum. Lo que se busca es polarizar, todavía más si cabe, a sus adoctrinadas huestes, que luego repetirán, como loritos acríticos, los doce «mandamientos» de Bassas.

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Quirze. de Montpalau

Un altre subproducte del Prusès, .la degradació de les persones.
Estic segur que quan els passi la borratxera emocional a ells mateixos els farà vergonya llegir el que varen escriure.

Quirze. de Montpalau

Tens raó, aquest senyor ja fa temps que ha tirat per la borda la imatge de persona sensata que tenia.

killerman

Un artículo particularmente duro, Javier. Si a alguien tan mesurado como tú le agotan la paciencia, señal de que se están pasando tensando la cuerda.

Viure Lliure

Et noto tens, estimat…

Per cert, els punts 2, 3, 7, 8, 9 i 11 molt agafats amb pinces, eh?

Feliz

Es un talibà servil.

Jo passo del referendum per que passo d aquesta colla q no vol res de bo per a catalunya i són més chaqueteros q el Figo.

I sempre voto a les eleccions legals , estatals, autonòmiques, municipals i europeas, com ho fa la majoria de catalans i a la resta d Espanya. Aquí l únic q no ha sigut votat és en l infantil Puigdemont, tv3, normalització lingüística etc

Joan

Pues a mí tu comentario, Javier, me parece excesivamente comedido y moderado, incluso más de lo habitual.
Porque el artículo de Bassas es realmente repugnante, un despliegue vomitivo de argumentos manipulados y retorcidos para insultar a quienes no piensan como él, tratándolos de subnormales y de borregos miedosos.
Todas sus falacias las destripas perfectamente, pero creo sinceramente que te quedas corto en los calificativos.

Viure Lliure

Us passo un link. Si fa falta faig un petit escrit sobre pq considero que és important aportar-lo, però vaja…

https://okdiario.com/espana/2017/07/12/mayor-oreja-proyecto-eta-ruptura-espana-esta-vivo-cataluna-1139631

Alex

Un poco de spin-off. La respuesta, Lliure, que me pediste sobre el tema del nacionalismo-etnicista-supremacista-racista?. Releyendo por encima lo que he escrito me disculpo Javier por anticipado, porque creo que me he saltado la norma suprema del foro a la torera, como un prusesista, vamos. Si quieres moderarlo y eliminarlo lo entiendo perfectamente. Si lo dejas, decirte que me apunto un warning como una casa y prometo de ahora en adelante enmendarme y ceñirme a tus entradas y tus parámetros como un buen chico. 😋

Es el nacionalismo catalán hegemónico racista?, preguntaba Lliure. No. Pero a la postre la línea que separa lo nacional, lo étnico y lo racial es casi filosófica. Lo realmente sustancial es la creencia mecánica en una división maniquea entre ‘lo propio’, que es por definición lo bueno, lo bonito y lo verdadero, y lo de los otros, que es básicamente una mierda. Es decir, que el veneno está en el ‘istmo’, como todo el mundo sabe. Luego vendría ya esa manía de atribuirse derechos especialísimos partiendo de la diferencia, por lo general a costa del vecino, que daría su característico acabado totalizante al invento. Y aunque efectivamente no es lo mismo plantar está división sobre el suelo de lo racial (que remite a un ser inmutable: dado de una vez para siempre) que sobre lo étnico-cultural (a lo que quizás uno puede asimilarse o disimularse), la constante es en sí misma perversa: una falsa dualidad mística de luz vs. oscuridad tendente a sobreponer la esencia sobre las existencias concretas, y que, a diferencia del mero patriotismo, que es un tipo folclórico de onanismo que hasta puede resultar edificante, necesita la confrontación externa para cohesionarse hacía dentro. Lo nacional, lo étnico y lo racial son sólo puntos de anclaje. El supremacismo es la constante de esta dialectica: sobrepujar atribuyendo a la diferencia valores contrarios e irreconciliables. A veces la línea entre los istmos se desvanece de puro fina, como le sucedió a Oriol Junqueras en aquel artículo en el que babeaba imaginándose más emparentado genéticamente con los franceses que con los castellanos, o cuando damos por cierta la metáfora del ADN imperial castellano o creemos a píes juntillas el eslogan de la España irreformable: cuando pillas el hábito de ensimismarte en tus virtudes, y recrearte en las miserias del resto, el pretexto da un poco igual. Por lo que respecta al estado de la cuestión, te recomiendo que te dirimas tú mismo que anclaje hay para el istmo en las estrategias de la sectorial de psicología de la ANC (su mera existencia ya es de por sí inquietante) para convencer literalmente a ‘las Maris’ de Badalona de que voten independencia. En fin, que sin necesidad de ser estrictamente racista, se puede ser un capullo de cuidado…

Ahora bien, supongo, un poco al hilo de tu pregunta y posterior respuesta a la mía, que lo que tú querías que respondiésemos es hasta qué punto consideramos que todo el independentismo es por defecto nacionalista (o sea, poco respetable), y hasta qué extremo (el del ‘istmo’ holístico estilo nazi sería el máximo) estábamos dispuestos a demonizarlo por ello. ¿Me equivoco?

Pues bien, en este sentido yo distinguiría la ‘oferta’ del ‘consumidor’. La superestructura que genera el mensaje, por así decirlo, del tipo a pie de calle que lo metaboliza. El nacionalismo es casi por definición una propuesta narrativa para leer lo circundante; por lo que antes de evaluar la participación de los ciudadanos, yo me fijo en su grado de implantación pública, lo desacomplejado de la misma, y la cantidad de espacio cívico que domina. Lo que opinan en mi entorno viene después…

A nivel macro -lo que implica su naturalización en la agenda y la retórica política, su presencia en medios de comunicación, su infiltración en la educación, su capacidad de visibilización y movilización callejera, su hegemonía desproporcionada a nivel Generalitat, etc- yo diría que ‘la cuestión nacional’ es en Cataluña obsesiva. Monotema, vamos. Y también que es la única ratio que explica, por ejemplo, una unión tan contraintuitiva como la de la CUP y la burguesía Convergente, que no puede basarse ni de coña en ninguna fantasía de país compartida al hilo del proceso constituyente. Obviamente, por más que te empeñes, y contra el 50% de tu población, que no es un detallito. Es más, desde los tiempos del pujolismo creo que en Cat se está practicando un nation-building de manual, y además sin esforzarse mucho en disimularlo.

Pero, en efecto, convertir la cuestión nacional en alpha y omega de toda actividad pública, en la razón de ser en el mundo de una constelación hiperactiva de asociaciones cívicas, medios de comunicación comprometidos, programas culturales y educativos sesgados en la misma línea, y de prácticamente (desde hace cinco años sin el ‘prácticamente’) todo conato político, no convierte instantáneamente el afán nacional en nacionalismo. Para alcanzar el sello del ‘istmo’ se requiere, como decía en el primer párrafo, un enemigo externo al que denigrar y acusar de todos los males, y una mentalidad binaria que reconcilie en un sistema semiótico bien apretadito dos hábitos sistemáticos: el desprecio por el otro, unido a la constante exaltación de lo mío.

Siento decirlo pero la idea de nación proyectada en Cataluña tiene, me parece a mí, estos rasgos. Y hasta un punto de mitologización a veces ridículo. Porque mira, si renegar de España por momentos puede parecer hasta razonable, el segundo artículo, convencerse de la gran diferencia que nos separa del otro por el mero hecho de ser catalanes y tocar la gralla y haber heredado el espíritu de resistencia y el pulso austracista respetuoso y pactista y protodemocratico de los ídolos de 1714, aún no habiendo estado allí ni tú ni tú padre ni nadie de los que se apuntan el tanto, toda esa absurda arrogancia, toda esa morralla que oscila entre lo pasivo-victimista y lo agresivo-perdonavidas, habiendo compartido todos los vicios y taras de España en 40 años de democracia, y siendo corresponsables de su arquitectura y praxis política, eso ya, de pura sci-fi no tiene nombre.

A veces el istmo me parece tan fetén, la verdad, tan rematadamente perfect -como cuando España nos robaba vestido de ladrón del Follow Me- que tengo que darme bofetaditas en la cara para creerme la cantidad de mamonadas que coleccionan ya los máximos representantes del establishment soberanista, con Puigdemont y sus barquitos y sus siestitas, Junqueras y sus genealogías, y Forcadell y sus disyuntivas pueblo-enemigo. Por no hablar de Rufián, que da la medida de tantos clichés, y tan seguidos, que prefiero no comentar la opinión que me merece. A veces, te lo prometo Lliure, me parece que el volkgeist que nos predican Cardús, Partal y Vila, y que es el que da realmente sentido a esa idea tan poco cívica y tan natural en el soberanismo de que ‘pueblo’ es sólo aquel que comulga en el altar, convierte Cataluña en una categoría puramente negativa y sin contenido real: lo contrario de ese container de basura que es Españistán. Nada más…

Y sí, es cierto, no es un discurso violento, no llama a arrinconar directamente a las cucarachas españolas, cosa que agradezco, aunque a menudo últimamente patina sobre la irresponsabilidad. Pero es literalmente imposible sumergirse en el universo narrativo indepe-nacionalista y encontrar ni que sea de chiripa, por error, una palabra amable, una sola vez en la que aparezca España y no venga seguida detrás por una ristra de atributos negativos. Raro, si no es nacionalismo.

Oh sí, se practica mucho ese eufemismo de referirse al ‘Estado’, nunca al españolito de boina y pitillo… como si una simple palabra bastase para exorcizar mágicamente el vicio del ying y el yang. Pero es un truco para aligerar conciencias. Poco más. Cuando agitas un espantajo azulito en forma de mapa binacional y declaras la irreformabilidad del otro, o como cuando como Basas en el artículo que cita Javier describe a los no partidarios de seguir tu agenda política poco menos que como esbirros atolondrados de una maquinaria dictatorial, ya estás apuntando que el ‘fraternal’ pueblo español participa, como no puede ser de otro modo, de su Estado, y comparte así sus rasgos degradados: casposo, corrupto, ignorante, facha, dictatorial…

Por lo que respecta a la gente a pie de cafetería, a la sociología de la vida cotidiana en Cataluña, como corresponde al nivel subatómico en la física cuántica, encontramos una casuística y una variedad difícil de someter a pautas regulares. En general, quizás con otros porcentajes, porque mi pequeño cuaderno de bitácora de la perplejidad tiene ya varias páginas, comparto tu descripción, Lliure: hay de todo… lo que significa que el istmo se diluye en la variedad; mejor dicho, que se descompone en dos fases: a) cuando nos relacionamos unos con otros para cualquier asunto diario, y b) cuando ‘procesamos proceso’.

En el primer supuesto la gente es realmente considerada y el istmo se difumina: parece y efectivamente vivimos en una sociedad pacífica, cívica y respetuosa. Cuando por contra sale el tema, entonces la tendencia se futboliza. Mi experiencia personal (supongo que en el resto de España sucedería a la inversa) es que un ‘unionista’ tiene que andarse con pies de plomo para que no le cuelguen alguna etiqueta despectiva.

Este doble nivel, no me entiendas mal, es sano que exista, y lo considero un buen síntoma de racionalidad y un mecanismo de defensa cívica para que el istmo macro no consiga traspasar el ámbito de lo político (aunque me siento tentado de llamarlo ‘de lo prepolítico’), que es donde todavía es medio admisible. Por otro lado, también demuestra que todo independentismo no tiene que ser forzosamente nacionalista: hay, como tú señalabas, un independentismo crítico que se ha sumado al eminentemente völkisch de toda la vida, y que más que sentirse pagado en su patética vanidad con el rollo exaltación-negación, en plan masaje de autoestima, se plantea la indy como una ventana de oportunidad para hacer un nuevo país ‘más democrático’. Sin embargo, si te soy completamente sincero, me parece que este independentismo es residual (aunque mucho ista se parapeta tras él), y tremendamente ingenuo. De hecho, por el camino ha tenido que tragar tanta dialéctica nacionalista para confiar en la utopía interna, y justificar la obligatoriedad de la misma en una degradación total de España, que dudo mucho, la verdad, que al final sean capaces de arrastrar el innegable nacionalismo dominante hacia la utopía nórdica, en lugar de ser ellos los arrastrados, con la excusa de la utopía, hacia formas elementales del istmo. Es una duda. No una certeza. Pero siempre me ha parecido que lo del proceso constituyente y el país de las maravillas era la operación más farisea de largo del nacionalismo para darse carta de ciudadanía en la vida de una gente, por lo demás, bienintencionada. Como muestra de suspicacia me remito a una frase archiconocida, que es tambien la palanca de arranque del dualismo nacionalista: ‘diferentes; ni mejores, ni peores’… que en mi oído resuena así: ‘diferentes; ni mejores, ni peores… pero, eso sí, capaces de maravillas que os exceden, españoles, con mucho’. Llámame suspicaz…

Para terminar, podría pensar que este nacionalismo es una fase transitoria, un elemento instrumental, como pareces pensar tú, y que responde únicamente al anhelo de proveerse de aquello de lo que se carece: un Estado que resulta que coincide con lo que la mera existencia del otro Estado, el malo, parece que nos impide. Puedo creerlo, pero lamentablemente no me reconforta ni me tranquiliza. Fallo mío. Quizás desde la tranquilidad de quién ha crecido en un momento histórico y en una tranquila relación nación-Estado, en la que parecía que el verdadero desafío del futuro, matanzas étnicas mediante, era desligar la condición de ciudadano de la identidad, tenía la esperanza de que la posmodernidad deconstruyera productivamente la lógica nacionalista de manera que fuese posible, como un día se hizo con la religión, extraerla de los entresijos del Estado, limitando precisamente lo más sórdido de esta pretensión de asimilar y homogenizar por las bravas, y liberando las identidades particulares de tener que pagar su cuota de fidelidad a la hegemonía dominante. En fin, que entiendo que la nación catalana aspire a lo mismo que la nación española consiguió un día para sí. Pero igualmente me sigue pareciendo un camino equivocado y un anacronismo innecesario y peligroso que no resolverá además los dilemas de la identidad, básicamente porque esos dilemas surgen y son en cierto modo la identidad misma…

Más vale pues que la nación catalana que aspira a su propio Estado se conciba igual, realmente ni mejor ni peor que España; exactamente con los mismos problemas para pacificar está inquietud fundamental que provoca la diferencia. Más nos vale porque en términos de identidades lo único que cambiará, de consumarse la independencia, son las proporciones: menos españoles y más catalanes bajo el techo del nuevo Estado, no la propia diversidad, que seguirá existiendo. Y lo que vale para lo nacional vale también para la complejidades políticas y la calidades morales de la gente: la misma derecha, la misma burguesía capitalista y las mismas ganas de corromperse en la cercanía del poder. En suma, y volviendo a lo nacional, la misma dificultad para el que quiera hacerlo difícil, y la misma facilidad para el que no establezca el patrón cultural como marca de distinción y privilegio.

Y eso es más o menos todo lo que se me ha ocurrido.

Alex

Otro nacionalista bueno quejándose de los nacionalistas malos…

http://m.ara.cat/opinio/albert-carreras-moderat-toca-radicalitat_0_1831616845.html

Es dialéctico. Y es de circuito cerrado.

Viure Lliure

Tranquils, no patiu! No hi ha res de que preocupar-se! Espanya és un estat de dret, és un cas aïllat, qui ho hagi fet que ho pagui, tot és suuuuuper normal i no cal ni que en parlem!

http://m.publico.es/politica/2006889/la-policia-destruyo-pruebas-en-su-archivo-central-para-que-gago-mintiera-al-congreso/amp

Fco. Javier

Hay algo que no acabo de entender… debo ser muy cortico… se supone que cuando opinamos sobre un despropósito concreto y preciso del prusés (o de la anómala calidad de las opiniones que escribe alguna de sus cabezas… pensantes), para los separatistas NO podemos opinar de forma crítica ya que todo esto parece estar justificado porque España no es lo suficientemente democrática… a ver… yo creía que un despropósito (o burrada) lo será con independencia de quien lo denuncie o del grupo al que pertenezca,…
Digo yo…
¿O es para tirar balones fuera?

Mi amigo sueco Anders opina igual que muchos parroquianos de este blog…
¿Puede hacerlo? ¿Es válida su opinión? ¿Suecia tiene suficiente calidad democrática para que mi amigo particularmente pueda opinar entonces que el artículo de Bassas es un conjunto de majaderías?

Mi pareja que es francesa (nadie es perfecto) o mi amiga Lisa (que es de Noruega), ellas dos opinan que el prusés es una inmensa mamarrachada…
¿Cumplen Francia y Noruega los estándares de calidad democrática mínima exigida por el separatismo para opinar contra el prusés?

Viure Lliure

Balança a aquest post:
https://www.ivoox.com/davantal-13-07-2017-audios-mp3_rf_19777294_1.html

Seria bo un anàlisi, també, Javier.

Quirze de Montpalau

Amb el permís d’en Javier (gràcies un cop més per la teva tolerància i per deixar-nos abusar d’aquesta plataforma) voldria recordar-nos, a tots els que posem per davant de tot els valors de la Llibertat, la Igualtat i la Fraternitat que ens han permès assolir els estats de dret actuals, que avui és 14 de juliol i malgrat la nostra volguda racionalitat, també tenim sentiments i els sentiments necessiten símbols per expressar-se:

Bon 14 de juliol:

Quirze de Montpalau

I ara, més d’acord amb l’objectiu d’aquest bloc, una mostra més de les «cites falses» del prusés, fins i tot quan formen part de la pròpia biografia, com ens explica en José Luis López Bulla (primer secretari general de la Comissió Obrera Nacional de Catalunya):

http://lopezbulla.blogspot.com.es/2017/07/la-senora-independentista-maquilla-su.html

Alex

Dos cosas que me apetecía comentar hoy…

1) El cambio de guardia en el núcleo duro de Puigdemont de cara al referéndum. La sustitución en bloque de ‘dubitativos’ por ‘kamikazes’ no da buen rollo. Supongo que al independentismo convencido de que se trata de una lucha por la libertad y la dignidad de un pueblo le parecerá perfectamente natural y coherente con la estrategia de ‘intimidación’ del Estado. A mí, en cambio, me parece una radiografía de hasta qué punto el camino emprendido no es razonable e implica un achatamiento deliberativo de la sociedad que se pretende representar, incluso de la que simpatiza con la idea. Unos lo llamarán determinación. A mí me parece que bordea el fanatismo.

Y 2) en estos días de recuerdo del asesinato de Miguel Ángel Blanco, y a propósito del obstinado descrédito de la democracia española, y en particular de cierto partido político, que se practica desde diversos nichos ideológicos, me han venido a la mente las palabras de Guardiola de hace unas semanas, su SOS ante los ‘derechos amenazados’ y la ‘persecución política’ que se vive en Cataluña. En suma, creo sinceramente que Mayor Oreja se ha equivocado gravemente al relacionar el proceso de secesión en Cat con ETA, más allá de la difícilmente comprensible presencia recurrente de Otegi en los múltiples fregaos del nacionalismo local, que estéticamente no ayuda. Lo que habría quizás que señalar es hasta que punto el sistema español del 78, tan franquista, ha sido capaz de producir los mayores con diferencia héroes de nuestra corta democracia, en forma de regidores de pequeñas localidades vascas, enmarcados generalmente en los denostadísimos PP y PSOE, capaces de arriesgar hasta el límite de la vida. En fin, no quisiera que se entendiese esto como un intento de apuntar el tanto en el casillero del Estado: fueron, repito, personas con nombres y apellidos. Pero sí señalar que cuando se habla de ciertas situaciones y se inflama el ambiente con proclamas grandilocuentes y acusaciones sistemáticas de autoritarios a los rivales políticos, conviene mirarse en el espejo, ni que sea por pudor, de gente cuya dignidad y valor en defensa de la libertad, en condiciones de ‘amenaza de derechos’ y ‘persecución política’ que resulta imposible equiparar con nada que ni remotamente hayan o hayamos sufrido los que a veces con tanta frivolidad nos vestimos de portavoces de la democracia, nos recuerda el verdadero significado de ciertas palabras.

Alex

Y un bonus track sobre nacionalismo, en este caso relacionado con nuestra señorita -o señorito- de compañía habitual:

http://ideas.economiadigital.es/analisis-politico-y-social/los-historiadores-catalanes-y-el-relato-nacional_412203_102.html

Yo no tengo ni idea de los pormenores de la guerra de sucesión, por decir algo. Pero suelo distinguir ‘history’ de ‘story’ cuando me la cuentan, y en el bando indepe abunda la segunda. Es una opinión…

Juanmari

Ya es viernes, podemos volver a reírnos con el vilaweb http://www.vilaweb.cat/noticies/la-ue-reconeix-que-haura-dinvolucrar-se-si-catalunya-es-independent/ tampoco os perdáis los tuits del extra y el hilo contundente de seis tuits que desmonta todo (en general) de ya sabemos quién.
El procés es demasiado largo para vivirlo con gesto adusto.