Hipercrítica, crítica y secesión

Para que no se diga que sólo me dedico a criticar los postulados secesionistas, o algunos (vaya, de hecho son casi todos) de sus argumentos, me parece interesante leer un par de artículos publicados en elcritic.cat y un tercero al que se refieren.

Analizan los temas que aquí ya se han comentado: el referéndum, la mayoría (social), la falta de fuerza del secesionismo, los pasos que se han seguido, la CUP, Junts pel Sí y su irreal victoria, la prisa… Sin dogmatismos ni apriorismos. En las últimas semanas, y dada la deriva absurda del separatismo, se ha perdido el foco del debate serio, del que el secesionismo más rampante huye. No está mal, pues, que también mencione a articulistas capaces de ver las cosas con mayor distancia y sentido crítico, que no se dejan arrastrar a la primera por el discurso dominante.

Eso no quita que pueda discrepar, etcétera. Sin embargo, es ineludible analizar no sólo los argumentos más visibles y a menudo superficiales que trascienden e influyen notoriamente en la opinión pública (Cardús, Bassas, Terribas, Sala-i-Martín y un largo etcétera), sino también aquellos que construyen un discurso más trabado y, a la vez, más minoritario. Por lo general, más interesantes, siempre que no se caiga en la erudición soporífera (una cosa es exhibir sabiduría y otra citar a Habermas, Kant y Nietzsche en un mismo párrafo sin que realmente se aporte nada con ello).

El primer artículo, publicado ayer por Roger Palà: «Apunts (no hiperventilats) sobre l’empat de l’assemblea de la CUP«. Extrae diversas conclusiones a raíz de la asamblea de la CUP y las posibilidades que se generan, rematándolo con lo siguiente: «El debat sobre la investidura o no d’Artur Mas està tapant el que hauria de ser el veritable debat de fons de l’independentisme. El 27-S, les paperetes dels partits independentistes es van quedar en el 48% dels vots. Ho recordava de nou en un tuit el politòleg Jordi Muñoz. És una xifra important, però no suficient per emprendre accions de ruptura amb l’Estat de caràcter unilateral. Alguns independentistes, però, semblen no tenir-ho en compte.«. Al margen de que, particularmente, ahora mismo a quien me pregunte por el referéndum le contestaría que el TC ha marcado la línea de la reforma constitucional (y eso que buen número de Catedráticos de Derecho Constitucional y Administrativo han sugerido vías -que no son sencillas, eso sí, pero el separatismo lo quiere todo fácil- que les parecen admisibles para el dichoso referéndum), no me cabe duda que quien opina de este modo ve las cosas con realismo. Después, debatiremos las fórmulas, los problemas, las complejidades y todo lo que se quiera. Si uno de los puntos previos que se acepta en el debate es que el 48% es importante, pero no suficiente, creo que se puede iniciar un diálogo. Ahora, si el punto previo pasa por afirmar que el 48% y 72 diputados habilitan una secesión unilateral, entonces no cabe el diálogo.

[Nota sobre el referéndum y mi postura, resumida y casi telegráfica. El referéndum me parece indeseable. Si se pretende realizar, la vía adecuada es la reforma constitucional. Aun así, Catedráticos diversos lo consideran [o consideraban] posible vía reforma de la Ley Orgánica de referéndum y, probablemente, una Ley específica. Ninguna de esas vías es sencilla ni exenta de polémicas y controversias, o sea, de debate; el secesionismo «acusa» a los demás partidos de cerrarse al referéndum (con la excepción, ahora, de Podemos). Yo creo que el secesionismo no ha abierto, por interés, ninguna de las vías adecuadas o necesarias y que lo fía todo a la emoción y la efervescencia. Este es el resumen de más de una decena de entradas desperdigadas por el blog y que algún día me entretendré en clasificar]

El segundo artículo, de Sergi Picazo, publicado el 15 de diciembre: «Autogol de l’independentisme pel 20-D: abandonar la bandera del referèndum«. Vale la pena su lectura completa porque reconoceréis, de nuevo, un análisis realista sobre la cuestión del referéndum. El mensaje de los medios hegemónicos dentro del separatismo fue el de que se había ganado la independencia, cuando esto -y me refiero a la óptica secesionista- era más que discutible: «El problema de veritat és que, malgrat l’opinió subjectiva d’uns o d’altres, el plebiscit del 27-S no va donar una majoria absoluta de vots independentistes. Alguns mitjans de comunicació s’esforcen a donar per ja assolida la victòria. És lògic, doncs, que una part del votant de JxSí no entengui per què carai els nois de la CUP no donen suport al Procés sense dubtes ni fissures. No ho entenen perquè els han explicat una altra pel·lícula. La història del crit del ‘We have won! Nous avons gagné’ d’Artur Mas al Born.«. Como os digo, aunque con las cuestiones de fondo pueda discrepar totalmente -o en gran parte- con estos articulistas, será difícil que aparezcan en el blog como objeto de mis críticas. Si se admite que el «autoplebiscito» no ha dado el resultado esperado, entonces cabe explorar otras vías. Si tú te crees que has ganado cuando nadie está dispuesto a reconocértelo, entonces te autoengañas. Frente a argumentos razonados, debate; contra argumentos fantasiosos, crítica y algo más.

El tercero, de Jordi Muñoz en el diari Ara de 4 de diciembre, titulado «Tornar al referèndum«. Me parece el más basado en lugares comunes del secesionismo y el que parte con mayores apriorismos, lo cual no impide que reconozca el valor de sus argumentos, con los que no estoy nada de acuerdo.

Conclusión. No me sorprende que los argumentos de articulistas como los que he mencionado pasen desapercibidos, o con poca fuerza, entre las corrientes dominantes de la secesión: no interesan. Admiten la complejidad. Admiten que decir cinco veces seguidas delante de un espejo «desconexión» no puede convertir a Cataluña en un Estado independiente. Pues eso: no comparto sus argumentos, sí que comparto sus argumentaciones razonadas. Ahí está la clave.

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Juanmari

Por lo menos no viven en una realidad paralela. No viven en el mundo de chocolate donde se consigue la independencia haciendo grandes retratos de los líderes del mundo libre, donde todo el mundo cree que España no es una democracia sino un imperio, donde el 48% es una mayoría absoluta, ese mundo en el que no son necesarios nacionales para crear una nación, donde la UE obliga a sus miembros a ir contra sus leyes por la libertad y la democracia… Qué te voy a contar.
Relacionado con esto, hace tiempo que no se oye a nadie hablar del discurso del miedo. Han corrido un tupido velo, ¿discurso del miedo? ¿quién hablaba de eso? Me suena que es de la época de López Tena (todos asienten, siempre todos asienten).
PS. El punto en el que se encuentran el mundo real y el mundo de chocolate tiene que ser la mente de Gabriel Rufián y la llave es la frase que dijo en el debate 23:06 Gabriel Rufian: «Ningún referendum ha necesitado ganar el 50%, nosotros somos 72 de 135 diputados»
Si no lo pongo reviento. A ver quién supera eso.

Javier

Lo del «discurso del miedo» no lo oyes (justamente, hoy lo he vuelto a leer repasando mi artículo-libro de la nacionalidad) porque ya han «pasado pantalla» y están en una dimensión en la que ya no existe el miedo ni el sufrimiento.
Vaya, que ven una luz blanca al final del túnel, pero la luz está muy lejos, muy lejos, muy lejos… XD

Juanmari

Iba a hacer algún comentario ligero sobre los tuits de Xavier Monge http://m.e-noticies.cat/politica/el-proces-es-el-major-frau-de-la-politica-catalana-99646.html pero me ha venido encima una sensación desoladora y no puedo hacerlo. Una sensación de sentirse pieza de un juego en el que nadie gana y todos perdemos. Ilusiones, miedos, tensiones… todas las consecuencias del juego les importan tan poco como las piezas. Y lo sabían desde el principio, sabían desde el principio que no iban a ningún lado y que el proceso crea tensiones para nada. Les importamos muy poco. O nada.